Diari Més

Partidarios y detractores de la química tarraconense

La calidad del aire se convierte en una de las principales preocupaciones de los ayuntamientos que hacen caja de la industria

Un bloque de viviendas de la Canonja, en el Tarragonès, con chimeneas y antorchas del complejo petroquímico norte en el fondo.

Partidarios y detractores de la química tarraconenseACN

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La industria química de Tarragona es el polo petroquímico más importante del sur de Europa, con Repsol, Dow y Basf como principales multinacionales. Implantada hace más de cincuenta años, su incidencia en el territorio, con cerca de medio millón de habitantes en la zona metropolitana, resulta más que obvia. Entre la población, hay partidarios y detractores, una dicotomía que se palpa en los municipios donde se ha afincado la industria. Mientras el Morell se muestra más reivindicativo y alza la voz con la calidad del aire como principal obsesión, la Pobla de Mafumet acoge la petroquímica con los brazos abiertos. Son pueblos pequeños con presupuestos sobredimensionados que superan los 5 millones de euros, hinchados por el IAE que pagan las compañías. Desde que se segregó de Tarragona, la Canonja, ha pasado de barrio tarraconense a municipio rico. Convivir con la química tiene un precio.

Tarragona representa el 50% de la producción química de Cataluña y el 25% de la española. Genera unos 6.000 puestos de trabajo directos, con una repercusión directa o inducida sobre 40.000 puestos de trabajo. Más de un 50% de las exportaciones de Tarragona son productos químicos. «Es un indudable motor para la economía de las comarcas tarraconenses y su actividad es estratégica para el conjunto del tejido productivo», dice la presidenta de la Cambra, Laura Roigé. «Hace falta que promovamos Tarragona como el cluster químico más potente en el sur de Europa para atraer nuevas inversiones, consolidar las infraestructuras y ser un referente en investigación y desarrollo», añade. La institución es defensora incondicional del sector. De hecho, el vicepresidente primero de la Cambra, nombrado justo este jueves, es el director de Repsol en Tarragona, Josep Francesc Font.

La AEQT y la economía circular

Font hasta hace unos días era el presidente de la Asociación de Empresas Químicas de Tarragona. Cambra y AEQT van al unísono en la demanda de unos precios energéticos competitivos, con las redes cerradas como factor clave. AEQT vela por los intereses de las químicas y al mismo tiempo aboga por la sostenibilidad y la economía circular. Tanto Dow como Repsol disponen de planes con toda una serie de compromisos con el territorio y el medio ambiente. La compañía petrolieria ha llevado a cabo un plan de mejoras ambientales en el conjunto del complejo industrial. Según fuentes de la compañía, se ha hecho una inversión de 50 millones de euros, 31 de los cuales han sido destinados a la reducción de las emisiones de óxidos de nitrógeno. Al mismo tiempo garantizaba este mayo que seguirán haciendo análisis de la calidad del aire, a través del Eurecat y la URV, pero algún municipio recela.

Hay varios municipios que conviven con los dos complejos petroquímicos tarraconenses, el norte y sur, unidos por el rack que se construyó, para transportar los productos hasta el puerto tarraconense, donde la actividad química representa el 60% de los movimientos. Pueblos pequeños se ven beneficiados con ingresos importantes por el hecho de tener industria dentro de sus términos. El Morell y la Pobla de Mafumet, enganchados al polígono norte donde está la refinería de Repsol, disfrutan de servicios, equipamientos instalaciones fuera del alcance de cualquier pueblo de sus dimensiones. El complejo polideportivo de la Pobla, con piscinas cubiertas, jacuzzi, sauna, pistas de pádel y tenis y gimnasio, es paradigma de lo que puede representar ser un municipio industrial. En el Morell también se disfruta de una zona deportiva, un pabellón y un teatro-auditorio gracias a la química.

La visión crítica del Morell

«Nuestros municipios no serían lo que son sin la industria química», afirma el actual alcalde del Morell, Pere Guinovart (PDeCAT). Es un pueblo de 3.600 habitantes con un presupuesto de 5,5 millones de euros. Un 40% lo financia la química. Guinovart, sin embargo, cree que esta considerable cuantía de ingresos no puede dar carta blanca a la industria. Opina que el discurso sobre las bonanzas económicas de tener industria química al lado, válido durante muchos años, ha quedado «antagónico», frente una población más exigente y nuevas formas de producir más verdes. «El hecho de que nos paguen impuestos o fiestas mayores no justifica que escondamos la cabeza bajo el ala, haciendo caso omiso a las preocupaciones de los ciudadanos con la química, y ahora a las elecciones es el momento en que el ciudadano tiene voz; la industria tiene que cumplir compromisos y nosotros, exigirlos», lanza.

De un tiempo a esta parte, la calidad del aire se ha convertido en el principal caballo batalla del Morell. El municipio discrepa de la Taula de Qualitat de l’Aire del Camp de Tarragona, cree que el control por parte de la Generalitat es insuficiente y capitanea, desde hace cuatro años, junto con la Plataforma Cel Net y la UPC, un estudio propio más exhaustivo, sobre la contaminación del aire y las repercusiones en la población. «Y siempre digo que Ballesteros lo tendría que liderar», añade. Guinovart se retira de la política, cierra la lista de Junts pel Morell como último suplente y le toma el relevo el teniente de alcalde Eloi Calbet. El histórico alcalde, sin embargo, garantiza que su partido mantendrá de «línea roja» esta lucha para una mejor calidad del aire. Varios partidos políticos de Tarragona, como la CUP, también se han comprometido a hacer un estudio independiente.

Una buena convivencia «querida» en la Canonja

El posicionamiento crítico del Morell contrasta con el beneplácito que impera en la Canonja. Un 85% del polígono sur se encuentra dentro de este término municipal. «Es una convivencia forzosa y obligada, pero también deseada y querida por nuestra parte», dice al alcalde Roc Muñoz (PSC), que se presenta a la reelección este 26-M. A diferencia del Morell, la Canonja avala la Taula de Qualitat de l’Aire. La segregación con Tarragona, el año 2010, le supuso multiplicar por 1,5 su presupuesto, en un proceso bisiesto que se hace paulatinamente y que se completará el año 2025. El presupuesto de este año se sube a los 12,5 millones de euros, de los cuales 8 millones provienen de la industria. «Hemos pasado de tener deuda a tener superávit», manifiesta Muñoz. Eso permite sacar adelante grandes proyectos al pueblo, con inversiones que superan el millón de euros.

Entre estos proyectos destacan el futuro Museo del Mamut que se quiere ubicar en el Mas de l'Hort de l'Abeurador, el edificio polivalente de la Rambla 15 de Abril y la rehabilitación del inmueble del Orfeó Canongí, la obra emblemática de la próxima legislatura, donde se invertirán 3 millones y pico. «Es inevitable que haya gente contraria a la química, cuando curiosamente algunos de ellos han vivido de esta industria, pero no se da ningún movimiento contrario fuerte». La Canonja defiende la industria desde una situación ventajosa. Percibo grandes ingresos ya que la mayor parte de industria es a su término, pero convive a cierta distancia, con la N-340 haciendo de barrera. Los vientos dominantes también juegan a su favor -se ahorran malos olores. En cambio, otros pueblos la tienen más cerca, pero fuera de sus límites geográficos y, por lo tanto, sin derecho a hacer caja de la química.

Cel Net: «El poder de estas industrias es terrorífico»

Los ecologistas lamentan que el sector químico ejerza un poder «terrorífico» en las administraciones públicas y ayuntamientos. Con todo, celebran el empoderamiento de la ciudadanía en los últimos años. «Veo que la sociedad se ha apoderado un poco más de la cuestión y que los efectos sobre la salud son más graves que los beneficios que compuerta», sostiene al portavoz de la plataforma Cel Net, Josep Maria Torres. El colectivo contradice el argumento que la industria química haya generado más riqueza en el territorio, y afirma que ha sido justo al contrario. Subraya que se trata de una de las zonas más empobrecidas del país, con municipios que tienen la renta per cápita más baja de Cataluña. En este sentido, Torres apunta que tampoco hay muchos vecinos trabajando dentro del complejo industrial y que se reduce a «unas pocas personas».

Aparte, también critica que las administraciones no solucionen los episodios de contaminación. «Tenemos una fotografía clara: puntas muy graves, pero con medias que no superan los umbrales problemáticos a nivel judicial y de productos compuestos carcinógenos que suben a unos niveles que no se podrían respirar y venden hacia los municipios», precisa Torres. Delante de eso, reitera que hacen falta soluciones por parte de los gobiernos y de la industria. «Todavía vivimos en una sociedad en que es mejor tapar los problemas que afrontarlos, tanto la administración como los municipios lo que quieren es que sea tabú», lanza el portavoz de los ecologistas. Sin embargo, se muestra optimista porque dice que se está instalando una industria no contaminante en el territorio. Además, según su opinión, el complejo tiene los días contados porque la industria del petróleo decae y que acabará cerrando.

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