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Una inquilina se encuentra de repente con su piso en venta sin aviso previo

El cambio de propiedad de buena parte de un edificio de Vila-seca después del estallido de la burbuja le ha provocado muchos quebraderos de cabeza

El edificio afectado, en el número 14 de la calle Verge de la Pineda, en Vila-seca.

Una inquilina se encuentra de repente con su piso en venta sin aviso previoGerard Martí

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En octubre de 2008 una vecina que quiere permanecer en el anonimato, M. R., alquiló un piso en Vila-seca, concretamente en el número 14 de la calle Verge de la Pineda. Once años después, una agente inmobiliaria tenía las llaves del piso para enseñarlo a nuevos compradores. En medio de todo, un calvario que todavía no se ha acabado.

El contrato inicial lo hizo a una empresa local, de nombre GENTUR, que cedió sus activos inmobiliarios en el 2012 en PORALGRA y, más tarde, a Building Center –de Caixabank. Todo, sin haber firmado ningún otro contrato que el original, que permitía la prórroga anual. En cada ocasión ha tenido que negociar mantener la cuota, entre 400 y 500 euros, y lo que inicialmente era una problemática común de todo el edificio se ha ido fracturando. Los propietarios iniciales pudieron vender a tiempo algunos de los pisos, mientras que otros han ido pasando de mano en mano con todas las notificaciones correspondientes a los inquilinos y de otros simplemente se han marchado. Los pisos que son todavía del banco pasaron primero a la sociedad Building Center, propiedad de Caixabank, mientras que más tarde fueron vendidos al fondo buitre Lone Star y a su filial Coral Hombres. Algunas de las viviendas de este edificio se encuentran ocupados irregularmente, de otros vacíos y con puerta blindada, y unos terceros con vecinos preocupados porque a pesar de pagar se encuentran en una situación de inseguridad.

Durante todo este tiempo, M. R. ha recibido amenazas de todo tipo. En enero de 2012 apareció un hombre en su casa, propietario de PORALGRA, con un nuevo contrato con nuevas condiciones y que tenía una firma «falsificada».

Ella se negó a aceptarlo. Más tarde se entera de que Hacienda había embargado el negocio a través de una carta que le llega a casa pidiendo que a partir de entonces los pagos los hiciera en otra cuenta corriente. Eso no evitó, dice, un «acoso» constante a una docena de vecinos de los cuales ahora tan sólo quedan dos.

Su vivienda se la acabó quedando Building Center, una sociedad empresarial que nunca le llegó a responder y, finalmente, los llevó a juicio ante la incertidumbre y el incumplimiento del contrato, que les obligaba a hacer reformas. Una sentencia de julio de 2017 obligó en la empresa a hacer las obras y a aceptar el contrato en vigor.

La última amenaza documentada se produjo en octubre de 2018, cuando al llegar a su domicilio se encontró una carta firmada por Servihabitat –también de Caixabank- diciendo que lo estaban buscando. En una llamada por teléfono, le trasladaron que hacía tres años que intentaban actualizar su contrato de alquiler, pero que no la habían encontrado, aunque la gestora de las viviendas, Building Center, no respondía ni correos ni llamadas.

«Yo no he dejado de pagar el piso ni un solo mes», asegura. Mientras tanto, a principios de este año detecta que Coral Homes, a quien Caixabank vendió el 80% de sus activos el mes de diciembre pasado, está comprando algunos de los pisos. Se rumorea, dice, para hacer pisos turísticos. Al mismo tiempo, Servihabitat da llaves de su piso en unas fincas para que enseñe las viviendas a nuevos compradores. «Nadie te avisa de nada», dice, «de sopetón pasas de alquilar un piso a una inmobiliaria del pueblo, esta vende tu piso y para hablar con la propiedad lo tienes que hacer con una empresa que tiene sede en Madrid», se queja.

Por todo ello cree que está siendo víctima de acoso inmobiliario. «Estoy buscando piso, pero ahora mismo no hay nada por debajo de los 600 euros y yo no lo puedo pagar», dice.

Los fondos buitre se han hecho los amos|dueños del mercado inmobiliario a raíz del estallido de la burbuja el año 2008. Dado que no tienen sedes con a quién contactar, los inquilinos dicen sentirse indefensos dado que no se preocupan por el estado de los inmuebles ni por la aparición de ocupas o de otras incidencias.

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