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Salud

Un estudio descubre cómo la estimulación de una parte del cerebro hace variar la actividad del corazón

La investigación del Hospital del Mar abre la puerta a estudios sobre el fallo cardiaco, las arritmias y la muerte repentina

Los estudios mejoran la capacidad del cerebro, pero no impiden su envejecimiento.

Un estudio demuestra que estudiar no consigue frenar el envejecimiento y la reducción del cerebroPixabay

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Un estudio de médicos del Hospital del Mar apunta que la estimulación de una parte del cerebro denominada ínsula hace variar varios factores de la actividad del corazón, tanto la frecuencia como la capacidad de contracción. La ínsula está situada a la profundidad de la masa cerebral y está considera un cerebro dentro del cerebro, aunque se conocen poco las funciones. El trabajo publicado en la revista 'Anals of Neurology' abre la puerta en nuevos estudios en el campo del fallo cardiaco, las arritmias y la muerte repentina, según el primer firmante del trabajo, el doctor Álvaro Sánchez-Larsen. El estudio ha analizado la reacción del corazón a la estimulación del ínsula en diez pacientes con epilepsia refractaria al tratamiento, a quién se habían insertado electrodos en el cerebro.
En la mitad de los casos, la implantación se hizo en la parte derecha de esta zona del cerebro, y a la otra mitad, a la izquierda. Los investigadores transmitieron impulsos eléctricos mientras los pacientes estaban despiertos y se registraron las variaciones en el ritmo cardiaco, la cantidad de sangre que el corazón expulsa en la aorta durante su contracción, y el volumen de sangre expulsada a cada contracción.

El trabajo apunta que el ínsula modula de manera inconsciente el corazón y podría explicar así los cambios observados, por ejemplo, durante las emociones humanas. Además, desde el punto de vista neurológico, podría favorecer la aparición de alteraciones cardiacas en el caso de descargas epilépticas que afectaran a la función cardiaca de forma patológica.

Los resultados del estudio revelan que el volumen de sangre expulsada por el corazón varió en función de la estimulación del ínsula. En concreto, la cantidad de sangre que salió se redujo en 0,33 litros por minuto. El volumen sistólico, por el contrario, se incrementó entre un 2 y un 3%, en función del lado de este parto del cerebro que fue estimulada. Y el ritmo cardiaco cayó, en todos los casos, entre 4 y 5 latidos por minuto.

Con estos datos el líder del estudio, Rodrigo Rocamora, apunta que «una activación anormal de esta zona, como la que se produce durante algunas crisis epilépticas, podría provocar alteraciones cardiacas sólo por el hecho de activarse el cerebro, una cuestión que, hasta ahora, no estaba clara». Sostiene que eso podría tener implicaciones en la comprensión de la muerte repentina en epilepsia (SUDEP).

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