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Sánchez pasa de perfil por un debate que confirma la dificultad de pactos

Las disputas se han reproducido entre previsibles aliados políticos

Los candidatos a la presidencia del Gobierno español que participaron en el debate.

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El debate de los cinco candidatos a La Moncloa ha confirmado la dificultad que persistirá para pactar tras las elecciones y ha mostrado a Pedro Sánchez más presidente en funciones que nunca, anunciando compromisos y sin entrar apenas en discusiones con el resto.

Ha sido un debate menos bronco que los de abril, en el que los mayores rifirrafes no se han dado entre los bloques, sino entre quienes son potenciales aliados entre sí.

Y un debate con cada uno de los candidatos centrado en su propio discurso, sobre todo el debutante Santiago Abascal: Siempre que ha tenido oportunidad, el líder de Vox ha apostado por «impugnar» el Estado autonómico y eliminar derechos a los inmigrantes.

Sí ha habido una cuestión que todos han insistido en plantear a Pedro Sánchez: Con quién pretende pactar tras el 10 de noviembre. El líder socialista sólo ha respondido proponiendo al resto que si no alcanzan acuerdos dejen gobernar a la primera fuerza política.

Así, el líder del PP, Pablo Casado, ha interpelado a Sánchez en varias ocasiones, pidiéndole por ejemplo que diga si Cataluña es una nación o si piensa pactar «con Torra, Junqueras y Otegui» para seguir en La Moncloa.

En la misma línea ha lanzado su pregunta Pablo Iglesias. «Hay que ser decente y decir con quién quiere gobernar cada uno», ha dicho el líder de Podemos, quien ha pedido a Sánchez aclarar si llegará a una coalición con el PP. La respuesta no se la ha dado el presidente en funciones sino Pablo Casado, que ha negado esa posibilidad.

Mientras la estrategia del presidente en funciones ha sido la de ir haciendo anuncios y promesas en cada bloque y pisar los menos charcos posibles -excepto cuando ha arremetido contra PP y Cs por ser la «derecha cobarde ante la ultraderecha» y pactar con Vox-, los demás se han enzarzado en más de un encontronazo.

Así ha ocurrido, por ejemplo, cuando en sus reflexiones sobre Cataluña, mientras criticaba al Gobierno de Sánchez, Pablo Casado se ha encontrado con Albert Rivera.

Entre los múltiples objetos que el líder de Cs ha sacado en este debate ha estado una lista de «cesiones» que PP y PSOE han hecho al nacionalismo y Pablo Casado le ha reprochado su actitud: «No se equivoque de adversario», le ha dicho.

No ha sido la última vez, porque Rivera ha entrado en discusiones con Casado a cuenta de la corrupción, denunciando incluso que PP y PSOE «robaron» a los ciudadanos con el «impuesto de corrupción del bipartidismo».

Casado ha buscado en cualquier caso mostrarse como la única alternativa a Sánchez y ha tirado, por ejemplo, de la economía para insistir en que las crisis solo llegan con los socialistas y solo las resuelve el PP.

Mientras Sánchez ha insistido en pedir a todos que dejen gobernar al que gane y no bloqueen, Pablo Iglesias ha reiterado su voluntad de «dejar los reproches atrás» y conformar un gobierno con el PSOE tras el 10 de noviembre.

Y aunque ha pedido a Sánchez altura para apostar por la reconciliación en Cataluña, el líder de Podemos ha considerado que el presidente en funciones, al final, utilizará la crisis catalana como la «excusa perfecta» para su pacto con el PP.

Santiago Abascal, por su parte, ha aprovechado cualquier momento para repetir sus postulados.

Así, al hablar de la economía ha defendido cambiar el marco estructural, basado en el «despilfarro» del gasto autonómico, la «inmigración ilegal subvencionada» y una política fiscal de expolio a las clases medias.

«Tendremos que elegir autonomías o pensiones, pero tendremos que elegir», ha llegado a decir el líder de Vox, quien también ha preguntado en este debate cómo se va a atender a «españoles en situación de necesidad» si se atiende «primero a los de fuera».

Ha sido Vox, precisamente, el arma arrojadiza más clara que ha utilizado Sánchez en este debate, para lamentar que Casado y Rivera «callan, callan y callan» ante las propuestas de ese partido con el que pactan, y se han convertido en una «derecha cobarde ante una ultraderecha agresiva».

Y si ha habido un rival con el que apenas ha querido confrontar Sánchez ha sido Pablo Iglesias, aunque sí ha vuelto a reprocharle que rechazase su oferta de Gobierno.

Pero sin entrar, eso sí, en a qué pactos está dispuesto a llegar tras el 10 de noviembre.

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