Diari Més

Los espacios verdes de Tarragona se llenan de familias para comer la Mona de Pascua

En el Llorito, las mesas|tablas y barbacoas estaban reservadas desde el 15 de enero y el parque del Francolí y la playa Llarga también se encontraban llenos a tope

Grandes y pequeños han comido el chocolate.

La gente disfruta de la Mona a Tarragona (2)Olívia Molet

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Los espacios verdes y rincones naturales de la ciudad de Tarragona se han convertido en un punto de encuentro para|por centenares de familias que han querido celebrar la tradicional Mona de Pascua al aire libre. El buen tiempo y las temperaturas agradables han propiciado que quedarse en casa no fuera una opción. Por este motivo, zonas como el Llorito –que cuenta con un espacio de barbacoas y mesas de madera–, la playa Llarga –también con zona de picnic– y el parque del Francolí –que tiene decenas de mesas|tablas– estaban completamente llenas desde primera hora de la mañana.

Carne en la brasa y calçots o tortillas|truchas, ensaladas, pollo rebozado y embutidos. Estos han sido los dos menús más habituales para los tarraconenses y tarraconenses que han celebrado la Pascua por toda la ciudad. Por descontado, la Mona completó la comida. De pastelería o casera, de chocolate o de brioche, con huevo duro o sin e, incluso, del Barça o del Madrid. Las variedades de este postre tan tradicional eran muchas porque, evidentemente, había que tener en cuenta las preferencias del ahijado o ahijada.

Pleno desde el mes de enero

Uno de los espacios que se llenó fue el parque del Llorito. Ubicado detrás del icónico santuario, este rincón cuenta con barbacoas y mesasm de madera bajo los árboles. Es una concesión municipal y su propietario, Paco Sánchez, explicaba que «tenemos todas las mesas y las barbacoas reservadas desde el mes de enero». El día 15 de este mes abre el bar y empiezan las reservas por los fines de semana. Es entonces cuando Sánchez empieza a recibir decenas y decenas de llamadas diariamente. Y es que el Llorito es un espacio muy solicitado. «Esta misma semana, con todo agotado, he recibido unas 40 llamadas cada día para venir a celebrar la mona», decía. Sánchez cuenta con 25 mesas y 25 barbacoas, pero aseguraba que «si tuviéramos 100, las llenábamos a buen seguro».

Una de las familias que consiguió hacer la reserva era la de los Borràs-Herrera. La carne a la brasa era el plato principal para los 15 comensales, todos ellos habituales de este espacio natural de Tarragona. «Venimos muchos domingos a comer juntos, es casi una tradición. Y por la Mona, no podíamos faltar», explicaba Gemma.

La familia García también hizo la llamada de reserva el mes de enero, porque tal como decían, «venimos cada año». Su mesa, de veinte personas, se nutría de calçots, aparte de carne a la brasa. «Queríamos hacer un arroz de conejo, pero la idea no prosperó y nos tenemos que conformar con la carne y los calçots», bromeaban los hombres de la familia, encargados de la barbacoa.

En la zona superior del parque, junto a las barbacoas, siete mesas de la Asociación de Gitanos de Tarragona celebraba la Mona de Pascua con una comida que empezó muy pronto, antes de las doce del mediodía. «Venimos a primera hora», decían. Su presencia en el Llorito no era una casualidad. Ya hace más de 40 años que este espacio se ha convertido en el lugar escogido para comerse la Mona. «Mucho antes de que se construyera el parque, nosotros ya veníamos aquí», decía el Emília, una de las mayores. Ella, junto con el Tato, recordaba cómo hacían la carne con hogueras en el suelo. Hace unos años, cuando se construyeron las mesas y las barbacoas, acordaron con el propietario de la concesión la reserva de quince mesas cada año. «Y desde entonces, no fallan nunca. Acordamos reservar 15 mesas y así se ha cumplido anualmente», expresaba Sánchez.

De la montaña en la playa

Y de la montaña en la playa. Porque si alguna cosa tiene Tarragona, es que ambas opciones son perfectamente viables en una jornada como la de este lunes. En la Llarga, en la zona de picnic ubicada en la parte central, algunas familias aprovecharon el «desconocimiento» del resto para comer en un espacio idílico y muy poco frecuentado. «No lo expliques mucho», bromeaban los miembros de la familia Gasca-Torres. Provenientes de Reus, hace tiempo que llegan en torno a la Llarga para disfrutar de la Mona en familia. «Venimos a celebrar la Mona con los pringados», bromeaban. Incluso aseguraban que a veces hacen el primer baño de la temporada al mar. Las nubes bajas que aparecieron durante la mañana, sin embargo, las hizo desestimar esta opción.

También son habituales de la Larga los miembros de la familia Morales. Provienen de Sant Pere i Sant Pau y de Castellón y fusionan las tradiciones valenciana y catalana. Por eso, en encima la mesa tenían monas de todo tipo. Además, los pequeños de la casa hicieron una demostración de cultura popular valenciana en toda regla. Y es que en Castellón, antes de comerse la Mona, los ahijados cantan una canción dedicada al padrino y acompañada de cuatro movimientos. «Aquí me pica», moviendo el huevo a la mejilla izquierda; «aquí me escuece», moviendo el huevo a la mejilla derecha; «aquí me como la mona», moviendo el huevo a la boca; y «aquí rompo el huevo», aplastando el huevo en el frente.

A pesar de pasar un muy buen rato a la larga, los asistentes no dudaron al reclamar un espacio de barbacoas al lado de la playa.

El parque del Francolí

A pesar de no encontrarse en las afueras de la ciudad, el parque del Francolí también estaba completamente lleno. Familias cargadas de comer, manteles, parasoles y neveras portátiles llegaron al espacio para pasar un día en familia. «Aquí estamos cerca de casa, se puede aparcar bien y los niños tienen muchísimo espacio para correr y jugar», expresaban desde la familia Urgell-Pérez. El único inconveniente, sin embargo, es que no cuenta con lavabos públicos y el chiringuito que habitualmente ofrece el servicio, propiedad de la Onada, estaba cerrado por ser un día festivo.

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