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La covid no da tregua al envenenamiento de animales: 300% más detenidos

El furtivismo y el envenenamiento son delitos que han aumentado durante la pandemia

Agentes de la Guardia Civil investigando un animal envenenado.

La covid no da tregua al envenenamiento de animales: 300% más detenidos

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Guiados, quizá, por la creencia en una falsa impunidad derivada de la pandemia, los desaprensivos que usan el veneno contra animales «molestos» no solo no han detenido su actividad delictiva sino que la han aumentado, como demuestran los datos: un 300 % más de detenidos en 2020.

Un año difícil en el que los agentes del Seprona de la Guardia Civil han seguido haciendo su trabajo y han logrado detener e investigar a un total de 337 personas por delitos contra el medioambiente en dos operaciones: Red Dot (contra el furtivismo en la caza) y Antitox IX (lucha contra el veneno en animales).Además, se detectaron más de 2.600 infracciones administrativas y 320 delitos.

El furtivismo y el envenenamiento son dos prácticas totalmente diferentes y con motivaciones distintas, aunque con un común denominador: ambas están tipificadas como delitos en el Código Penal y suponen una amenaza para la biodiversidad.

Pero es el veneno el que más preocupa a la Guardia Civil por el impacto devastador que tiene en el medio natural, señalan a Efe fuentes de la Jefatura del Seprona.

Linces, zorros, buitres y águilas, también víctimas

En la operación Antitox no solo se combate el veneno, también otros medios no selectivos de captura como cepos, lazos o perchas, unas prácticas que el Seprona quiere eliminar, especialmente cuando afectan a especies en situación crítica, ya sea porque están en peligro de extinción o porque su población se ha visto mermada.

Ejemplo de ello son el lince ibérico, el zorro, el buitre, el águila imperial o el milano real.

El Seprona trabaja en colaboración con el servicio cinológico de la Guardia Civil, de tal forma que las unidades caninas son un elemento clave en la lucha contra el uso de cebos envenenados.

Durante la operación, se investigó a tres personas que abatieron especies en peligro de extinción en la Reserva Natural de Castillo de los Guardas (Sevilla) y se localizaron más de 300 trampas para la captura irregular de aves. Se liberaron más de 80 ejemplares.

En las más de 900 inspecciones realizadas durante 2020 en fincas cinegéticas y explotaciones ganaderas y agrícolas, se encontró el cadáver de un lince ibérico en el fondo de un pozo. En su organismo se hallaron restos de veneno durante la necropsia.

Hay un incremento general en cuanto al número de cepos localizados, infracciones administrativas y animales encontrados, pero especialmente en cuanto a detenidos e investigados, a pesar de que 2019 había sido un año «especialmente relevante», según las fuentes.

Los 111 detenidos en 2020 suponen un 300 % más respecto al año anterior y los 172 animales encontrados, un 43 % más.

Aunque aun no existe un criterio claro sobre el por qué de este aumento, en el Seprona apuntan como hipótesis que la creencia de que había cierta impunidad porque los agentes «estarían a otra cosa» y no habría tanta vigilancia, ha hecho que la gente se relaje y haya sido menos cuidadosa. Pero se han encontrado con la respuesta.

El envenenamiento va dirigido a animales que en un momento dado causan daños a actividades que se quieren proteger como la agricultura, la ganadería o la caza.

El veneno no tiene ojos

Algunos ganaderos recurren a ello, por ejemplo, para proteger a las crías de los corderos de depredadores como los zorros o los lobos pero, como advierte el capitán De Diego, no son prácticas recomendables porque, como precisan las fuentes, «el veneno no tiene ojos» y puede afectar a todo tipo de animales e, incluso, al ser humano.

También en la agricultura hay desaprensivos que utilizan el veneno o medios no selectivos de captura para combatir, por ejemplo, las plagas de conejos en sus cultivos.

En Canarias se han localizado situaciones en las que se han usado productos fitosanitarios de manera ilegal para el control de algunos animales en las plantaciones de plátanos, que ha afectado a especies de reptiles protegidos.

En la caza, el motivo es limitar o erradicar depredadores que compiten con el cazador, «por una cinegética mal entendida».

Además, el uso del veneno puede causar unos efectos no deseados porque a veces con unas micras de sustancia se puede llegar a matar a una persona.

Los tentáculos de la delincuencia organizada en la caza furtiva

En 2020 el furtivismo mantiene la tendencia de otros años. La operación Red Dot se ha saldado con 226 detenidos, 2.400 infracciones administrativas y 250 aprehensiones de medios relacionados con este delito.

Y aunque es una actividad tan antigua como la caza, va evolucionando y van apareciendo nuevos tipos que son los que más preocupan al Seprona, como aquellos que afectan a especies protegidas. Es el furtivismo de trofeo.

Puede haber alguien que en un momento determinado quiera abatir un oso o un lobo en una zona en la que está sujeto a protección y pague a una organización un dinero importante para que le gestione esa caza ilegal, explican las fuentes.

Los agentes han detectado algunos de estos casos y desde la Guardia Civil se advierte de que «la delincuencia organizada está extendiendo sus tentáculos» en esta actividad.

El pasado año se consiguió identificar a autores de abatimientos de especies en peligro de extinción, entre otros, ungulados africanos, y se retiraron numerosas cabezas (trofeos de caza mayor).

Existen también otros tipo como son el furtivismo local y el de carne, este último, ahora, en declive. No es tan habitual que hoy en día alguien quiera delinquir de esta forma para comer.

Sí es preocupante cuando alcanza unas cotas elevadas y puede suponer también un problema si esa carne sin control sanitario acaba en la cadena alimentaria.

Palencia, Ávila, Toledo o Ciudad Real son zonas en las que el furtivismo es muy frecuente por su gran actividad cinegética.

En Ciudad Real se localizaron varias cabezas de ciervos decapitados y cabezas de venados en sacos en una casa abandonada. La investigación llevó hasta un local de taxidermia en el que se encontraron más cabezas con restos de sangre que tenían relación con los otras y acabó con la detención de dos personas.

Este año los resultados policiales avalan que el Seprona no ha dejado de realizar su labor en pro de la protección del medio ambiente aunque el delincuente haya pensado que los agentes estaban en la ciudad confinados.

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