Diari Més

Arranque tímido de la temporada de calçots con previsión de igualar los 14 millones de cebollas del 2017

Restaurantes de la zona se apresuran a servir los primeros calçots mientras muchos campesinos todavía no arrancan por la humedad

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La temporada de calçots en Valls arranca este año tímidamente. Como cada año, ya en noviembre, algunos restaurantes se adelantan y quieren ofrecer los primeros calçots del año a sus clientes. Pero a veces demanda y oferta no van al mismo ritmo y este año el cultivo, en general, todavía no está del todo a punto. Los productores, la mayoría en plena cosecha de la oliva, apuntan que las lluvias y el exceso de humedad han afectado al proceso de calzado y que el calçot necesita más tiempo en la tierra, si bien algunos campesinos puntualmente ya han empezado a arrancar. Desde la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Calçot de Valls se confía poder alcanzar la misma producción del año pasado, entre 14 y 15 millones de calçots etiquetados.

«Si conseguimos esta cantidad ya podemos estar contentos», afirma a la ACN al presidente de la IGP, Francesc Amill. La cantidad y calidad del calçot, sin embargo, está garantizada, según la IGP. Aunque las lluvias hacen retrasar el calçot -muchos campesinos todavía no lo han podido calzar o sólo han hecho una calzada-, la lluvia, el frío y el sol son buenos para el cultivo y se confía iniciar la cosecha a finales de mes. «De hecho, al campesino tampoco le interesa cogerlos tan pronto porque, si ahora los avanzas, después se te hacen demasiado grandes y, en plena temporada, en el momento álgido entre enero y febrero, cuando hay más demanda, ya no los podrías vender», dice Amill. «Este año nos hemos ahorrado regarlos, y eso también está muy bien», añade.

Con respecto a los precios, se mantendrán estables respecto de años anteriores: en torno a los 12 céntimos por unidad. En la cooperativa de Valls todavía no hay manojos de calçots, pero ya empiezan a recibir peticiones. «Estamos empezando y cuesta encontrar con las medidas y con el tiempo que tiene que ser; la demanda es lo que manda y tenemos que correr, pero el tiempo nos tiene que acompañar y hay que ir paso a paso, de hecho hace una semana que hemos empezado la campaña de la oliva y mientras el campesino espera que los calçots avancen», explica al gerente de la cooperativa, Joan Linares. Desde la cooperativa se venden, cada año, medio millón de calçots a particulares. También se atienen pedidos de fuera del país. Un 5% se vende por Internet.

La temporada de calçotades mueve un volumen de negocio de unos 12 millones de euros, según datos de la Cámara de Comercio. Una cincuentena de restaurantes de la comarca ofrecen calçotades. Hay unos cuantos que se apresuran a ser los primeros, como Casa Fèlix, Masia Buey o Cal Ganxo, donde quieren ofrecer los calçots más tiernos y explotan al máximo el producto. Incluso se han introducido las raíces del calçot como condimento, recuerda Amill. Se estima que unas 350.000 personas van a degustar la calçotada, desde noviembre a abril. Durante el calendario quedan fijadas dos fechas: el arranque simbólico del primer calçot, que se hará el 24 de noviembre, y la Festa de la Calçotada, el próximo 27 de enero.

Se calcula que se alcanzarán entre 14 o 15 millones de calçots etiquetados bajo la marca de la IGP, una cifra, sin embargo, que se dispara si se cuentan todo el resto de calçots que se producen en la zona y que, desde la Cámara, se estima en unos 60 millones más -sin registrar. Por lo tanto, la producción global se situaría en los 70 millones de calçots. La IGP, que aglutina una cincuentena de campesinos de cuatro comarcas del Camp de Tarragona -Alt i Baix Camp, Tarragonès y Baix Penedès-, sigue haciendo estudios para conseguir un calçot de máxima calidad. «Se están obteniendo muy buenos resultados, buscamos el calçot número 10; costa, pero estamos luchando para que nuestro calçot sea el mejor y diferente a los demás», concluye Amill.

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