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El turismo rural abre de nuevo las puertas

Los propietarios de los establecimientos confían recuperar las reservas canceladas o aplazadas

El alojamiento rural Cal Crispí de Prades.

El turismo rural abre de nuevo las puertasCedida

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«El estado de alarma me cogió justo a la vuelta de las vacaciones. Acababa de hacer una inversión muy fuerte en la casa de turismo rural porque tenía toda la primavera reservada hasta Sant Joan. Después del 4 de marzo, me empezaron a anular todas las reservas. Ahora tengo alguna para agosto, y poca cosa más». Esta es la situación con que se ha encontrado Sergi Casals, propietario de la casa rural Cal Crispí de Prades. Su establecimiento dispone de cinco habitaciones que se alquilan de manera separada, y el grueso de sus clientes son del extranjero, principalmente los Estados Unidos y el Norte de Europa. «La previsión es que estos clientes vayan haciendo reservas de cara a en octubre y el otoño», señala el empresario. Con respecto al verano, admite no saber qué pasará: «No tengo ni idea de cómo será. Tendré que contar más con el cliente de aquí, pero yo ofrezco una especie de Bed&Breakfast que aquí me cuesta un poco más de vender», y admite que está valorando «ponerse en otros tipos de negocios».

Desde que se decretó la Fase 1, los establecimientos de turismo rural pueden reanudar su actividad con la condición de no acoger a más de diez personas y de no habilitar los espacios comunes si no se puede garantizar la distancia de seguridad. Eso ha hecho que muchos establecimientos de las Montañas de la Costa Daurada, como Cal Crispí, hayan empezado a trabajar en la reapertura del negocio, pero con la incertidumbre de no saber si el turismo se reactivará y con muchas dudas con respecto a las instrucciones que les llegan desde los organismos oficiales. Así lo corrobora Jordi Gomà, técnico de Turismo del Consell Comarcal del Baix Camp: «Los propietarios nos van llamando y preguntando, pero la verdad es que vamos recibiendo informaciones un poco contradictorias, porque las instrucciones no acaban de estar del todo especificadas». Con respecto al impacto del confinamiento sobre el turismo rural, Gomà señala que a estas alturas se hace difícil de cuantificar, aunque apunta que «hay más turismo extranjero de lo que nos pensamos, sobre todo en aquellas casas más profesionalizadas». No obstante, Gomà confía en que, llegada la Fase 3, la movilidad nacional pueda compensar la posible bajada del turista internacional.

Marcel Serra, por su parte, se muestra optimista a pesar de los dos meses en que su casa, Mas Fullat d'Alforja, ha sido cerrada. Este fin de semana ya recibirán el primer grupo después del desconfinamiento. «Las cancelaciones durante el estado de alarma nos afectaron de lleno», admite, pero aunque algunas reservas se acabaron reembolsando, también hubo que se reubicaron o postpusieron. Las reservas del verano, que son mayoritariamente de gente extranjera, o bien se han mantenido, o bien se han reubicado a verano de2021. «Y, a partir del desconfinamiento, la mitad del verano que había quedado colgada se ha llenado muy rápidamente. Pensamos que, si finalmente los clientes de fuera no pueden venir, acabaremos de llenar con gente de aquí», concluye.

El Mas Fullat, en Alforja.

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