Diari Més

Imperdonable (1-0)

El Nàstic cae en el campo de un colista que no se jugaba nada y se autocondena a intentar salvarse jugantse-la contra equipos actualmente mucho más fuertes

Maikel Mesa en un entrenament amb el Nàstic

Imperdonable (1-0)Gimnàstic de Tarragona

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Quien la sigue, lo consigue. Y, si el Nàstic continúa por el camino que va, volverá a Segunda División B. Parece que es lo que quiere el equipo. Al menos, por lo que se vio en el partido en Lorca hace dos jornadas, y por lo que también se pudo ver este domingo en Sevilla, contra un filial sevillista que no se jugaba absolutamente nada y que ganó un partido que no le costó mucho.

Es sencillo. Con la calidad y los futbolistas que tiene el Nàstic, yendo al cien por cien, es complicado que alguien los gane. Eso es que pensaba todo el mundo y pensábamos muchos. Puedes ser la gente estaba o estábamos equivocados. ¿Cómo puede ser que a la Ciudad Deportiva de la Sevilla acudan 731 espectadores, que no haya ningún tipo de ambiente de fútbol, que jueguen tres juveniles como titulares y que el Nàstic se juegue la vida y que el conjunto que lo tiene todo en juego parece que la cosa no vaya con él?

El Nàstic no transmite nada. Es un equipo sin alma, sin ánimo competitivo y con una carencia enorme de esfuerzo por tener el derecho de autoproclamarse equipo de Segunda División A. Los tarraconenses, con todo eso, cayeron derrotados, 1-0, contra una Sevilla Atlético en el cual, posiblemente, lo hubieran podido derrotar los veinte equipos restantes de la categoría.

Nano Rivas cambió el dibujo para visitar al colista de la categoría. Teniendo en cuenta que el filial andaluz jugaba con cinco hombres detrás, el entrenador del Nàstic emuló a los hechos de Carlos Belmonte, donde apostó por cinco defensores, los mismos que alineó este domingo.

Por delante de Dimitrievski tenían que jugar, de derecha a izquierda, Kakabadze, Daisuke Suzuki, Xavi Molina, César Arzo y Abrahám Minero. Esta era la idea inicial. Finalmente, sin embargo, Arzo se lesionó durante el calentamiento, y entró para|por él Javi Jiménez, con qué Abrahám se desplazó al eje de la defensa. Los cinco defensores estuvieron acompañados de Jon Gaztañaga, Sergio Tejera y Maikel Mesa en la medular y Uche y Dumitru arriba. Fue una alineación pensante mucho en el rival y, al mismo tiempo, demasiado conservadora por|para lo que se pudo ver sobre el césped.

La primera mitad fue aburrida, de los primeros 45 minutos con menos llegadas a portería tanto por parte del Nàstic como con respecto a una Sevilla Atlètico que demostró que no tenía nada a perder (ni a ganar), y que actuó sin ningún tipo de presión en sus espaldas.

Los andaluces, con Aitor Cantalapiedra potant todo el ataque, llegaron tímidamente a la portería defendida por Dimitrievski. Mientras tanto, en el Nàstic lo único que le faltó fue tener más acierto de cara a portería e introducir algunas de las pelotas que llevó|trajo al marco contrario.

La primera ocasión clara del partido, por parte del Nàstic, no se produjo hasta los 30 minutos de juego. Maikel Mesa disparó desde lejos, y el meta local, Juan Soriano, disparó de puños. Parecía que el partido no fuera con ninguno de los dos equipos. Ni el campo, casi vacío, acompañaba, ni tampoco lo hacía el hecho de que sólo uno de los dos equipos se jugara alguna cosa.

Dumitru, al palo

Pero la ocasión más clara de la primera mitad llegó a cuatro minutos del descanso. Tejera sirvió rápidamente una falta y Dumitru, mucho|muy activo llevarán toda la primera mitad, la cazó de primeras, para acabar disparando y estrellándose en la madera. Por centímetros, el Nàstic no se marchó al descanso por delante en el electrónico.

En el segundo acto, la consigna tenía que ser clara: ir a por el gol e intentar sumar un triunfo más que obligatorio. Con esta premisa, Nano Rivas dio entrada en Tete Morente, a la hora de juego, por Kakabadze, extremo por lateral. En principio, tenía que servir para cambiar de dibujo. Pero de inicio no fue así, ya que Tete se situó como carrilero en una defensa de cinco.

Jarra de agua fría

La acción que tuvo lugar en el minuto 66 cambió todo lo que Nano había preparado. Los jóvenes jugadores locales, cuando tienen campo para jugar, saben qué hacer. Al menos, son capaces de crear peligro. Así lo hicieron, gracias a una brillante acción entre Lara i Pozo, que este primero, recientemente ingresado en el terreno de juego, envió al fondo de la red. Inesperado, el gol del filial sevillista obligó a variar todavía más los planes|planos del entrenador del Nàstic.

Pero ni con un juego gris, ni con los cambios variando el sistema y buscando un juego más alegre, ni con lo que pudiera hacer cualquier persona que estuviera en el campo, se pudo cambiar nada. Desastre, y de los grandes.

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