Diari Més

Disparados y sin frenos hacia Primera

Un gol de falta de José Naranjo sitúa el Nàstic en ascenso directo después de una victoria muy trabajada contra un rival directo

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Impresionante, grandioso, maravilloso. Muchos adjetivos podrían definir tanto lo que sucedió ayer en el Nuevo Estadio como lo que está realizando durante toda la temporada este Gimnástico de Tarragona, un equipo que ha demostrado que no sólo no le están fallando las fuerzas en este final de temporada a pesar del esfuerzo titánico, realizado, sino que también está dejando bien claro que es, de largo, el equipo que mejor está llegando en la meta.

Dos grandes se dieron cita en el Nuevo Estadio, pero uno de ellos, el gigante, fue el que se llevó los tres puntos. Por juego, por|para ganas, por empuje, por corazón|coro y por|para un auténtico golazo de José Naranjo el conjunto tarraconense se llevó tres puntos que lo elevan al cielo y que lo sitúan en segunda posición, en plazas de ascenso directo a Primera División.

No hay palabras para describir lo que sucedió cuando sólo faltaban ocho minutos para la conclusión del partido. Sólo había un equipo sobre el césped. Archille Emaná llevaba|traía un buen rato haciendo de las suyas. Jean Luc había aportado esta chispa que necesitaba el equipo en ataque. Detrás no había ninguna concesión. Pero hizo acto de presencia este que nunca falla. Este futbolista que ha salido del nada y que se ha convertido en más que un ídolo para la afición tarraconense. Emaná fue objeto de una clara falta, e hizo acto de presencia a este joven futbolista, José Naranjo. Cogió a la esférica José Naranjo y dijo: Esta es la mía. La pelota estaba un poco tirada|echada a la derecha de la portería de Nauzet Pérez, pero no importaba. Disparó, fuerte pero preciso, ni muy alto ni muy bajo, suficiente para no dejar ninguna opción al portero rival, el cual se tiró en su palo derecho, pero no pudo hacer nada para evitar el gol que le daba los tres puntos a un Nàstic que, ahora sí, durmió en ascenso directo y que espera el pinchazo del Leganés contra el Oviedo (juegan esta noche) para finalizar la jornada en una segunda posición que dejaría en sus manos el ascenso a Primera.

Cambios de dibujo

El partido fue de todo menos sencillo. El cuadro tarraconense tuvo que sudar sangre para poder sumar los tres puntos. Vicente Moreno tuvo que hacer varios cambios, no sólo de cromos, sino también de dibujo táctico. Y es que la ocasión no era para menos, ya que el equipo se jugaba mucho. Donde no hizo cambios el técnico grana fue al once inicial. Sólo realizó una modificación respecto del último duelo, como fue la inclusión de Iago Bouzón en el lateral derecho, en vez del lesionado Gerard Valentín. El resto, todo igual.

Fue un partido en el cual los porteros no se vieron obligados a lucirse, uno de estos duelos en el cual los dos equipos se juegan tanto que están muy pendientes de no cometer ningún error por miedo a marcharse a casa de vacío|hueco. A los seis minutos de juego, Iago Bouzón perdió una pelota que dejó vendido el equipo. El rival robó la esférica, pero la centrada desde la izquierda la desvió Mossa, en córner. Tardó mucho en contestar el Nàstic, concretamente once minutos. Estuvo en una gran acción de Naranjo, que descargó hacia Mossa y, la suya centrada, acabó desviada en córner. En el servicio de esquina, Emaná se inventó una jugada de aquellas que le encantan, de genio, se marchó de un rival y la suya centrada acabó en servicio de esquina. El dominio era más bien visitante, y el Osasuna comprendió rápidamente que la mejor manera de poder crear peligro en la portería defendida por Manolo Reina era la de buscar la espalda de Bouzón, y así lo hizo, mediante un Javi Flaño que hizo mucho de daño|dolor|mal en los primeros 45 minutos.

En el 25’, De las Cuevas centró en el segundo palo, donde encontró a David García, a quien remató rápidamente, sin suerte. En el 39’, José Naranjo se atrevía con una falta directa y lejana, que acababa en las nubes. Esta no entró, pero la que sí lo hizo fue la del segundo acto, la decisiva.

Cambios y dominio

Vicente Moreno vio que tenía que realizar alguna modificación, y dejó en el vestuario Lobato, dando entrada a Jean Luc, que pudo disputar toda la segunda mitad. El marfileño aportó esta chispa que necesitaba el equipo, pero Moreno quería más. Por este motivo, arriesgó retirando del campo a Lévy Madinda, e introduciendo en el terreno de juego en Aníbal Zurdo. Delantero por migcentre. Más ofensivo, imposible. Fue a partir de este momento cuando el conjunto local se convirtió en el amo|dueño y señor del dominio del juego.

Las llegadas tarraconenses se incrementaron con creces, casi muy comandadas por Archille Emaná. Este, inició un contraataque, que va desperdiciar Jean Luc perdiendo la pelota, pero lo mejor estaba para|por llegar. En el 69’, David García vio la tarjeta amarilla por una dura entrada en Archille Emaná después de una gran triangulación entre este último, Jean Luc y Naranjo.

Y, en el 82, llegó el delirio con el gol de Naranjo, una diana que recuerda a aquellas que, muy de vez en cuando, marca Cristiano Ronaldo de falta. Aquellos rasgos|tiros secos, con fuerza y con mucha intención. A partir de este momento, había que estar seguros detrás y, por este mismo motivo, Vicente Moreno hizo saltar al terreno de juego a Manolo Martínez, en vez de Naranjo. El «6» del Nàstic aportó aquello que sabe hacer mejor: contagiar los suyos de una competitividad fuera del normal. Mandó, enseñó, y llevó|trajo los suyos a la victoria. Los visitantes intentaron el empate en un córner en el cual, incluso, el portero Nauzet subió a rematar, pero estaba escrito que los tres puntos eran para|por el Nàstic.

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