Diari Més

El 'misterio' de columnas provenientes de Troya que hay en el Paseo Arqueológico

Un grupo de tarraconenses descubren aspectos poco conocidos de la muralla en el marco del programa ‘Historias Escondidas’

A la dreta, columnes de granit procedents de la zona de Troia.

El 'misterio' de columnas provenientes de Troya que hay en el Paseo ArqueológicoCarles Gosálbez

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Varias columnas de granito que el visitante puede ver en el Paseo Arqueológico de Tarragona, va ser embarcadas en un puerto de Turquía para trasladarlas a Tarraco. Este fue uno de los muchos descubrimientos que hicieron las personas que ayer, el domingo, participaron en una visita a la muralla, en el marco de las actividades programadas por el Museo de Historia de Tarragona bajo el título genérico Historias Escondidas.

La ruta, comentada por Jordi López, arqueólogo e investigador del Instituto Catalán de Arqueología Clásica, empezó en la esquina de la Vía del Imperio con Rambla Vieja. El primero que sorprendió a los participantes en el recorrido fue cuando López dijo que «el 50 por ciento de la muralla que tenemos es romana y, el resto, es medieval, porque se ha ido adaptando a los tiempos y ha sido «reconstruida». Precisamente, en el punto de inicio de la ruta había una torre que, entre otros usos, se destinó a polvorín. «El año 1700 cayó un rayo que provocó una gran explosión». El resultado fue «el hundimiento de muchas casas y la muerte de unas treinta personas». Uno de los edificios afectados fue un convento donde está el Instituto Martí i Franquès, del cual se conserva el patio. La torre tuvo que ser reconstruida y, entre otros elementos, se utilizaron dos piedras con inscripciones de época romana.

Unos metros más arriba, en la conocida como Torre

Tintoré, también se conserva una inscripción a latín. «En la casa que hay en el último hay una cisterna que contiene una de las puertas del Circo, perfectamente conservada», dijo López, ante la incredulidad de los asistentes a la visita guiada. Ascendiendo por la vía del Imperio, el grupo llegó a un punto donde confluyen grandes bloques de piedra, en la base, y sillares cortados en la pedrera del Mèdol. «Este tramo de la muralla ya es romano», dijo López, quién recordó que «durante mucho tiempo se discutió si los bloques megalíticos fueron puestos por íberos o por etruscos». En los años treinta, mosén Serra Vilaró excavó la zona y observó la presencia de cerámica de época romana. Fue la constatación de cuál fue el origen de la construcción defensiva de Tarraco.

López recordó que el grosor de la muralla es de seis metros, y la altura de doce. Entre dos grandes muros, «los romanos la llenaron con tejas de arcilla porque este material expulsa el agua, pero en época medieval, cuando reconstruían un tramo de muralla ponían tierra, con lo cual el agua de lluvia se acumulaba, hecho que ha sido motivo de muchos hundimientos».

El acueducto de la muralla

Una vez llegado el grupo a la puerta de acceso al Paseo Arqueológico, López mostró unos restos añadidos al muro de muralla. «Es parte de un acueducto de 50 kilómetros que traía agua desde el Pont d'Armentera, aprovechando la gravedad». La curiosidad de los participantes en la ruta se incrementó. También, cuando el grupo llegó al Fortín Negro, del siglo XV, donde en su interior se encuentra una torre romana no visible desde el exterior. «Se le llama así porque cuando se condenaba a una persona a morir en la horca –en un espacio ubicado en la montaña de la Oliva–, se ponía una bandera negra para informar la población».

La muralla es la obra mayor y antigua que los romanos construyeron en Hispania. El año 218 aC, como consecuencia de la Segunda Guerra Púnica, un destacamento militar romano se estableció donde años más tarde estaría la ciudad de Tarraco. El cartaginés Aníbal atravesó el río Ebro con un ejército de 100.000 hombres. Su destino era Roma. La base militar de Tarraco se dedicó a cortar los suministros provenientes de Cartago. «La muralla se empezó a construir hacia el año 200 aC», indicó López, quien, posteriormente, habló de la incidencia de la Guerra del Francés, la dinamita que los hombres de Napoleón pusieron al Portal del Carro y que no estalló, y a los diferentes usos que ha tenido este espacio monumental a lo largo de los siglos y en función de los conflictos bélicos.

Las explicaciones de López fueron seguidas con detenimientos por los componentes del grupo. Uno de los momentos más interesantes fue cuando|cuándo, llegados al lugar|sitio donde hay unas columnas de granito colocones como decoración en el Paseo Arqueológico, el arqueólogo explicó que fueron traídas por mar «desde Turquía, de la zona de Troya, y fueron encontradas en el fondo del mar, en la punta del Milagro». En este espacio costero hubo un embarcadero de madera. «Lo más probable es que el barco que las traía sufriera un accidente y se hundiera, y no recuperaron las columnas», dijo López.

La próxima propuesta de Historias Escondidas se llevará a cabo el 18 de febrero y empezará en la plaza de los Carros a las 11 horas. El título es Puerto y comercio en el barrio de la Marina.

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