Diari Més
Gener Aymamí i Domingo

Autor de 'Ruta pels despoblats del Camp de Tarragona' (Ed. Cossetània)

«Al llegar a un pueblo abandonado propongo sentarse e imaginar la gente»

El excursionista reusense presenta quince itinerarios por la Conca de Barberà, el Alt Camp, el Baix Camp y el Tarragonès en busca de pueblos abandonados

Gener Aymamí, en una imagen reciente, es autor de varios libros sobre excursionismo.

La comitiva se ha movilizado hasta la subdelegación del gobiernoCedida

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Gener Aymamí (Reus 1951) es diplomado en Arqueología Hispánica por la UB y ha sido durante veinticinco años responsable de la revista Excursionismede la UEC. También ha presidido la UnióExcursionista de Catalunya, tarea por la cual le fue otorgada la medalla de la UEC. Desde el año 2004 y hasta el 2016 fue vicepresidente de la Federació Catalana d'Espeleologia. Es autor de numerosos libros dedicados al excursionismo y a la divulgación del patrimonio.

—¿En el Campde Tarragona tenemos muchos despoblados?

—En este libro propongo rutas de hasta quince, pero he añadido una lista con cincuenta despoblados más. Diría que, de Cataluña, donde hay más es el Pallars. Con respecto al Campde Tarragona, la comarca donde hay más es la Conca de Barberà, seguramente porque es la mayor y el territorio no es tan asequible, con grandes montañas y barrancos.

—?Cuándo se producen los despoblamientos y qué los motiva?

—Los núcleos mejor conservados se despoblaron a mediados del siglo pasado, porque en los pueblos más grandes había más facilidades. En los núcleos aislados no había médico ni escuela, tenías que caminar una hora hasta el pueblo más próximo, también para ir al mercado, y los caminos eran malos. La gente descubrió que yendo, no ya a Tarragona, sino al pueblo más próximo, ya había servicios. Y la gente joven, si en casa no tenían grandes extensiones de tierra o rebaños, se marchaban. Aunque tuvieran que hacer igualmente de campesinos, pero encontraban unas condiciones de vida que en su pueblo no tenían. Después, también hago mención de núcleos que se abandonaron antes, durante los carlismos, por ejemplo, o a causa de la filoxera.

—De todos los despoblados del libro, ¿cuál es el más conocido y cuál le resulta más interesante?

—El que conoce a todo el mundo es la Mussara, porque está en un lugar elevado, muy bonito, aunque cada vez queda menos. Veinte años atrás había unas paredes muy firmes al lado de la iglesia, y ahora no llegan al metro y medio... Los más desconocidos quizás son los de la Conca de Barberà y con respecto al Tarragonès, hay un paseo conocido pero curioso, que es de Torredembarra a Tamarit, hasta el antiguo pueblo que estaba al abrigo del castillo. Hasta no hace mucho todavía se veían algunas paredes, pero la última vez que fui vi que habían ensanchado el aparcamiento y algunas paredes ya no están.

—¿Los núcleos, a pesar de estar abandonados, conservan todavía un interés patrimonial?

—Sin duda. Aunque vemos cuatro piedras, aquello era un pueblo, y se vivió allí. Como mínimo, habría que conservar lo que queda. A veces vemos que han pasado rufianes que han hecho pintadas, han roto puertas y ventanas o se han llevado cosas. Cuando un pueblo se abandona, irremediablemente se va derribando, pero si ya estámedio muerto no lo tenemos que acabar de rematar, dejémoslo tranquilo. Si lo comparamos dentro de veinte años ya veremos que queda menos de la mitad, pero es algo que no hace falta que lo aceleremos. Lo que yo recomiendo, al llegar a un pueblo abandonado, es sentarse en un poyo e imaginar que por allí pasaba gente para ir al tros, o que en aquel lugar jugaban niños.

—¿La degradación de estos lugares es inevitable, pues?

—Pienso que, en muchos iría bien, si no rehabilitar, al menos hacer una intervención para consolidar lo que queda. De todos modos he visto que en algunos pueblos se están recuperando casas o se hacen casas rurales, aunque detrás se ven los escombros, no parece que estés en un pueblo abandonado. O también tenemos el caso de El Fonoll, el pueblo abandonado que hoy es un pueblo naturista. Pero hay algunos que, irremediablemente, están perdidos.

—¿Cómo son las rutas que propone?

—Son muy asequibles, de una duración de tres horas. La más corta es de 5 kilómetros y la más larga tiene 17 y con desniveles que van de los 130 metros a los 540 metros. Todas son fáciles excepto dos, de dificultad media.

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