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Tribuna

El federalismo no es sexy

Membre de Federalistes d’Esquerres

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He tomado prestada ésta frase que pronunció en el Círculo de Bellas Artes de Madrid Albert Solé (1) con motivo de la presentación del documental Federal, que verá la luz el próximo día 3 de diciembre en Barcelona, una seria y profunda reflexión sobre el federalismo, su implantación en la sociedad internacional y la necesidad de normalizar el término «Federal» alzándolo como opción política plausible e incluso necesaria. La frase me pareció muy ilustrativa como una definición brillante de lo que hoy es lo «sexy» en política: la radicalización, la intransigencia, ridiculizar el debate, el acuerdo, etc., puntos contrarios en que se fundamenta la democracia y naturalmente el modelo de Estado que denominamos Federalista.

Pero no ser sexy políticamente no significa no ser atractivo en el fondo, e incluso en la forma, y quizá ello sea debido a que el término «Federalista» no esté lo suficientemente claro, para algunos, o desarraigado en la política española, no por tradición (jugo un papel muy importante ya en el siglo XIX), sino por olvido y/o desinterés de dirigentes políticos, y por el transito dictatorial al que nos vimos envueltos durante cuarenta años que convirtió la política en «pecado».

Actualmente el modelo Federal como forma de Estado es el más extendido entre los países democráticos, y no podemos decir que les haya ido mal. Es más, el proyecto europeo actual pasa por implementar y fortalecer el Federalismo ya que lo que se pretende es una Europa fuerte y unida capaz de aunar las complicidades de los Estados que la conforman.

El planteamiento es claro: hay problemas comunes que son compartidos prácticamente en toda Europa como la crisis económica y social, la crisis de nacionalidades, el descenso de las libertades individuales y colectivas, más pobreza entre las clases medias y trabajadoras... Solucionar éstos y otros problemas afines requiere unas políticas conjuntas que pongan fin a este profundo deterioro en la confianza de la política. Una Europa Federal basada en el respeto, la solidaridad económica y social y la plena aceptación de cada una de las diferencias a nivel político, cultural y lingüístico.

El 12 de septiembre de 2012, el entonces presidente de la Comisión Europea José Manuel Durão Barroso (2) realizó durante su discurso en el Parlamento Europeo, sobre el estado de la Unión Europea, un llamamiento para la creación de una federación de Estados Nación en Europa. No a modo de un superestado, sino de una federación democrática en la que se comparta soberanía para que, la ciudadanía, pueda ejercer un mayor control.

Y si en Europa ya se plantea como una formula política capaz de resolver los problemas actuales y futuros, ¿por qué no en España, como Estado miembro de la misma?

Por suerte cada vez son más las voces que, desde importantes sectores de la izquierda e incluso de la derecha inclusiva, hacen una apuesta firme hacia una reforma constitucional que abra las puertas al modelo expuesto. Esta debería de contemplar, y así coinciden expertos en derecho y las diferentes propuestas surgidas de organizaciones entre ellas Federalistes d’Esquerra en Catalunya y afines: la plurinacionalidad del Estado garantizando la legitima aspiración de diferentes territorios y por supuesto una, hoy por hoy, compleja transformación del Estado centralizado delegando algunas libertades o poderes propios a otro organismo superior, a quien pertenece la soberanía (estado federal o federación)

Por último, decir que si bien el Federalismo aún «no es sexy», lo cierto es que la alternativa política basada en el dialogo, la negociación y el acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas se contempla como más necesario y probable. Todo dependerá del debate entre los actores en buscar el federalismo que más nos conviene (estado federal o federación), y ampliar dicho debate a la sociedad civil (entidades, organizaciones sindicales...).

Será entonces, sólo entonces, cuando dejaremos atrás lo que hoy nos parece «sexy» para volver a la senda del diálogo y la razón .

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