Diari Més
Juan Cal

Autor de 'Generación 1974' (Editorial Milenio)

Cultura

«La novela es el reflejo de un momento histórico que nos empujaba a la revuelta»

La tercera novela de Juan Cal se adentra en los últimos años del franquismo y describe la lucha en la clandestinidad de los jóvenes de la época

Juan Cal ha estado siempre vinculado al periodismo y es director ejecutivo de 'Segre'.

«La novela es el reflejo de un momento histórico que nos empujaba a la revuelta»Leo Delshams

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—¿A quien hace referencia, el título de su novela, ‘Generación 1974’?

—Hablo de la gente que vivió la experiencia universitaria de aquel año, el 74, que fue aquel que se acabó conociendo como el Calendario Juliano. Es un curso que empezó en enero y acabó en junio, pero en realidad fue el año que nos matriculamos cuando se producía el atentado de Carrero Blanco y nos matriculamos para el curso siguiente con el atentado de la calle Correos en Madrid. En medio, estuvo el asesinato de Puig Antich. Digamos que fue un año muy convulso dentro del final del franquismo.

—¿Fue una época que Usted vivió de cerca?

—Sí, por edad pertenezco a esta generación del 74, y me parezco mucho a alguna de la gente que sale a la historia. La novela está hecha a partir de hechos reales de la gente próxima, que conocí en aquella época en Madrid, en que yo estaba matriculado en la Universidad Complutense.

—¿Cómo era el ambiente universitario en aquel contexto político?

—Me imagino que era un poco como siempre han sido las universidades, pero en aquel momento, cualquier movimiento antifranquista tenía que ser necesariamente clandestino. Además, la acción de la policía era muy dura y la facultad estuvo cerrada muchos meses como consecuencia precisamente de las luchas contra el régimen, sobre todo en la época en que se produjo el asesinato de Puig Antich, cuando la gente salió más a la calle a hacer acciones. Entonces, en las universidades, quizás había menos gente que ahora, pero eran personas mucho más concienciadas políticamente.

—Los protagonistas de su novela son Lucas, un joven que se introduce en la lucha clandestina, y Amaia, militando de ETA. ¿De qué manera confluyen sus acciones?

—En realidad, el libro está formado por dos historias que circulan en paralelo. Las separo de manera que una está dividida en actos, como un drama, y la otra en capítulos de una historia. El drama es la vida de la mujer, de la cual Lucas es prácticamente un testimonio. Lo que importa es la vida de ella, la tragedia que tiene que vivir para huir de todo el mundo, sintiéndose sola, perseguida y abandonada. Es una historia muy dura que, además, demuestra que el machismo está en todas partes, incluso en organizaciones que se podrían considerar de izquierdas.

—Han pasado casi cincuenta años desde aquel 1974. ¿Cómo es su mirada desde el 2020?

—Mi voluntad no es hacer revisionismo. No juzgo lo que pasó entonces con la mirada de hoy, y analizando si estaba bien o no. Creo que es más honesto mirar tal como lo veíamos entonces. Pienso que, por ejemplo, el atentado de Carrero, entre los jóvenes de aquella época, produjo una cierta alegría. La ETA de aquel atentado es muy diferente de la del atentado de Hipercor, yo no sabía que tendría que venir aquello, y por lo tanto la mirada que tuvimos sobre los hechos de Carrero fue muy diferente de la actual. Mi preocupación no es valorar si aquel momento fue bueno o no, y aunque a veces pienso, no intento justificar lo que hicimos. Éramos jóvenes, había un régimen criminal, y aquel fue seguramente el año más criminal de nuestras vidas. Eso nos empujaba a la revuelta, a protestar y a luchar, y la novela es un reflejo de todo eso.

—Con esta mirada, ¿qué valoración hace, ahora, de la Transición, que está siendo fuerza cuestionada?

—Todos, siempre, creemos que lo que hicieron nuestros abuelos o padres era mejorable. Pero yo no pretendo ajustar las cuentas. Sí que me interesa la memoria, siempre he pensado que tiene una capacidad de producción literaria extraordinaria y admiro a los escritores que la trabajan como un material literario. El resto es discutible. Yo defiendo lo que se hizo porque intento ser coherente con mi trayectoria, pero tampoco creo que sea malo que los jóvenes de hoy pongan en duda lo que ha pasado. Así es como adelantan las sociedades, dudando de lo que han dejado nuestros antecesores.

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