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El superviviente del fuego de Horta diez años después: «Ahora la responsabilidad no recae en el bombero a pie de incendio»

Josep Pallàs dice que falta concienciación social y lamenta que no se hayan aplicado las conclusiones de la comisión de investigación ni se haya celebrado el juicio

Josep Pallàs en su lugar de trabajo en el centro de coordinación de los GRAF en Bellaterra.

El superviviente del fuego de Horta debe años después: «Ahora la responsabilidad no recae toda en el bombero a pie de incendio»ACN

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El único bombero de los GRAF que sobrevivió a la encerrona mortal del incendio forestal de Horta de Sant Joan (Terra Alta) en julio del 2009, Josep Pallàs, cree que aquella tragedia ha servido al cuerpo para aprender lecciones en la extinción de grandes fuegos en el bosque, pero también considera que todavía falta más concienciación social y política para intentar evitar los grandes incendios. Dos de las principales lecciones extraídas diez años después de aquellas muertes son que los bomberos no lo pueden salvar todo cuando un gran fuego está descontrolado y también que el máximo responsable del operativo, Delta Zero, ya no tiene tanta responsabilidad, sino que estas responsabilidades están más compartidas. Ahora se actúa con una «estrategia más planificada» y los GRAF a pie de fuego ya no actúan de forma tanto autónoma.

En una entrevista en ACN casi diez años después de los hechos, Pallàs explica que antes los GRAF que actuaban ante las llamas tenían mucha más responsabilidad. «Ahora las responsabilidades quedan más repartidas, no todo depende del Delta Zero, que tenía que afrontar muchas dudas, preguntas y responsabilidad; ahora la cosa está más delegada, abierta y repartida, y no cae sólo la responsabilidad en el bombero que está a primera línea de fuego», detalla. «Se abordan más los incendios no sólo con una maniobra concreta --de los GRAF-- sino con una táctica y estrategia más planificada», añade.

En el mismo sentido, ya hace años que «se ha ganado la conciencia» pública que los bomberos no se pueden arriesgar delante de según qué fuegos. Pone el ejemplo del incendio de Tivissa (Ribera de Ebro), que en el 2014 quemó 840 hectáreas. Por la noche, cuando los medios aéreos no podían actuar, los GRAF se retiraron por el alto riesgo que podía haber por su seguridad, más teniendo en cuenta que no había personas ni núcleos habitados en peligro. «Los alcaldes lo entendieron», explica satisfecho.

Recordarlo, hablar y que se haga el juicio

Diez años después de aquel 21 de julio, Pallàs dice que laboralmente, físicamente y psicológicamente está recuperado y se encuentra «bastante bien» porque ha tenido tiempo de «asumir-lo, digerirlo, masticarlo», ponerlo todo «en su sitio», «hacer vida normal y tranquila» y sobre todo hablar con los compañeros, amigos y familiares. «Hemos hablado muchas veces los últimos años», dice, y añade que «duele hablar, pero hace mucho más daño no hablar». De hecho, el documental 'El gran silenci, Horta de Sant Joan,' del 2014, también les sirvió como terapia individual y colectiva. «Estuvimos cinco años callados intentando entender todo lo que pasó allí y lo que se derivó», explica, pero el documental les sirvió para que todo el mundo asumiera los hechos y la responsabilidad.

Otra manera de recordar y superar aquella fatídica fecha es visitar cada año el lugar de los hechos, donde repintan un monumento conmemorativo. Además, como mucha gente visita el lugar, quieren hacer un itinerario circular por la zona para que los excursionistas puedan conocer aquellos bosques que los atraparon de forma dramática.

Para rememorar este décimo aniversario, un grupo de bomberos, amigos y familiares han decidido crear la plataforma 'Horta 10 anys' para recoger, proponer, decidir y coordinar varias iniciativas por homenajear y recordar a los bomberos muertos en aquel incendio. En su blog y cuenta de Twitter anuncian las actividades que han hecho y harán, como una exposición itinerante de dibujos y una de esculturas con madera de olivos quemados y metal, jornadas, una carrera de montaña el mismo 21 de julio en Horta o un campeonato de voleibol playa, entre otros.

Y una de las últimas cosas que harían falta para acabar de cerrar la cicatriz, «que no se borrará nunca», es que se celebre el juicio contra los dos autores materiales del fuego, que todavía no tiene fecha fijada. «Miramos que no nos afecte, pero las cosas no se cierran hasta que se cierran del todo», dice, aunque sabe que no depende de ellos.

Mejoras para detener los grandes incendios

Laboralmente le ha ayudado seguir trabajando al cuerpo, en lo que se denomina segunda actividad, reservada a los bomberos más mayores o con alguna afectación física. «Tenemos la gran suerte de continuar en casa ejerciendo tareas, aprovechando nuestro conocimiento para devolverlo y tener una vida normal después de una situación así; si te apartaran, te hundes», asegura. Tenía experiencia operativa, pero ahora se dedica a proyectos concretos, intercambio de experiencias con otros cuerpos de bomberos o prevención, y hace guardias de coordinación de los GRAF desde la sala de control de la región de emergencias de Lleida o, en verano, desde la sala central de Bellaterra (Vallès Occidental), y alguna vez se desplaza a los centros de mando adelantado cerca de los incendios. También es uno de los encargados de estudiar los incendios una vez extinguidos, para poder extraer conclusiones, ver los errores y conseguir mejoras.

«Los bomberos de Cataluña, en diez años hemos aprendido, hemos hecho didáctica, más formación de fuego forestal, hemos tomado más conciencia de lo que afrontamos; ha sido un proceso, tocamos fondos, pensábamos que podríamos tener otro Horta de Sant Joan en todas partes, y hacer salir de aquí a 5.000 bomberos no es fácil, pero poco a poco vamos saliendo», explica. A más, la formación y la experiencia se ha completado con las aportaciones de cuerpos de bomberos de otros sitios del estado, de Europa, de Australia, de los Estados Unidos, Chile o Argentina.

Estas lecciones aprendidas de aquellas cinco muertes son las que más satisfacen a Pallàs, lecciones que se aplicaron en otros grandes incendios como los del Alt Empordà (año 2012, 14.000 hectáreas, dos muertes), Òdena (año 2015, 1.300 hectáreas), o el reciente de la Ribera d'Ebre, aunque cree que siempre hay que ser autocrítico para mejorar, y todavía se tendría que haber hecho más, tanto en la prevención como en la extinción. Sobre la extinción, cree que viendo las conclusiones de la comisión de investigación del Parlament sobre el incendio de Horta, «tendría que dar vergüenza» ver el poco que se ha hecho. «No estaría mal repasar otra vez las conclusiones», aunque cree que los diputados «se quedaron muy cortos». Admite que las dificultades presupuestarias han moderado las mejoras necesarias, pero otras cosas no dependen del dinero, asegura.

En concreto, cree que la prevención se tiene que hacer sobre todo planificando el territorio como mosaico, con pastos y cultivos, cómo pasa en comarcas como el Penedès o el Priorat, que han esquivado los grandes incendios, potenciando las economías locales para evitar el abandono y el avance del bosque.

De hecho, alerta que los grandes incendios cada vez serán más habituales y que los bomberos tienen que ser conscientes de que no los podrán parar rápido y que pueden haber muerto como ha pasado los últimos años en Grecia o Portugal. «Los bomberos estamos al límite, tenemos un cuerpo potente y preparado, pero la simultaneidad de grandes incendios forestales es nuestro talón de Aquiles», asegura. Por eso, cree que «Cataluña es un pequeño banco de pruebas, hay una variedad de incendios muy diversa, es como un pequeño laboratorio, pero también estaría bien que fuera un pequeño laboratorio para proponer soluciones».

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