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Seguretat

El sindicato CSIF denuncia que los Juegos Mediterráneos dejaron a Tarragona sin patrullas de la guardia urbana

La organización considera que la seguridad ha sido «caótica», con gentes ejerciendo tareas «que no les correspondían» y la ciudad «sin efectivos de policía»

Vehículo de la Guardia Urbana de Tarragona.

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La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) ha denunciado que la celebración de los Juegos Mediterráneos ha dejado la ciudad de Tarragona sin patrullas de la guardia urbana, con «agentes expuestos, ejerciendo tareas que no les correspondían y la ciudad sin efectivos de policía».

En un comunicado, la organización ha reprochado al Ayuntamiento de Tarragona que, a pesar del margen de tiempo para dar respuesta a las necesidades planteadas, se haya acabado produciendo una falta de efectivos y de previsión a la hora de garantizar la seguridad de la ciudad. «Ha sido un caos. Era lo que sabíamos, ya que no hay agentes suficientes. Se ha trasladado personal que se encontraba cubriendo el servicio ordinario a diferentes puntos de los Juegos Mediterráneos, tanto para cubrir los relevos como para estar de forma fija, de manera que se ha aumentado la carga de trabajo y la desprotección de la ciudad,» apuntan desde CSIC en el Ayuntamiento de Tarragona.

El representantes del sindicato en el cuerpo policial han acogido con sorpresa las declaraciones del alcalde de Tarragona, Josep Fèlix Ballesteros, sobre el éxito organizativos de los juegos. «Desde el inicio de los Juegos, muchos de los agentes que se ofrecieron para cubrir el acontecimiento han estado exprimidos al máximo, hasta el punto que alguno desistió de continuar atendidas las condiciones sufridas», apuntan.

Eso se habría traducido, concretamente, en agentes solos en puntos de acceso, falta de personal para cubrir situaciones excepcionales o la suspensión de todos los controles preventivos de tráfico para garantizar la seguridad vial durante dos semanas. Así, denuncian, durante la noche de Sant Joan sólo había dos patrullas de seguridad ciudadana y dos de tráfico para cubrir todo el servicio. «El resto estuvo cubriendo la seguridad de las instalaciones de los Juegos», afirman.

Todo, apunta CSIF, acabó generando paradojas en la organización de la seguridad. «Se ha hipotecar los ya escasos recursos humanos para la vigilancia del sistema eléctrico de la anilla olímpica, ante el miedo del robo del cableado o de algún sabotaje», sostienen, precisando que es un servicio que se podría haber cubierto con personal de seguridad privada.

También denuncian las condiciones laborales de algunos agentes, que tuvieron que permanecer en puntos de acceso «bajo el sol, con altas temperaturas». «La organización se limitó a dar como solución que los mismos agentes hicieran relevos entre ellos o que se buscaran sombra bajo un árbol. Al final se consiguió, con gestiones particulares, la cesión de unos parasoles de una conocida marca de referescos y botellas de agua que dio la organización de los Juegos», explican.

«El resultado: la guardia urbana está quemada», cierra el comunicado, reclamando al gobierno municipal y organizadores de los Juegos que entonen un «mea culpa» y actúen en consecuencia.

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