Diari Més

Así es la metamorfosis de un hongo para poder infectar nuestro cerebro

Las meningitis micóticas son enfermedades provocadas por hongos adaptables

Los estudios mejoran la capacidad del cerebro, pero no impiden su envejecimiento.

Un estudio demuestra que estudiar no consigue frenar el envejecimiento y la reducción del cerebroPixabay

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Las meningitis micóticas, o provocadas por hongos, son un problema poco común, pero muy grave y peligroso. En esencia, consisten en la infección por distintas especies de hongos de la meninges, la membrana que recubre nuestro cerebro, y pueden provocar complicaciones como convulsiones o incluso la muerte.

La especie de hongo que más frecuentemente provoca meningitis en humanos es Cryptococcus neoformans. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos) ha descubierto cómo este minúsculo invasor viaja a través de nuestro organismo y se transforma en el proceso.

Tal y como describen en un artículo publicado en la revista académica Cell Host & Microbe, las células de C. neoformans en los pulmones, vía por la que ingresan en el organismo, son de diversos tamaños y apariencias. Sin embargo, las células del mismo hongo, una vez que han entrado en el cerebro, se muestran sorprendentemente homogéneas.

Este hecho llevó a los autores a pensar que había alguna razón de peso por la que sólo esta población del virus llegaba tan adentro en el interior del cuerpo.

C. neoformans tiene otra particularidad: su enorme adaptabilidad. En la naturaleza, se encuentra en las deposiciones de pájaros y en la madera podrida. En el cuerpo humano, puede sobrevivir en los pulmones, en el torrente sanguíneo y en diversos órganos internos, cada uno de los cuales con un ambiente diferente.

Para observar cómo las distintas células del hongo se adaptaban a los diferentes ambientes, el equipo infectó ratones con células de varios tamaños. Así, encontraron que sólo las células más pequeñas infectaban el cerebro, y que tenían una serie de particularidades diferenciadoras más allá del tamaño, incluyendo un conjunto distinto de genes.

Esto parecía sugerir que no se trataba de versiones miniaturizadas de las células más grandes, sino que habían experimentado un cambio aún mayor. Buscando qué podía desencadenar este cambio, dieron con una sustancia química concreta, el fosfato. Coincidentemente, el fosfato es liberado cuando los tejidos sufren daños a causa de una infección.

Esto, además, indicaría que el comienzo de la infectividad de C. neoformans en mamíferos tuvo lugar en los excrementos de aves como las palomas, ricas en fosfato. Esta sustancia permite que las células se reconfiguren como células-semilla, lo que permite extender la infección.

Ahora, los autores del trabajo están probando diferentes medicamentos ya aprobados con la esperanza de que alguno de ellos prevenga la metamorfosis de las células del hongo, previniendo así la progresión de la infección a una meningitis.

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