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Pura deportividad eléctrica

Jaguar I-PACE

Sólo hay que ver la parrilla frontal para saber que este deportivo es un Jaguar.

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Me han puesto la llave en la mano y he dado tres vueltas en el exterior de l'I-Pace para intentar averiguar qué tipo de vehículo es. Me han dicho que es uno deportivo eléctrico, pero lo veo grande, como un SUV. Cuando he entrado dentro, y sin ponerlo en marcha, ya me atrevía a salir de excursión con este coche, los niños y la suegra. Hay poca cosa en el mercado que se parezca. Diría que me recuerda a alguno Tesla, aunque por fuera tiene un aire en el Stelvio d'Alfa Romeo. No lo tengo claro.

A la gente de Jaguar, cuando habla de l'I-Pace, se le encienden los ojos. Están orgullosos de haber llevado un vehículo del (presunto) futuro a las calles. Un coche eléctrico de 400 caballos... sin tubos de escape y -seamos sinceros- con un precio de gama alta: 80.000 euros. Pero antes de criticar veremos qué nos ofrece este singular vehículo. Lo primero que noto es una aceleración como la de los aviones cuando arrancan para elevarse. Parece que te quedes enganchado al asiento y compruebas que realmente es un deportivo. Las carreteras no nos permiten grandes alegrías en cuanto a velocidad, pero l'I-Pace puede llegar perfectamente a los 200 km/h.

Como pasa siempre que escribo un artículo sobre un coche eléctrico, el lector recurre el texto con los ojos para ver dónde se habla de la autonomía. Realmente es lo que más preocupa al potencial cliente de un vehículo con baterías. Jaguar anuncia unos optimistas 470 kilòmetres. Y diría que pasa como en el caso de otras marcas, que de lo que querríamos a lo que tenemos hay una cierta distancia. Pero es difícil hablar de autonomías -no sólo en el sentido político de la palabra- sino porque los factores que determinan esta cifra sueño múltiples. El estilo de conducción, la configuración del vehículo, el recorrido, la temperatura, el climatizador... pero podríamos decir que, de los anunciados, podemos restar de un 15% a un 20% para empezar.

La sensación en el volante de l'I-Pace es de estabilidad y comodidad. Las baterías de 90 kw están ubicadas de forma estudiada y los dos motores de 200 cv., uno a cada eje, otorgan la tracción total al vehículo. Se trata de un vehículo muy bien equilibrado, claro que los 2.200 kg. de peso ya le dan una cierta estabilidad de por si. Este peso, sin embargo, no se nota, ya que los 400 caballos mueven con facilidad el SUV.

Me hace especial gracia un pequeño maletero en la parte de delante (el motor está debajo, en el eje) y si me permiten la broma, me recuerda el Gordini o aquellos Seats 600 que tenían un espacio para poner cosas. Que no nos asuste este pequeño compartimento, ya que detrás nos quedan unos generosos 656 litros, que se amplían en 1.453 si doblamos los asientos del final. El espacio interior es otro punto positivo de este SUV deportivo, ya que su generosa distancia entre asientos nos permitirá hacer viajes largos con comodidad. Bien, si la autonomía nos deja, claro está. Los viajes largos son posibles... pero con paciencia, ya que cargar 90 kw de batería requerirá un cierto tiempo. El vehículo viene preparado para aceptar cargas rápidas y potentes, de hasta 150 KW/h. una potencia que todavía no existe en nuestros cargadores. Pasar del 0 al 80% de carga implicará unos 40 minutos con un cargador rápido y unas 10 horas con un enchufe doméstico.

Me gusta todo de un coche sin caja de cambios, que en este vehículo son tres botones: D-N-R. La suspensión neumática opcional nos permitirá subir o bajar la altura del vehículo respecto del terreno. En el caso de salir de la carretera es recomendable subirla. Se comporta con ligereza en el off-road, pero -como todos los SUV- no como un todo-terreno puro.

Como ya viene siendo habitual en los eléctricos de última generación, la conducción se puede hacer con un solo pedal, ya que pocas veces utilizaremos el freno. La misma retención del motor es aprovechada para recargar a las baterías aprovechando la deceleración.

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