Diari Més

Alba de Cal Castellví. De Tarragona a Vilcabamba (Equador)

«Viví un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter»

Es consultora en nutrición, promueve hábitos saludables en la comunidad, pero también se dedica a la Permacultura: el diseño de huertos ecológicos

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La Alba de Cal vuelve hacia Tarragona pronto, después de haber vivido, junto con su pareja, una experiencia única ayudando a las comunidades rurales del Ecuador, un país y sobre todo una gente que les han enamorado.

—Fue muy sorprendente el cambio cuando llegó?

—Como estuve viviendo en Bolivia durante dos años, ya tenía, más o menos, una idea de cómo podría ser la experiencia de vivir en Ecuador. Previo al viaje, me informé un poco de la situación de Ecuador, pero una vez llegas, te das cuenta que aquello que has visto y leído previamente sobre el país no tiene mucho a ver y que la realidad es mucho mejor. Ecuador es un país que enamora por la gran diversidad de flora, ríos, lagos y animales que tiene. ¡Es impresionante! En el caso de Vilcabamba, pueblo donde hemos estado viviendo, es una comunidad rural a los pies de una montaña y rodeada de ríos que todo el año tiene el mismo clima primaveral. Por eso, tienes a disposición todo tipo de frutas exóticas y verduras todo el año. Realmente, creo que es un lugar único en el mundo y que echaré muy de menos cuando volvamos hacia Tarragona.

—Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

-Vilcabamba es uno de los pueblos con más longevidad del mundo (sus habitantes sobrepasan los 100 años) a causa de la calidad del agua, ya que contiene muchos minerales provenientes del río, la pureza del aire por estar rodeada de bosques y parques naturales, la vida tranquila de los habitantes y la buena alimentación que llevan. Aquí en Vilcabamba encuentras de los mejores ríos de todo Ecuador donde bañarse es muy terapéutico y también tienes muchas rutas de montaña para hacer con vistas maravillosas en el Parque Nacional Podocarpus. En Vilcabamba acostumbran a venir básicamente aquellos turistas que quieren descansar y disfrutar del entorno natural. Pero, para mí, lo mejor de Ecuador son las Islas Galápagos, creo que es un entorno único en el mundo donde puedes ver muchas especies marinas y terrestres que sólo se encuentran allí. La mejor época para viajar a Galápagos es entre octubre y noviembre, ya que los precios son más económicos porque no es temporada alta y puedes encontrar buenas ofertas.

—Qué destacaría del trabajo que está desarrollando en el país?

—Con respecto a la agroecología, cada vez hay más personas interesadas en tener su propio huerto y producir de manera orgánica, ya que son conscientes de que los productos que se venden en los mercados contienen mucha agroquímica y la mejor opción es producir uno mismo sus alimentos. Eso motiva mucho a seguir ayudando a las personas a hacer un cambio en sus vidas mediante la aplicación de técnicas agroecológicas más respetuosas con el medio ambiente y que resulten ser más sostenibles y más productivas. Estamos en un momento clave donde el cambio climático y la mala praxis de las personas están afectando a los cultivos, la flora y la fauna local y, por lo tanto, es responsabilidad nuestra el llevar a cabo prácticas agrícolas que no generen un impacto negativo en el entorno.

—Alguna experiencia que ha vivido desde que llegó que quiera destacar?

—La experiencia que más destacaría, ha sido el terremoto que vivimos en Ecuador en abril del año pasado. Fue uno de los terremotos más fuertes que ha sufrido el país con 7,8 grados en la escala de Richter. Murieron centenares de personas y miles resultaron heridas y perdieron sus hogares. Fue un momento muy delicado para todo el país, y para la comunidad internacional también, pero en medio de todo este caos, Ecuador se levantó gracias a su gente tan solidaria y trabajadora y a la ayuda internacional, donde juntos afrontaron la situación con mucha profesionalidad y solidaridad.

— Tiene intención de volver pronto o de momento no?

—Pues nos queda un mes en Ecuador antes de volver a Tarragona, así que en nada ya volvemos a estar en casa. La familia ya nos espera después de cuatro años fuera de casa y nosotros ya tenemos ganas de verlos a todos.

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