Diari Més

La incertidumbre y la pandemia hacen prever una caída de la participación de los catalanes en el exterior

Los expertos apuestan por el voto por correo como una alternativa segura para el 14-F y defienden que el sistema está preparado

Instante en que una mujer deposita su voto.

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En las trabas habituales para votar con que se encuentran los catalanes en el exterior, este año se suma la incertidumbre sobre si los comicios acabarán siendo el 14 de febrero y las restricciones por la pandemia. Todo hace prever una caída de la participación de los electores que están en el extranjero. Así lo apuntan los expertos consultados por el ACN, que también apuestan por el voto por correo como una alternativa segura para el 14-F y defienden que el sistema está preparado para gestionarlo. Finalmente, claman por una ley electoral catalana que haga que el proceso no esté sometido a la interpretación «restrictiva» de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) que creen que hace la Junta Electoral Central (JEC).

El profesor de Ciencia Política de la UB Josep Maria Reniu asegura que los obstáculos que tienen que pasar los catalanes que viven en el extranjero para rogar el voto y emitirlo «son de nivel olímpico» y que, con la pandemia «se han multiplicado por 10». El profesor de Filosofía del Derecho de la UPF Josep Lluís Martí cree que estos factores supondrán una bajada muy significativa de la participación. El baile de fechas electorales también puede haber propiciado que haya habido electores que no hayan hecho la solicitud a tiempo -el plazo acabó el martes, una vez ampliado-, si han confiado o dado por hecho que se aplazarían al 30 de mayo.

La norma, reformada en el 2011, establece que los residentes en el exterior, temporales o ausentes, tienen que solicitar el voto. Eso «sólo ha conseguido hacer caer de manera dramática la participación», apuntanlos expertos consultados. «Los ciudadanos que viven en el exterior tienen que demostrar que quieren participar y eso rompe la simetría con los ciudadanos del Principado», ha reparado Reniu. Con la modificación «se complicó más, en lugar de simplificarlo», coincide Martí, que alerta que los trámites para poder votar, sin una garantía que el voto llega finalmente al colegio, pueden alargarse durante semanas.

Por todo ello, reprochan a la Junta Electoral Central, en esta ocasión con las restricciones sanitarias y la incertidumbre política añadidas, que haya hecho una interpretación de la LOREG tan «restrictiva», «conservadora» y «rígida». A modo de ejemplo, el Departamentd'Exteriors propuso que los catalanes en el exterior recibieran antes el sobre y la tarjeta censal y después pudieran imprimirse ellos mismos las papeletas y votar, para agilizar el proceso. Y la JEC lo rechazó.

Reniu considera que la JEC tenía margen de maniobra y Martí corrobora que las leyes siempre se tienen que interpretar cuando cambian las circunstancias, como en este caso. El profesor de Filosofía del Derecho de la UPF cree que con estas decisiones, que quieren ser «garantistas», se acaba desincentivando el voto».

La solución, señalan, pasa por una ley electoral catalana, que haría que el proceso no quedara sujeto a la LOREG, que definen como «imperfecta». El voto electrónico también es uno de los caminos a recorrer. Martí explica que, con la pandemia, habría sido «la solución a los problemas de seguridad» actuales y que es una vía segura, de la misma manera que se firman ahora digitalmente contratos o se pagan multas.

Unas elecciones con una baja participación

Reniuy Martí admiten cierto «temor» para que la participación sea baja. El profesor de Ciencia Política de la UB reconoce que es muy difícil que el 14-F se consiga una participación parecida a los comicios anteriores, el 21-D, en el 2017, en que se fregó el 80%: «El contexto no está políticamente tan tensado y la situación de la pandemia puede hacer que haya algunos ciudadanos que tengan ciertas dudas». Martí plantea que si la situación epidemiológica empeora y sin embargo el TSJC decide mantener la fecha del 14-F, entonces «podría pasar que hubiera votantes que no quisieran asumir el riesgo de ir a votar, aunque sea muy bajo». Mientras que Martí no se atreve a poner un umbral, Reniu apunta que será satisfactorio si la participación del 14-F supera el 60%.

Aunque una abstención no significa que los comicios sean ilegítimos, los dos recuerdan que la poca participación sí que «afecta a la legitimidad de las elecciones» y sus resultados. Y recuerdan que los ciudadanos tienen dos vías para participar, sea por correo, de manera anticipada, o el 14-F en los colegios electorales, atendiendo las medidas que el Gobierno prevé para garantizar la seguridad.

Los expertos celebran los cambios introducidos para facilitar el voto por correo en medio de la pandemia y esperan que se consoliden y amplíen. Por una parte, ven con buenos ojos que se pueda hacer la solicitud de manera telemática, con el IDCat digital, y también que se haya ofrecido al elector la posibilidad de entregar su voto al cartero en el momento en que este le entrega la documentación, evitando un nuevo desplazamiento a las oficinas de Correus. El voto postal, que los expertos recomiendan que se incentive tanto desde el Gobierno como desde los partidos durante la campaña electoral, es «la única manera que deja la LOREG para esponjar los colegios electorales» el 14-F, según Martí.

Se espera que el voto por correo, que se podrá solicitar hasta el 4 de febrero, se incremente en estos comicios. Los expertos coinciden en que el mecanismo de Correos, que se ha reforzado para esta campaña, está preparado para gestionar el voto postal, un voto que es seguro. No se prevé que este aumento pueda llegar a reflejarse de alguna manera concreta en los resultados.

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