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Un cabo explica que en el cuartel de Gandesa hubo otros «actos de fustigament» con concentraciones en el exterior

Un guardia civil dice que el lanzamiento de un fardo incendiado en Igualada lo hizo temer «una escalada» en las acciones

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Un guardia civil de Igualada ha explicado que temieron que hubiera una «escalada» en las acciones contra los cuarteles después del lanzamiento de un fardo con ropa militar incendiado en las dependencias de la capital de la Anoia. El agente ha explicado que después de esta acción hubo familias residentes en el cuartel cambiaron ubicaron los dormitorios de sus hijos en zonas «interiores». Otras guardias civiles han relatado acciones de «hostigamiento» a la comandancia de la Travesía de Gracia y en Gandesa, donde también hubo una pintada con la palabra 'Votaremos', y ha remarcado «la afectación» sobre las familias que viven en los cuarteles. Algunas defensas han intentado cuestionar que la pintada o el fardo incendiado pudieran tener nada que ver con el proceso, pidiendo a los testigos con qué dato lo vinculaban. Marchena, sin embargo, lo ha detenido pidiendo no pedir al testigo que haga «razonamientos».

Uno de los guardias civiles (TIP W52137L) que ha declarado este jueves por la tarde al Tribunal Supremo ha explicado que estaba de servicio la noche del 28 de septiembre, cuando vio «llamas» por un monitor en uno de los patios del cuartel. A preguntas de la abogada de Jordi Cuixart, Marina Roig, ha explicado que era «un fardo de ropa militar del ejército español». Cuando vio las llamas, empezó a dar «la voz de alarma correspondiente» y avisó a los bomberos, aunque compañeros suyos «sofocaron el fuego enseguida».

El agente ha explicado que él no vio el fardo –sólo las llamas a través del monitor-, pero que sabe que fue examinado por los Tedax y por un equipo de la policía judicial. También ha dicho que supo, por las diligencias, que el fardo estaba «impregnado de combustible». La valla del cuartel, ha añadido, tiene un tamaño de dos metros y desde fuera se ve lo que hay dentro. Sobre el autor del lanzamiento, ha dicho que era una persona que iba con la cara tapada.

El espacio donde cayó el fardo incendiado es un «pequeño patio» donde hay «cables eléctricos» y donde «el viento arrastra maleza, hojas secas.» De hecho, ha reconocido que el primero que pensó es que se podrían haber incendiado algunas hojas, y que «temió» por los cables eléctricos porque en la zona también había garajes y podía haber «combustible».

A preguntas del fiscal, ha dicho que se podría haber dado «la casualidad» que pasara alguien, porque «a veces puede caer algún objeto por la ventana» porque «hay niños». De hecho, ha asegurado que este episodio afectó «bastante» a la vida cotidiana del cuartel y que «muchas familias» ubicaron los dormitorios de sus hijos en partes «más interiores» que daban a otra parte del edificio. «Ya estás pendiente y con nervios porque pueda haber una agresión similar, quizás había una escalada», ha dicho.

El guardia civil ha dicho que hubo algunos ciudadanos que mostraron «preocupación» hacia ellos y les trasladaron su «apoyo», pero que no recuerda que recibieran de ningún político.

«Se había perdido la vergüenza»

El mismo guardia civil ha explicado que en el cuartel de Igualada hubo concentraciones varios días desde el 20 de septiembre hasta principios de octubre, un hecho que «varia mucho la vida cotidiana». «Los familiares de los guardias civiles que vivían en el cuartel se tenían que plantear como volver al trabajo, qué se encontrarían», ha dicho, «y los niños al volver en la escuela tenían que tener una cierta previsión de cómo llegar». Además, ha añadido que, en una de las concentraciones, también hubo bomberos, que «sacaron los camiones y ponían las sirenas, y que algunos de ellos hicieron «fotos» y «enfocaban con el móvil lo que estaba pasando».

Para el guardia civil, la actitud de la gente que se concentraba delante del cuartel era de «falta de respetos». «Se había perdido la vergüenza totalmente, insultando y amenazando», ha remachado.

Marchena para estrategias de defensa

Durante este interrogatorio, Marchena ha cortado las preguntas del abogado Jordi Pina que ha preguntado al testigo qué elemento le infiere que el lanzamiento de este fardo incendiado «tiene que ver con el proceso o la independencia». Marchena ha pedido a Pina no pedir al testigo «sobre razonamientos». «Los razonamientos que la gente pueda expresar en la sala ni les vincula ni a ustedes, ni a nosotros ni a nadie», ha dicho, «el tribunal hará sus propias inferencias».

De hecho, previamente también ha cortado el abogado de Junqueras y Romeva, Andreu van den Eynde, cuando este ha preguntado a un cabo de Gandesa si tenía «algún dato» que pudiera relacionar a los autores de una pintada en el muro del cuartel con la inscripción 'Votaremos' con la ideología independentista. Marchena le ha pedido que «no pregunte sobre la ideología de la persona que hacía la pintada, no tiene ningún interés». A preguntas del fiscal, el cabo ha explicado que la pintada se hizo el 24 de septiembre en la valla perimetral por parte de dos personas que iban «encapuchadas» que no se pudieron identificar. Sobre este hecho, ha dicho que «se recogieron imágenes estáticas, no de vídeo», pero que no las dio a nadie porque nadie las pidió.

Además, el cabo también ha explicado que en el cuartel de Gandesa hubo otros «actos de fustigamiento» con concentraciones en el exterior. Una de ellas, ha explicado, con la participación de entre «15 o 20» tractores u otra maquinaria agrícola. En algunas concentraciones, ha dicho, los manifestantes gritaban 'Bote, bote, bote, español quien no bote' o cantaban Els Segadors, y que también se oyeron gritos como «asesinos o hijos de puta». El cabo ha añadido que en el cuartel hay 10 viviendas y que «para las familias no es agradable escuchar que al padre o al marido les están impidiendo el paso porque hay una manifestación». De hecho, ha dicho que durante las concentraciones, alguna de las cuales duró unos 25 minutos, no era «ni posible ni aconsejable» salir del cuartel.

Concentraciones en Travessera de Gràcia

Un sargento de la Guardia Civil también ha relatado la concentración que hubo el 21 de septiembre ante|delante de la comandancia de la Guardia Civil en Barcelona, donde había detenidos del 20-S. Ha explicado que la noche del 21 al 22 de septiembre se concentraron entre 200 y 300 personas, y que allí, además de las dependencias oficiales, también había domicilios de guardias civiles. El guardia civil ha declarado que la concentración acabó pasadas las cuatro de la madrugada, mientras que la abogada Marina Roig ha remarcado que en las diligencias consta que finalizó a las doce y media.

El sargento, que ha añadido que también hubo protestas otros días, ha explicado que los manifestantes les decían «perros, fascistas, alguno que otro hijo de puta» y los gritaban 'Fuera de las fuerzas de ocupación' y 'Las calles serán siempre nuestras'. Sin embargo, ha respondido a Vox que no hubo «ningún» intento de asaltar las dependencias de la Guardia Civil, y Pina ha preguntado porque no se incluyeron expresiones como «perros o hijos de puta« en ningún escrito de la Benemérita. También ha admitido a Pina que no hubo ningún guardia civil lesionado.

A pesar de decir que él no vive en el cuartel, ha dicho que durante las concentraciones «las familias con niños estaban allí dentro» y que estaban «limitados para salir» porque la gente increpaba. El sargento ha dicho que el 21 de septiembre vio al menos a dos patrullas de Mossos, pero no ha podido dar detalles sobre si la policía catalana hicieron algún perímetro de seguridad, porque él estaba a su puesto de trabajo y mantenían un «contacto limitado».

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