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Gemma Ruiz Palà: «En esta crisis, los chinos catalanes nos están dando una lección de 'modos'»

En su segunda novela, Gemma Ruiz se adentra en el universo de una peluquería regentada por una familia china en el barrio de Gracia

La escritora y periodista Gemma Ruiz trabaja a los Servicios Informativos de Televisión de Cataluña

Gemma Ruiz Palà: «En esta crisis, los chinos catalanes nos están dando una lección de 'modos'»CEDIDA

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—La historia tiene como escenario una peluquería. ¿Por qué ha escogido este lugar?

—Hay varias razones. Una era que este espacio, eminentemente feminizado, siempre ha sido bastante denostat, cuando no invisibilizado, en las ficciones. Me interesa mucho reivindicar que el universal no es masculino. También quise que el corazón de la novela fuera una peluquería porque es un espacio de encuentro. Y, así como los bares, que son espacios muy masculinizados, han tenido mucha mitificación, con las peluquerías ha pasado todo el contrario. Me gustaba esta opción de decir que las peluquerías son tan dignas y un lugar de encuentro tan interesante como cualquier otro espacio que la ficción sí que ha encontrado digno.

—Usted es periodista. ¿Qué parte de trabajo periodístico hay detrás de la ficción?

—Mi mirada de escritora será siempre una mirada de escritora periodista, porque siempre necesito haber investigado, estudiado, atar cabos. La inquietud de escribir, que también me gusta mucho a nivel lingüístico, siempre es motivada por un interés por saber por qué el mundo es como es. A mí, el interés no me nace de especular o de inventar una ficción, sino de observar y tratar de entender cosas que no entiendo, y creo que esta es una aproximación bastante periodística.

—En este caso, el punto de interés que desencadenó esta historia, cuál fue?

—Yo siempre iba apuntando cosas que iba viendo por la calle, fuera de mi burbuja. Sdad periodista, durante muchos años he hecho de periodista cultural, y te mueves siempre en los mismos ambientes, con la misma gente, y al final lo que ves acaba siendo poco interesante. Me interesan mucho otras realidades, y dentro de las peluquerías y lugares de manicura veía una falta de empatía hacia las chicas que trabajan, que suelen ser de origen asiático y de clases populares, trabajadoras. Por lo tanto, teníamos los tres horizontes: el sexismo, el clasismo y el racismo. Me empecé a preocupar por la falta de empatía de muchas clientes blancas autóctonas hacia estas personas que tienen un contacto tan próximo, a través del tacto. Como puede ser que no haya uno triste Hola y adeu , un preguntar Tú de donde viniste ? Y eso lo observaba aquí, pero también en América, en otros lugares de Europa, en los espacios llamados del primer mundo, donde tenemos todas estas prerrogativas e ínfulas. ¿Por qué esta mirada tan racista hacia personas que son tus vecinas, con quienes tienes un contacto semanal? Eso también me llevó a buscar el origen de los estereotipos sobre la gente asiática, con el estudio de la diáspora asiática china en América, y que explica muy bien cómo, todavía, en el 2020, seguimos proyectando estos estereotipos. Vi que había historias que se tenían que explicar, con una protagonista que vive en Barcelona, que puede ser nuestra vecina y que quizás ni la miramos en la cara.

—Su novela ha coincidido con la pandemia del coronavirus, que ha hecho aflorar muchas muestras de racismo hacia la comunidad china. ¿Cómo lo ha vivido?

—me hizo mucho aunque, en los primeros momentos de la epidemia, salieran chiquillos en Francia y aquí, chicos y chicas chinos que ya son franceses y catalanes, con un cartel que decía Yo no Sdad un virus . ¿Qué dice de nosotros que niños europeos, con unos orígenes quizás más lejanos que los nuestros, se tengan que visibilizar con este grito? Es vergonzoso.

—También estamos viendo muchas muestras de solidaridad provenientes de China y de las comunidades chinas catalanas.

—Sí, eso estado una bofetada contra nuestros prejuicios. Unas personas que, hace dos días, nos los mirábamos con todavía más prejuicios de lo que lo hacemos habitualmente, nos están dando una lección de modos , como diría mi yaya. Hay quien ha encomendado mascarillas en la China para repartir entre sus vecinos y a los hospitales de sus poblaciones. Eso es una bofetada a nuestro egoísmo y racismo, y una lección que, si tuviéramos las orejas un poco abiertas, tendríamos que sacar provecho.

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