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Un nuevo espacio recuerda a Robert Gerhard, el músico «olvidado» de Valls

La muestra permanente se ubica en la capilla de Sant Roc y permite conocer la vida y obra del compositor de vanguardia

Imagen del Espacio Gerhard, situado en el interior de la capilla de Sant Roc de Valls.

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La figura del compositor Robert Gerhard es desde hace unas semanas más presente en su Valls natal. El Institutd'Estudis Vallencs(IEV) ha creado el Espacio Gerhard, un proyecto multimedia que quiere acercar al músico «al público, a la calle y a la gente que pueda venir de fuera», explica Jordi Mandoli, vicepresidente de la entidad. Situado en la capilla de Sant Roc -que se ha remodelado expresamente-, el Espacio Gerhard permite al visitante conocer su música, trascendencia y vida mediante paneles dinámicos con los cuales se puede interactuar. La muestra quedará de forma permanente y la capilla quiere convertirse en un punto de dinamización cultural de la ciudad a partir de acoger presentaciones de libros o conciertos de pequeño formato.

«Queriamosintegrar la parte histórica de la capilla del siglo XVIII y la contemporánea. Hay dos ámbitos: uno de itinerarios vitales y una de exploraciones musicales para entender su obra», comenta Olga Ger, responsable del Fondo Robert Gerhard. Los itinerarios responden en buena medida a los principales hechos del siglo XX, que el compositor vivió con intensidad, y a las relaciones que estableció con otros artistas. Finalmente, también se puede ver «su influencia en el desarrollo de la música electrónica, de la cual fue un pionero», afirma Ger.

Desde el IEV confían en que el Espacio Gerhard permitirá poner de relieve la figura del músico. «Está olvidado y un poco descuidado. Uno de los objetivos es conseguir que no se hable más del 'compositor olvidado'», indica Ger. Una de las posibles razones de esta dejadez popular es que su música «a veces puede ser un poco difícil, pero no por eso no es interesante», defiende Mandoli. «Queremos difundirla y que la gente pueda ver que cualquier música, cuando es contemporánea, hace falta un poco de perspectiva porque al cabo de unos años quizás deja de ser extravagante y se va incorporando», sostiene al vicepresidente.

Desde la entidad quieren dar visibilidad a la propuesta y trabajarán con los centros educativos de la ciudad y del entorno para que lo visiten. Al mismo tiempo, están preparando un dosier pedagógico para poder introducir el conocimiento del músico en el currículum académico de los jóvenes.

Gran trayectoria internacional

Nacido en la capital del Alt Camp en 1896, «de bien joven ya quiso marcharse hacia Europa, a los países donde estaba el bullicio cultural del momento», detalla Mandoli. Aquí tuvo como maestro a Felip Pedrell y en el extranjero fue discípulo de Arnold Schönberg, un referente en los movimientos de vanguardia de la primera mitad del siglo XX. Principalmente de ellos dos bebió Gerhard, que se adentró en la música dodecatònica pero que también abrazó el serialismo antes de introducirse en la música electrónica. «Creó uno de los primeros estudios de música electrónica europeos», observación Mandoli.

Durante la Guerra Civil vivió en Barcelona y tuvo reconocimientos por parte de la República, y con la llegada del franquismo se tuvo que exiliar a París. «Cuando acabó la guerra saquearon su piso y se llevaron joyas, cubiertos, vajillas... pero a las partituras no les dieron importancia», narra Ferran Gerhard, sobrino del artista. Su padre -hermano del maestro- se encargó de rescatar y proteger los documentos, que fueron precintados de la mano del consulado suizo, recuerda. Todo este material pudo ser catalogado años después y finalmente la familia lo dio al IEV, que creó el Fondo Robert Gerhard en 1987.

La música llevó al compositor a Estados Unidos y el Reino Unido, donde trabajó para la BBC o con el director teatral Peter Brook, con el cual colaboraron en obras de Shakespeare. Su figura era tan respetada que no sólo obtuvo la nacionalidad británica sino que fue distinguido como Comandante del Imperio Británico e investido doctor Honoris Causa por la universidad de Cambridge, ciudad en la cual murió en 1970.

A pesar del paso del tiempo, Ferran Gerhard tiene un recuerdo nítido de su tío. «Era una persona muy agradable. Cuando hablaba de música, me explicaba que un sonido parecía el canto de un pájaro. Lo relacionaba con la naturaleza y a mí me gustaba mucho», finaliza.

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