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¿El Hijab (velo) es parte del patriarcado?

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¿El Hijab (velo) es parte del patriarcado?

El 1 de febrero se convirtió en el día mundial del «velo». Se trata de una lucha simbólica para dar apoyo a aquellas mujeres que fueron expulsadas de sus trabajos, de espacios públicos como playas o piscinas municipales e incluso de lugares oficiales como algunos Ayuntamientos, universidades, étc. por poner algunos ejemplos cotidianos.

Personalmente no lo calificaría como «Día mundial de Hiyab» puesto que se interpreta como un gesto reivindicativo y solidario que abraza a una parte de las mujeres. Simplemente se reclama el derecho a llevar velo, pero la pregunta es: ¿renunciar a ello está incluído? Existen también otras partes del mundo donde las mujeres claman por su derecho a prescindir del Hiyab, burka, u otras vestimentas impuestas. Pongamos como un ejemplo, pero no el único, el de las mujeres iraníes, que recientemente pugnaban por su derecho legítimo de pasear por los espacios públicos sin el Hijab. Consecuencia: el gobierno detuvo a más de 30 de ellas.

Mi percepción, desde el punto de vista, es que se trata de dos luchas totalmente compatibles la una con la otra, en el sentido de que las mujeres y nuestro cuerpo siempre somos objeto de polémica, debate y regulación propugnado siempre a través de todas las sociedades y culturas patriarcales y desde luego, masculinas.

El día mundial del Hiyab podría ser una oportunidad para reivindicar ambas posiciones, es decir, llevar o no llevar velo según nuestra decisión personal e intransferible. Realmente el problema no radica en «velo sí, velo no» , la verdadera raíz del debate es precisamente el patriarcado, omnipresente desde los siglos de los siglos, y que para persistir es quién se otorga la legitimidad de decidir sobre nuestros cuerpos, comportamientos y moral, en el empeño de seguir eternizándose. Tampoco se trata de algo exclusivo de oriente u occidente, de norte o de sur. Sea en Arabia Saudí (cuyo paradigma sería Arabia Saudí y todo el Golfo Pérsico) o España, la mujer sigue siendo objeto de debate de primer orden. No, mi intención no es comparar España, miembro de la UE, con Arabia Saudí; mi referencia es que en Arabia Saudí, la mujer no puede salir ni realizar cualquier actividad sin un miembro masculino vinculado a la família. Pero si pongamos de ejemplo España, cierto que, no necesitamos permiso de nadie para salir solas, ni de día ni de noche; simplemente nos exponemos a acosos sexuales callejeros, violaciones y en otros casos a que nos tachen de «ligeras», lo que en realidad justifica dicho acoso y agresión hacia nosotras.

Revisemos sino los casos diarios de desapariciones, agresiones y asesinatos de chicas donde se remarca la «hora que se produjo el hecho», o sea, de madrugada. Y eso sabemos de los últimos casos mediáticos, y los que existen silenciados. Sea como sea, el «macho» es quien manda en la casa en la mayoría de casos, depreda en la calle y comete feminicidios en el ámbito doméstico. Y punto. Ya no es cuestión de ir con velo o sin velo. Es tan sencillo como reconocer nuestro cuerpo es objeto de disputa entre los Machos Alfa. Sobre nuestro cuerpo debaten en los parlamentos, congresos y senados. En Arabia Saudí crean un Congreso de Mujeres y los integrantes de dicho evento son todos hombres y crean un evento para debatir si la mujer también es un «ser humano».

En España, también los hombres deciden si las mujeres tenemos que abortar o no y, un juez pone en duda a una víctima de violación grupal dejando entre líneas que no esta suficientemente afectada por el hecho de intentar rehacer su vida después de esta repugnante agresión.

No, no es una comparación entre países.

Tampoco es cuestión de banderas. Un trapo rayado y colorado no piensa ni habla simplemente es la voz de su amo, el Patriarcado. Y si hagamos un análisis de estos países que son totalmente diferentes y cada uno con su grado «democrático», encontramos que el único grado en común es el patriarcado.

Nosotras no nacemos de su costilla, en cambio, él sí que nace de nuestra vagina.

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