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Medio siglo de prisión para el trabajador de un geriátrico de Arenys de Mar por agresiones y abusos a nueve mujeres

El juez también lo obliga a pagar 109.500 euros de indemnizaciones, con la responsabilidad civil subsidiaria del centro y la Generalitat

Cartel del centro geriátrico Itaca d'Arenys de Mar.

Medio siglo de prisión para el trabajador de un geriátrico de Arenys de Mar por agresiones y abusos a nueve mujeresACN

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La Audiencia de Barcelona ha condenado a 55 años de prisión al trabajador de uno geriátrico de Arenys de Mar (Maresme), detenido la Nochebuena del 2015 por haber agredido a nueve mujeres residentes en el centro, algunas de las cuales también abusó sexualmente. En concreto, se lo condena por cinco delitos de agresión sexual, un delito de homicidio por imprudencia grave con un delito de lesiones, y también por cuatro delitos leves de lesiones. En todos los casos, el juez señala un atenuante por consumo de alcohol y drogas. Aparte de la pena de prisión, lo condena a 10 años adicionales de libertad vigilada y a 15 años de inhabilitación por trabajar en el ámbito sanitario. Finalmente, lo insta a pagar 109.500 de euros de indemnizaciones a las víctimas y familiares, con la responsabilidad civil subsidiaria del centro y de la Generalitat.

La sentencia relata como el hombre, la Noche de Navidad del 2015, fue a trabajar después de haber consumido «alcohol, cocaína y anfetamina», hecho que le alteró «levemente» sus facultades. En el momento de los hechos, el acusado hacía dos meses que trabajaba al geriátrico en turno por la noche, si bien hacía sustituciones desde hacía cinco años.

Según recuerda el juez, durante aquella noche del 24 de diciembre, el trabajador accedió en las habitaciones de nuevo residentes de entre 60 y 104 años, todas con varios grados de dependencia y varias dolen cias diagnosticadas. A todas ellas las agredió, y hubo cinco internas a las cuales forzó a tener relaciones sexuales o bien los tocó los genitales.

Una de ellas, recuerda el juez, murió al jefe de cinco días «como consecuencia de la agresión». La mujer, de 84 años, sufrió un infarto de miocardio que tuvo relación «existente e indirecta» con las veces que había recibido al jefe y que le habían provocado un hematoma. La lesión, según compilación la sentencia, «favoreció el desequilibrio sus sistemas orgánicos, que ya eran precarios, hecho que facilitó la alteración de la función cardio-respiratoria y desencadenó el infarto».

El juez apunta que, durante el juicio, el acusado negó con «absoluta rotundidad» haber protagonizado todas estas agresiones, mientras se mostró «sorprendido» por las acusaciones que se le hacían, las cuales «repulsó». Con todo, el hombre también explicó ante el tribunal que el anochecer del 24 de diciembre del 2015 había estado consumiendo alcohol y drogas y que no recordaba cómo había llegado a la residencia aquella noche, ni que había hecho durante la madrugada.

La sentencia, pero, remarca que hay varios indicios que lo vinculan a las lesiones y agresiones de las residentes. Señala, por ejemplo, que los médicos forenses concluyeron que las veces que tenían las internas a la cara habían sido provocados por una vez con la mano o el puño, descartando cualquier caída o similar. A la vez, remarca que ninguna de las víctimas había sufrido anteriormente lesiones similares.

Al mismo tiempo, la sentencia relata como las víctimas coincidieron al señalarlo como agresor, y en todos los casos van ditr que las había golpeado «con fuerza y con clara intensió lesiva». A los testigos de las víctimas, el juez añade las grabaciones de las cámaras de seguridad de los pasillos, que constatan que el acusado fue el único que accedió en las habitaciones, a la vez que remarca que el hombre presentaba una lesión a la mano derecha, compatible con haber golpeado las mujeres.

En cuanto a las lesiones genitales, si bien la defensa insistió al atribuirlas a posibles lesiones relacionadas con la edad avanzada de las víctimas, el juez recuerda que los forenses señalaron que había «indicios inequívocos» que las habían provocado una fricción, «plenamente compatible» con una dilatación forzada. En este sentido, el relato de las víctimas, coincidente con un abuso por parte del trabajador acusado.

De este modo, el juez concluye que queda «claramente acreditada» la voluntad de atentar contra la intimidad y libertad sexual de las víctimas, y apunta que existen videos de las cámaras de seguridad donde se lo puede ver haciéndose tocamientos genitales y masturbándose al comedor de la residencia.

Por todo ello, el magistrado el condena a 55 años de prisión -12 años por cada delito de agresión sexual, 5 años por el abuso a una de las víctimas sin penetración y 2 años por el homicidio con imprudencia-. Con todo, el juez recuerda que la ley establece un internamiento máximo en prisión de 20 años. parte, la condena también fija 10 años adicionales de libertad vigilada, 15 años de inhabilitación para trabajar en el ámbito sanitario y una multa de 1.440 euros.

En cuanto a las indemnizaciones a pagar a las víctimas y a los familiares, la sentencia concluye que la cifra se eleva a 109.500 euros. De estos, 70.000 corresponden a la familia de la residente que murió al cabo de pocos días de las agresiones. El juez señala que el trabajador tendrá que asumir las indemnizaciones pero declara la aseguradora de la residencia como responsable civil directa, y también concluye que la empresa geriátrica y la Generalitat en su responsables civiles subsidiarias –el centro tenía plazas públicas concertadas-. Por último, el juez absuelve la directora de la residencia.

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