Diari Més

Los vendedores de animales se declaran indignados por la prohibición de la actividad

Un profesional del mercadet de Bonavista afirma que «este lunes presentaré una impugnación y, el domingo, volveré aquí a vender»

Una dona observa uns ocells en el punt de venda que Joan Roig té, des de fa molts anys, al mercadet de Bonavista.

Los vendedores de animales se declaran indignados por la prohibición de la actividadCristina Aguilar

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Las paradas de venta de animales del mercadet de Bonavista abrieron ayer con normalidad, a pesar de la aprobación por el plenario municipal del viernes de la nueva ordenanza que prohíbe la venta en la vía pública en toda la ciudad. La indignación entre los vendedores consultados ayer por Diari Més es absoluta, entre otros motivos «porque nadie del Ayuntamiento nos ha comunicado nada».

Uno de los vendedores habituales del mercadet y con una larga trayectoria en este oficio, que prefirió no facilitar su nombre y que se dedica «en venta legal de animales destinados al consumo», aseguró que, hoy, lunes, «mis abogados presentarán una impugnación al acuerdo del pleno y harán lo que tengan» que «hacer». Esta persona, que hace treinta años que planta su parada en Bonavista y en otros mercadets de la provincia de Barcelona, recordó que «el pasado más de enero ya impugnamos la ordenanza y el Ayuntamiento no se ha dignado ni a contestarnos». «El próximo domingo, volveré a venir con mis animales», dijo.

El vendedor calificó la medida «de incomprensible». «Nosotros vendemos animales destinados al consumo, cosa que es legal», como gallinas, conejos, patos o codornices «que criamos en una granja que tenemos en Torredembarra». Durante la conversación, un cliente adquirió un pollo y, otro, un gallo de indio.

A pocos metros de distancia, Joan Roig tiene un punto de venta «desde hace 49 años» y una granja cerca del aeropuerto «donde criamos los animales, según lo que establece la ley.» Roig se preguntó «porque se permite la venta en tiendas y no en un mercadet al aire libre, donde los animales están mejor». En este punto, expresó, como hecho contradictorio, que «en una tienda, desde que un animal entra hasta que es vendido, si es que no muere, no sale del establecimiento y los días festivos están solos porque no va nadie, mientras que nosotros los criamos en una granja de más de doscientos diez metros cuadrados, autorizada por la Generalitat, y, cuando les traemos a los mercadets, los tenemos sólo unas horas y en la calle, no cerrados en una tienda por dónde no pasa el aire natural como aquí».

Roig explicó que, con esta medida, «en mi caso, se deja sin trabajo a tres familias». El propietario de los animales añadió que «tenemos una concesión que se renueva cada año y por la cual pagamos cada tres meses, también tenemos la autorización de la Generalitat y constantemente recibimos inspecciones de la Guardia Urbana, de los Agentes Rurales y del Seprona». Roig lamentó que «por cuatro del Ayuntamiento y cuatro proteccionistas no podremos hacer lo que hemos hecho toda la vida, pero seguro que, si llega el hambre, los ecologistas vendrán a comprarnos los conejos para comerlos».

Roig está dispuesto a defender su puesto de venta de animales, tanto en el mercadet de Bonavista como el de la Rambla Nueva. «Cuando el Ayuntamiento me notifique el acuerdo del plenario, ya decidiré qué haré», pero «lo que ahora sé es que tengo una concesión porque los animales los tengo en buenas condiciones; en caso contrario, no lo hubieran dado».

En su puesto, Roig vende desde pájaros a peces, gallinas, palomas, tortugas o conejos, pero cómo sucede con el otro profesional consultado por esta redacción, no trabaja con gatos ni perros. «Otros alcaldes que ha tenido esta ciudad han visto con buenos ojos la venta de animales en la calle, entre otras cosas porque los niños pueden ver polluelos y peces vivos, y les gusta».

El hijo de Joan Roig lleva la parada con su padre desde hace 10 años, cuando finalizó los estudios. «Decidí seguir con este oficio porque me gusta y puedo asegurar que los animales están en perfectas condiciones, ya que, después de aquí, los llevaremos a la granja, donde disponen de mucho espacio». El padre mostró el certificado de inscripción al Registro de Núcleos Zoológicos de la Generalitat. «Lo tenemos todo en orden, siempre hemos superado las inspecciones que se nos han hecho y ahora los del Ayuntamiento quieren acabar con nuestros lugaresde trabajo», dijo muy indignado con la medida adoptada por el plenario municipal.

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