Diari Més

Pep Gorgori: Portavoz del 'VI Festival Internacional d'Orgue' de Poblet

«Es impresionante que alguien pensara en juntar 3000 tubos en un armario y los hiciera sonar»

Los días 17 y 24 de noviembre se harán las dos últimas sesiones del festival con el impresionante órgano Metzler del Monestir de Poblet

El barcelonés Pep Gorgori es musicólogo, periodista y gestor musical.

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—Un año más, Bach es el eje central del festival.

—Sí. Bach es una referencia para los aficionados a la música clásica en general, pero sobre todo para los organistas y aficionados a la música de órgano. En su época cogió todas las tradiciones que entonces había en Europa y las asimiló, creando una obra descomunal: si juntáramos toda su música para órgano llenaríamos casi 24 horas seguidas. Además, en Poblet tenemos un órgano pensado especialmente para interpretar la música de las escuelas europeas de la época del Barroco y de la música de Bach, que como he dicho, las reúne en todas.

—El próximo concierto del Festival será el sábado 17 de noviembre. ¿Quién será el intérprete y qué programa ofrecerá?

—Será Daria Burlak, un organista joven con una trayectoria bastante destacable y francamente importante con respecto a los premios que ha ido recibiendo. Propone un programa con música de Bach, pero también de Domenico Scarlatti, uno de los grandes compositores preclásicos de música para teclado. Sus sonatas se interpretaban sobre todo con clavicémbalo, y más modernamente con piano, pero es menos habitual escucharlo en la versión para órgano. Por lo tanto, es una oportunidad muy peculiar de escuchar música de Bach combinada con música de Scarlatti.

—El 24 de noviembre ha confirmado la presencia del reconocido organista Christian Schmitt. ¿Se trata también de una ocasión única?

—Sí, hasta el punto que nos estamos encontrando lo que no nos había pasado nunca en el festival: están volando las entradas. Schmitt es una figura emergente bien conocida entre los aficionados al mundo del órgano, fue distinguido por la Red Europea de Auditorios ECHO, que cada año reconoce jóvenes talentos de menos de 34 años y los programa por todos los auditorios de la red. Eso le dio mucha visibilidad en Europa, y ahora todavía mantiene una actividad de conciertos impresionando. En Poblet nos propuso un programa bastante variado, donde destaca el diálogo con música del siglo XX, de Jean Langlais pero sobre todo de Arvo Pärt, un compositor muy popular que todavía está vivo, y del cual interpretará su ‘Annum por annum’, que no está pensado originalmente para órgano, pero sí que es música para teclado, y veremos cómo suena interpretada por Schmitt.

—El órgano de Poblet es una pieza única no sólo en Cataluña, sino en toda la península. ¿Por qué?

—Primero, porque todos los órganos son instrumentos únicos, no hay una fábrica de órganos donde puedas comprar un determinado modelo y todos suenen igual. La ubicación de cada órgano es diferente, hay que van a la tribuna, otros en el coro... por lo tanto, se adapta a las características del espacio. Después, cada sitio tiene unas condiciones acústicas: si pusiéramos el órgano de Poblet a Montserrat, sonaría totalmente diferente. En Poblet tiene una sonoridad muy especial y una reverberación muy adecuada. Y, finalmente, el hecho de que esté en Poblet marca una distancia física, que te obliga a aislarte mentalmente, es un lugar muy especial. El órgano de Poblet es de la firma suiza Metzler, una casa especializadísima en restaurar y construir órganos al estilo del barroco francés y alemán como es el de Poblet. En toda la península sólo hay este.

—La música de órgano es accesible para todos los públicos? ¿Qué le diría, a alguien que no lo ha escuchado nunca en concierto?

—La música de órgano tiene una pátina religiosa inevitable, porque la conocemos sobre todo en la iglesia, aunque cada vez se oye más fuera, por ejemplo en auditorios, y hay muchísimas obras profanas. Es una música excelentísima. Para perder el miedo, lo mejor es ir a Poblet, entrar en su majestuosa basílica y maravillarse con los sonidos y la reverberación. Y también del hecho de que alguien pensara que era oportuno juntar 3.000 tubos dentro de un armario y hacerlos sonar. Es una música envolvente e impresionante. Sin embargo, si al final no os gusta, no sufriréis mucho rato, porque los conciertos del festival duran entre 45 y 50 minutos.

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