Diari Més

Triple oferta independentista para el 10-N: entre el diálogo y la «rebeldía»

Los dos socios del Gobierno, JxCat y ERC, llegan a la cita del 10 de noviembre sin una hoja de ruta clara, la CUP, por primera vez, quiere desembarcar en Madrid

Reunión de la Mesa del Parlamento del 22 de octubre del 2019

JxCat, ERC y CUP pactan que el Parlamento «reitere» la defensa de la autodeterminaciónACN

Publicado por

Creado:

Actualizado:

Tampoco en esta ocasión habrá unidad independentista en las papeletas que se amontonarán en los colegios electorales el 10N. En realidad, habrá más oferta que nunca en unas elecciones generales: la CUP, por primera vez, quiere desembarcar en Madrid y compite con ERC y JxCat.

Incapaces de acordar una estrategia institucional unitaria en respuesta a las condenas a los líderes independentistas dictadas por el Tribunal Supremo, los dos socios del Govern, JxCat y ERC, llegan a la cita del 10 de noviembre sin una hoja de ruta clara, sin un plan concreto para conducir el 'procés' hacia otro reto histórico.

A falta de horizonte, sus mensajes de campaña se centran principalmente en reivindicar dos conceptos: autodeterminación -sin concretar cuándo ni cómo- y amnistía, y para su consecución no apelan a la vía unilateral, sino a un diálogo con el Estado que el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez no está dispuesto a abrir si es para hablar de estas dos cuestiones, que considera innegociables.

Frente a la bandera inconcreta de la autodeterminación, la amnistía y el diálogo, que enarbolan tanto ERC como JxCat -en unos programas parecidos que piden ser más fuertes para condicionar al Gobierno-, la CUP ha tomado una decisión sin precedentes: salir del ámbito territorial catalán y presentarse a unas generales.

Se puede decir que el 28A hubo un primer ensayo, la coalición Front Republicà, una amalgama que aglutinó al exlíder de Podem Catalunya Albano Dante Fachin -cabeza de lista-, al Partido Pirata y a Poble Lliure, organización integrada en la CUP. La iniciativa cosechó 113.000 votos y se quedó a las puertas de obtener escaño.

De entrada, las expectativas de la CUP son mucho más elevadas: un reciente sondeo de El Periódico le concedía hasta cinco diputados.

La izquierda independentista y anticapitalista juega con el viento a favor, tras una sentencia del 'procés' que ha tensado las costuras emocionales de las bases soberanistas.

El vacío de liderazgo en la respuesta institucional a la sentencia -el president de la Generalitat, Quim Torra, llegó a formular una propuesta en el Parlament sin haberla consensuado y no recabó el apoyo explícito de nadie- ha sido ocupado por la calle.

La plataforma Tsunami Democràtic, con el acompañamiento inicial del independentismo oficial, quiso encauzar las protestas, pero su protagonismo duró apenas un día, el 14 de octubre, cuando se publicó la sentencia y una multitud colapsó los accesos al aeropuerto de El Prat.

A partir del día siguiente, Tsunami cedió la iniciativa a los CDR, cuyas movilizaciones, secundadas mayoritariamente por jóvenes -en muchos casos, adolescentes-, fueron derivando en disturbios y choques con la policía cada vez más violentos.

Unos disturbios que, al tiempo que agrietaban el relato independentista de la no violencia, también incomodaban al Govern, que tardó días en asimilar unos acontecimientos que han ahondado la brecha interna entre ellos e incluso en el seno de JxCat, donde hay división entre sectores favorables a la dimisión del conseller de Interior, Miquel Buch, y el PDeCAT, que ha cerrado filas con él.

Quien no ha tenido inconveniente en reivindicar las acciones de los CDR y arremeter contra la «represión» de los Mossos d'Esquadra es la CUP, que puede aprovechar la polarización de estas últimas semanas para ampliar sus apoyos electorales.

Sus argumentarios de campaña hablan, como ERC y JxCat, de autodeterminación y amnistía, pero no utilizan la palabra «diálogo», que ven «completamente vacía de contenido» cuando se trata de apelar a una negociación con un Estado que consideran «irreformable».

La CUP, con la exdiputada en el Parlament Mireia Vehí -estuvo allí en la legislatura del 1-O- como cabeza de lista, defiende «extender la rebeldía y combatir el régimen» y promete ser «ingobernable».

Los socios del Govern, ya sin sus presos en las listas -inhabilitados-, concurren con roles invertidos: ERC cultiva su imagen como partido de la centralidad soberanista, en busca del votante pragmático que en su día fue fiel a Convergència, aunque ello pueda provocarle fugas de los sectores menos moderados.

La cabeza de lista de JxCat, Laura Borràs, se encarga de recordar veladamente en sus mítines que ERC ofreció «a cambio de nada» sus votos para investir a Pedro Sánchez tras el 28A y se reafirma en que ella no lo hará tras el 10N.

ERC, que concurre con Gabriel Rufián como número uno, evita entrar en el cuerpo a cuerpo, aunque si conviene defenderse saca a colación el pacto de JxCat y el PSC en la Diputación de Barcelona.

La CUP, mientras tanto, sitúa a ERC como «partido de centro» que emula a CDC y denuncia que tanto republicanos como sectores de JxCat buscan un regreso a los años de «paz pujolista».

El resultado que obtengan el 10N clarificará sus opciones de cara a unas próximas elecciones catalanas que voces independentistas auguran para el primer semestre de 2020, sea por una inhabilitación de Torra o por no haber podido aprobar los presupuestos.

tracking