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El confinamiento en los monasterios de Cister: «Rezamos más y guardamos mayor distancia de seguridad»

La Ruta del Cister, que abraza Poblet, Vallbona de les Monges y Santes Creus, se resiente de la pérdida de visitas

Exterior de la iglesia del Monasterio de Poblet, en una imagen de archivo.

El confinamiento en los monasterios de Cister: «Rezamos más y guardamos mayor distancia de seguridad»ACN

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Los monasterios de clausura, en confinamiento, continúan su día a día. Los monjes guardan mayor distancia entre sí y no reciben visitas. Por el resto, su rutina diaria sigue siendo prácticamente la misma que antes del estado de alarma. Pero rezan más. «Hemos aumentado la plegaria y nuestro recuerdo para todos los afectados», dice el abad del monasterio de Poblet, Octavi Vilà. Poblet (Conca de Barberà), Vallbona de les Monges (Urgell) y Santes Creus (Alt Camp), los tres monasterios cistercienses, permanecen completamente cerrados a visitantes. Desde la Ruta del Cister se apunta que los recursos turísticos se verán mucho resentidos cerca la pérdida de visitas por|para el coronavirus. Se estima una pérdida de 30.000 visitantes al cabo del año.
Poblet es el monasterio mayor de la Ruta del Cister y de los dos masculinos es lo único que mantiene comunidad monástica. En el interior, a pesar del estado de alarma, la vida de los monjes es prácticamente la misma. Se juntan en varios momentos del día -seis veces en la plegaria comunitaria y tres en el refectorio de las comidas. También mantienen ratos de recreo. Lo hacen siempre guardando una mayor distancia de seguridad entre ellos. Los religiosos también hacen más llamadas a sus familiares.

«Vivimos la crisis del coronavirus con mucha preocupación», afirma el abad del monasterio de Poblet, al padre Octavi Vilà. Actualmente son 27 monjes, aunque cuatro son fuera del monasterio -dos en Roma, uno en un monasterio francés y otro, cuidando de su madre. El monje más mayor tiene 94 años y el más joven, 37. Hay cuatro mayores de ochenta años. «Es el grupo más vulnerable, si bien tal como evoluciona la pandemia nadie está libre de riesgo», manifiesta.

Afortunadamente todos se encuentran bien, más allá de algún leve resfriado, sin mayor importancia. Se mantiene un contacto permanente con el CAP de la Espluga de Francolí y la comunidad está preparada para reaccionar. Aparte de la zona de enfermería, que se ha destinado a los de edad más adelantada, se han habilitado varias habitaciones por si hubiera que aislar enfermos. La comunidad ha aumentado la plegaria y el recuerdo para afectados, profesionales sanitarios y autoridades competentes.

«La solución tiene que venir del campo médico», declara al padre abad, con convencimiento. «Y parece que no es fácil, aunque se trabaja intensamente», añade. «De cualquier situación se pueden sacar lecciones; habrá que ver cómo evoluciona para repensar si la prevención ha sido la adecuada o si se podía hacer algo más; también con el confinamiento y sus grados si han sido eficaces, la atención a los enfermos, como tenemos las personas mayores, de bien atendida, etc., opina el padre abad.

«Como sociedad también es una prueba, vivimos una situación excepcional, de confinamiento, una convivencia forzada», comenta el padre abad, que reconoce, en este sentido, que la comunidad cisterciense es privilegiada por todo el espacio que disponen. «Un problema añadido es el que san Benet denomina la murmuración -en lenguaje actual, 'fake news'-, y hace falta estar alerta con el volumen de información e intentar seleccionar fuentes fiables y evitar crear más alarma», concluye.

Los monasterios cierran, el territorio se resiente

El estado de alarma obligó a cerrar, desde el sábado 14 de marzo, todo el conjunto monástico de Poblet. Se dejaron de hacer visitas a los espacios visitables del monasterio y se cerraron la iglesia -sólo queda abierta una pequeña capilla en la plaza para ir a rezar- y la hospedería -y el restaurante. Días antes se anularon todas las peticiones de alojarse dentro del monasterio. Los monjes han ofrecido la hospedería externa a las autoridades sanitarias por si hubiera que hacer uso del espacio.

El cierre del monasterio de Poblet se resiente la marca turística de la Ruta del Cister. Es el recinto monacal más visitado de las tres comarcas que integran la Ruta. De los 160.000 visitantes del año 2019, más de la mitad fueron a visitar Poblet -en concreto, 87.000 turistas. Por otra parte, Santes Creus recibió 52.000 visitas, mientras que el de Vallbona de les Monges, el monasterio cisterciense femenino más importante de Cataluña, recibió a 21.000 personas.

Mireia Bonet, jefe del servicio de Turismo del Consejo Comarcal de la Conca de Barberà, constata la afectación negativa. «Calculamos una pérdida de 30.000 visitantes en los monasterios si esta situación dura tres meses», apunta a Bonet. La Semana Santa es tradicionalmente uno de los mejores periodos, por el flujo de turistas que atrae esta marca turística. El Consell ya trabaja en nuevas campañas para relanzar turísticamente la comarca una vez haya pasado esta crisis sanitaria.

En Santes Creus, el único monasterio cisterciense que no tiene vida monástica, también permanece cerrado al público desde el sábado 14 de marzo. «El fin de semana anterior, el 7 y 8 de marzo, se habían recibido 1.500 visitantes», destaca Marina Rañé, responsable del servicio de Turismo en el Consell del Alt Camp. «Toda esta situación afecta a una comarca que también se ha quedado sin temporada de calçotades, visitas a bodegas visitables -hay cerca de una quincena-, etc., concluye Rañé.

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