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Prades termina una cosecha de lúpulo en la cual casi dobla la producción

En el municipio se cultivan 9,5 hectáreas de tres variedades diferentes que Damm utiliza para hacer cerveza

Dos pagesos collint llúpol manualment en una finca de Prades.

Prades termina una cosecha de lúpulo en la cual casi dobla la producciónACN

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A las reconocidas patatas, en Prades se ha añadido otro cultivo que está tomando vuelo. Se trata del lúpulo, una planta que se utiliza para hacer cerveza. El 2014 técnicos de Damm se dieron cuenta de que en la localidad crecía de manera silvestre y después de hacer estudios vieron que las condiciones para cultivarlo eran óptimas. Desde el 2017 consiguen una producción que cada año aumenta. Así, de los 3.100 kilos del 2019 se pasó a los 6.000 del año pasado. Este año confían llegar a los 10.000 kilos gracias a 9,5 hectáreas de tres variedades diferentes. La cervecera contacta con agricultores para que planten lúpulo, los asesora y les compra la producción, que en la Cooperativa de Prades se transforma en pelo·let para hacer la bebida.
Durante los estudios iniciales que hicieron descubrieron que las características ambientales de Prades se parecen a las de las zonas de Alemania donde está la mayor producción de lúpulo de Europa. El análisis del terreno también les sirvió para decidir qué variedades se adaptarían mejor en el entorno. De momento han empezado con tres. La nugget, amarga; y la centennial y willamette, aromáticas. De las 9,5 hectáreas, se reparten casi el 50% del terreno entre amarga y aromáticas.

El siguiente paso fue contactar con agricultores. Kevin Tejedera, agrónomo de Damm responsable del proyecto del lúpulo en Prades, explica que hablaron con el ayuntamiento y la cooperativa para ofrecer un proyecto para que los campesinos pudieran explotar terrenos que no trabajaban. «Hacemos un proceso de cuatro años durante los cuales los asesoramos y acompañamos, y a partir del cuarto ya trabajan sus fincas de manera autónoma pero con nuestra ayuda», detalla. De hecho, aunque se trata de una planta trepadora, puede producir durante 20 años.

Uno de los campesinos que decidió añadirse a la iniciativa es Marius Ruscovan. «Ha sido extraño. Ni yo ni ningún campesino de Prades conocíamos el cultivo, pero todo lo que es nuevo, me gusta», asegura. Hasta entonces basaba la producción en las patatas y las avellanas, pero últimamente se ha dado cuenta de que el lúpulo puede llegar a ser más rentable. «El lúpulo da más que las patatas», exclama. Además, tiene la «tranquilidad de tener la venta asegurada» y el hecho de tener un asesoramiento técnico le ha permitido mejorar constantemente. Estos últimos meses, y ante la dificultad para encontrar productores locales, Damm ha optado por alquilar terrenos para impulsar más plantaciones.

Hasta los siete metros

Tejedera explica que el lúpulo empieza a brotar en marzo y alcanza la máxima altura alrededor de Sant Joan, cuando llega a unos siete metros. Durante estos meses los campesinos hace falta que hagan un proceso cuidadoso y manual de «tutoratge» para ir encaminando la planta hacia donde más interesa al productor. La cosecha empieza a finales de agosto y se alarga durante septiembre. En Prades la hacen combinando técnicas manuales y mecánicas. Una de las dificultades con las cuales se han encontrado últimamente son los hongos. El año pasado, igual que la viña, sufrieron bastante con el mildiu, pero también tienen que luchar contra el fusarium y el oídio, entre otros. «Perjudican mucho la producción y no tenemos tratamientos autorizados», lamenta Ruscovan.

Una vez las ramas son en el tractor se portan hacia la cooperativa. «Tenemos todas las fincas a menos de tres kilómetros del centro de transformación», destaca Tejedera. Allí tienen maquinaria que los ayuda en el proceso, que empieza con dos peladoras que separan la flor de la rama, que se descarta. Las flores pasan a una secadora, donde están entre cuatro y cinco horas con un aire a unos 60 grados de temperatura. «Cuando la planta está seca con menos de un 14% de humedad, hacemos balas para almacenar y después un proceso de pel·letització», concreta el técnico. Cuando tienen un buen stock de pel·let de lúpulo, lo envían a la planta cervecera, donde lo introducen a los tanques para hacer la bebida.

Comercialmente, Damm utiliza el lúpulo pradenc para producir la Complot IPA. Esta cerveza contiene hasta ocho variedades diferentes, incluidas las tres de Prades. «La idea es llegar a cultivar las ocho para hacerla 100% catalán», avanza Tejedera.

El pelet de lúpulo, una vez ha pasado el proceso de transformación a la Cooperativa de Prades.

Prades termina una cosecha de lúpulo en la cual casi dobla la producciónACN

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