Diari Més

Una fábrica de embutidos artesanos de Alforja se hace un sitio en los grandes supermercados

La empresa familiar Bon Drià, con más de cien años de vida, se moderniza con una línea de producción con etiqueta propia

El propietario de la empresa de embutidos Bon Drià del Alforja cogiendo embutidos del interior de una de las neveras frigoríficas.

Una fábrica de embutidos artesanos de Alforja se hace un sitio en los grandes supermercadosACN

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La fábrica de carne y embutidos Bon Drià de Alforja ha arrancado una nueva línea de producción con etiqueta propia para hacerse un sitio en los supermercados. Su producto estrella es la longaniza, de la que se vende 2.000 kilos a la semana, bajo pedido según las demandas de los clientes. Con puntos de venta en tiendas de Reus y Barcelona, ahora el reto de esta empresa familiar es ir introduciendo sus productos, totalmente artesanales, engrandes superficies. Los primeros pasos ya están dando resultados, pero esta estirpe de charcuteros tiene claro que la clave del negocio radica en no dejar perder la esencia artesana de sus orígenes, cuando empezaron como una pequeña tienda de carne justo en medio del pueblo. Actualmente factura 1,2 MEUR.

De pequeña tienda de carne a una fábrica que suministra semanalmente embutidos artesanos a supermercados, como Caprabo, Coalimenty en una sección de delicatessende la cadena El Corte Inglés, con muy buena acogida. Los propietarios invirtieron en maquinaria para envasar y etiquetar sus productos, con la imagen de Alforja como logotipo. Si bien el 70% todavía se distribuye a granel, el envasado ya supone un 30% de la producción total. «Este 30% envasado es el que pide el mercado hoy en día», explica Uwe Von Riegen Bäder, en una entrevista al ACN.

Con raíces alemanas, Uwe y sus dos hermanos dirigen la fábrica Bon Drià. Es una empresa familiar que empezó en Alforja como una tienda de carne de cerdo con obrador que abrió su bisabuela en la plaza del Mercadal. El negocio fue creciendo con la adquisición de una cámara frigorífica y en los años 70 se expandió con una fábrica, dentro del pueblo. Disponen de una finca de 1.000 metros cuadrados en una calle empinada donde sus furgonetas se las tienen que ingeniar para poder aparcar y cargar género. Trabajan catorce personas.

«Al desaparecer el productor pequeño, nosotros apostamos por seguir haciendo el mismo producto, con la misma tradición que daba el charcutero de antes, y captamos a la clientela que busca este tipo de producto», dice Uwe. Los propietarios de la fábrica, que se abastecen de carne proveniente de mataderos catalanes, destacan que la tradición es su rasgo diferencial. «La misma longaniza que encontramos hoy tiene el mismo sabor de la dehace treinta años atrás», asegura. El 90% de sus productos se venden en el Baix Camp, y el resto se distribuye entre Barcelona y Sant Cugat.

Las ventas por la web, hoy por hoy, son mínimas. «Trabajamos mucho el boca a boca y en la zona de Tarragona somos muy conocidos», añade. Hacerse un sitio en los distribuidores de supermercados podría incrementarles las ventas un 20% o 30%. Pero tampoco quieren estar ligados de manos y pies. «No nos interesa cambiar nuestra manera de hacer, preferimos dar una calidad y seguir dando el mismo servicio a nuestros clientes que emborracharnos de éxito por una cadena de distribución que después te mantenga esclavizado, esta es nuestra filosofía», concluye.

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