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Los expertos discrepan sobre levantar las patentes pero avisan de que hacen falta «otros elementos» para hacer accesibles las vacunas

Las compañías pueden «retrasar» el levantamiento llevándolo a los tribunales o con negociaciones «eternas», alertan

Plano corto de la vacuna de Moderna.

La versión «modificada» de la vacuna Moderna protege de las variantes de Sudáfrica y BrasilACN

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La posible liberación temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra la covid-19 no genera consenso entre los expertos. Algunos creen que tendrá poco impacto en la producción global de vaccinias, mientras otros defienden que las patentes son un «obstáculo» que se tiene que eliminar para aumentar la producción de vacunas y garantizar el acceso igualitario por todo el mundo. «La realidad es que los derechos de propiedad intelectual generan obstáculos y en una crisis global como esta se tienen que eliminar», dice en una entrevista a la ACN a la investigadora de la Universidad de Toronto Jillian Clare Kohler. En cambio, la experta de la Universidad de Saint Louis Ana Santos cree que no resolvería «en absoluto» el problema «de escasez» actual.
A pesar de que varias organizaciones hacía meses que pedían a los estados que dieran apoyo al levantamiento temporal de las patentes en la discusión que se está llevando a cabo a la Organización Mundial del Comercio, ha sido el apoyo de los Estados Unidos a la propuesta el que la ha puesto de lleno en la agenda política internacional.

La propuesta de la administración de Joe Biden, de la cual todavía no ha dado detalles, no ha sumado grandes apoyos entre los países ricos. Entre ellos, la Unión Europea tiene la voluntad de «debatir» la iniciativa, pero mantiene que las patentes «no son el problema» y sigue defendiendo los acuerdos con las compañías para aumentar la producción de vacunas.

«Es una medida simbólica», dice Santos, que argumenta que el levantamiento de los derechos de propiedad intelectual puede ser efectivo en el caso de medicamentos «convencionales» pero no en las tecnologías de las vacunas contra la covid-19.

«No resolvería en absoluto el problema de infraestructuras y de escasez que tenemos», dice la experta de la Universidad de Sant Louis, que insiste en que «cualquier solución pasa por crear físicamente más capacidad para producir vacunas».

En cambio, Jaume Vidal, asesor de Health Action Internacional, considera que la liberación temporal de las patentes «es un principio», pero admite que es un proceso «complejo» y que hacen falta «otros elementos» para facilitar el acceso a las vacunas. «No es aceptable que algunas empresas hagan un negocio excesivo mientras hay gente que se está muriendo», defiende.

Para la experta del Centro para el Desarrollo Global Rachel Silverman, las patentes «pueden ser una barrera», pero «no son ni la principal prioridad» ni la medida «con mayor impacto». Según ella, es más prioritario que los países ricos den vacunas «inmediatamente» a los pobres, que no vacunen de momento a los adolescentes, que financien nuevas plantas de producción o que permitan las exportaciones de vacunas.

Como Silverman, Santos es partidaria de llegar a acuerdos con las compañías y utilizar todas las «flexibilidades» que prevé el marco internacional sobre propiedad intelectual para incrementar la producción de vacunas. «Sería un movimiento más prudente», dice la experta de la Universidad de Sant Louis. Entre estas reglas hay la de la licencia obligatoria por la cual los gobiernos pueden sacar la exclusividad de una patente al propietario para que otras empresas produzcan un producto.

«Muchos países lo hicieron con los antivirales. Puede ser una herramienta mucho mejor que la suspensión de las patentes,» indica.

La licencia obligatoria es una de las opciones que pone sobre la mesa la Comisión Europea en caso de que las empresas no quieran llegar a acuerdos para aumentar la producción, que es su principal apuesta.

Para Vidal, que la Comisión Europea diga que el levantamiento de las patentes no hace falta «no es un argumento, es un mantra». Con todo, reconoce que el ejecutivo comunitario «tiene razón» cuando dice que hay que encontrar maneras para aumentar la producción. «La Comisión Europea no tiene razón cuando dice que las patentes no son un problema. Lo son y la suspensión es parte de la solución», opina.

«Si como todos los expertos apuntan necesitamos vacunaspara los próximos cuatro o cinco años porque se tienen que administrar cada año entonces eso es una cuestión del medio y largo plazo», observación.

De la misma manera, Kohler subraya que las patentes impiden a otros productores con capacidades fabricar la vacuna: «La realidad es que los derechos de propiedad intelectual generan obstáculos y en una crisis global como esta se tienen que eliminar»

Kohler reconoce que no es fácil sacar adelante una medida como esta, pero no lo ve imposible si «hay suficiente presión a los gobiernos y a las compañías». ¿«Por qué estamos protegiendo los derechos de la propiedad cuando se ha invertido dinero público para desarrollar las vacunas»?, se pregunta.

Sobre las posibilidades que el levantamiento saque adelante a la Organización Mundial del Comercio, donde necesita el consenso de los miembros, Santos cree que no se llegará a acordar esta medida, pero que, en caso de que así sea, será una «versión que no lleve a ningún sitio». Silverman también coincide en que «probablemente» se acuerde alguna medida, pero será una «versión rebajada de lo que se ha propuesto y tardará mucho tiempo en llegar».

Las farmacéuticas pueden llevar la cuestión a los tribunales

Vidal asegura que las farmacéuticas «tienen muchas maneras» para negarse a compartir la tecnología, como por ejemplo, llevando el levantamiento a los tribunales o abrir «unas negociaciones eternas» antes de ceder. «No se los le expropiaría en medio de la noche», apunta. Además, remarca que las compañías recibirían «unas compensaciones».

Santos y Kohler también ven la posibilidad de que las farmacéuticas lleven la liberación de los derechos de propiedad intelectual a los tribunales en caso de que se acuerde. Kohler las insta a ponerse al nivel del «momento histórico» que representa esta pandemia porque «no es el momento de preocuparse sobre los derechos corporativos» mientras Santos advierte que si la cuestión llega a los tribunales se puede «retrasar» un proceso que los expertos coinciden en que no será inmediato.

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