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Investigación

Un estudio demuestra que estudiar no consigue frenar el envejecimiento y la reducción del cerebro

La investigación del consorcio Lifebrain, coordinada desde Oslo y con participación de la UB, desmiente la creencia ordinaria

Los estudios mejoran la capacidad del cerebro, pero no impiden su envejecimiento.

Un estudio demuestra que estudiar no consigue frenar el envejecimiento y la reducción del cerebroPixabay

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Los cerebros se encogen con la edad y se creía que la educación podía frenar la reducción, si bien no hay pruebas de esta percepción. Ahora, un estudio del consorcio europeo Lifebrain, coordinado por la Universidad de Oslo con la participación de la Universidad de Barcelona, constata que la educación superior no ralentiza el envejecimiento del cerebro. El trabajo se ha publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS). Los investigadores han encontrado que, aunque las personas con un nivel superior de estudios tienen volúmenes cerebrales un poco mayores que las personas con menos formación, sus cerebros se reducen al mismo ritmo a lo largo de la vida.

«Este hallazgo sugiere que la educación superior no influye en el envejecimiento cerebral», explica Lars Nyberg, profesor de la Universidad de Umeå (Suecia), primer autor del estudio y miembro del consorcio Lifebrain. Mediante la agrupación de varios conjuntos de datos del cerebro de que dispone el consorcio Lifebrain, el estudio ha hecho un seguimiento de cambios en el cerebro en individuos durante muchos años.

David Bartrés Faz, miembro del Instituto de Neurociencias de la UB (UBNeuro) y uno de los participantes en la investigación, explica que algunos trabajos anteriores habían establecido «una relación positiva entre el nivel de estudios y el nivel del funcionamiento neurocognitivo» y esta idea era «consistente con el hecho de que los individuos con estudios superiores tienen una ventaja inicial sobre las personas con una educación inferior que se puede prolongar durante la vida adulta». No obstante, estas pruebas provienen de investigaciones transversales que no pueden determinar como se producen las asociaciones entre la educación, el cerebro y los posibles cambios cognitivos a lo largo del tiempo en cada individuo.

Los investigadores midieron el envejecimiento del cerebro calculando el volumen de las regiones de la capa cortical y del hipocampo mediante resonancias magnéticas hechas además de 2.000 participantes en los biobancos de Lifebrain y del Reino Unido. Estas zonas del cerebro tienden a reducirse con el paso del tiempo, como parte de un proceso natural. Los cerebros de los participantes se escanearon hasta tres veces durante un periodo de once años, en lo que se conoce como estudio longitudinal. «Eso es lo que hace que este estudio sea único», destaca Nyberg. «El estudio es una prueba longitudinal a gran escala, con replicación en dos muestras independientes, y es una de las mayores de este tipo», añaden los investigadores.

Los investigadores compararon la tasa de reducción de las áreas cerebrales mencionadas en personas que habían finalizado los estudios superiores antes de los 30 años y en otros que no tenían. La edad de los participantes era de entre 29 y 91 años. Aunque la tasa de cambios cerebrales fue similar en todos los participantes, tanto los que tenían formación superior como los que no tenían, los investigadores constataron que los primeros presentaban un volumen cortical ligeramente mayor en algunas regiones, pero incluso en estas áreas la tasa de cambio no estaba relacionada con el tipo de educación.

Anders Fjell, investigador de la Universidad de Oslo y uno de los autores principales del artículo, precisa que la investigación «no dice que los estudios no sean importantes». «La educación superior se asocia a ventajas a la vida, pero no podemos decir si causa estas ventajas», señala, para añadir: «Si las personas con estudios superiores tienen cerebros mayores, es posible que eso retrase la aparición de demencia u otras afecciones relacionadas con un funcionamiento cognitivo inferior». «La conclusión es que el cerebro de todas las personas se acabará encogiendo, pero la tasa de esta reducción no parece que tenga que estar afectada por los años que se ha estado estudiando», concluye Fjell.

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