Diari Més

«Nuestra tarea era rescatar personas vivas del mar, antes de que se ahogaran»

Kepa Fuentes, voluntario de la ONG Proactiva Open Arms, viajó el pasado enero hasta las costas de Libia para salvar migrantes africanos

El tarraconense Kepa Fuentes durante su estancia en la embarcación Golfo Azzurro, el pasado mes de enero.

«Nuestra tarea era rescatar personas vivas del mar, antes de que se ahogaran»Cedida

Publicado por

Creado:

Actualizado:

El héroe Kepa Fuentes nació en Bilbao ahora hace 42 años. Cuando tenía ocho años, su familia se trasladó a vivir a Tarragona. Estudió en el Institutde Campclar y, actualmente, se dedica a la fotografía. Fuentes se adentró, el pasado 9 de enero, en un viaje de quince días, que marcará su vida. De la mano de la ONG Proactiva Opens Arms, el protagonista se dirigió hasta las costas de Libia para rescatar refugiados que se marchan de sus países huyendo de las guerras y del hambre. La historia de Kepa Fuentes es digna de ser escuchada y leída.

—¿Cuándo y porque se marcha hacia las costas de Libia?

—El día 6 de enero, un amigo me envió un mensaje y se me preguntaba si me interesaría marcharse con la entidad Proactiva Open Arms. Me decía que había una vacante y que necesitaban manos. Él conocía mi trayectoria en este ámbito. Lo más impactante es que se tenía que marchar al cabo de tres días. Lo comenté con mi familia. Acepté y el lunes siguiente cogí un avión hacia Malta.

—¿Conocía el ámbito de la ayuda humanitaria?

—Este concretamente no. Sin embargo, desde muy joven, trabajé como socorrista en las playas de Tarragona. Después en ambulancias y, desde hace 12 años, soy Mosso d'Esquadra. Actualmente, me dedico a la fotografía.

—¿Cuál era tu tarea con Proactiva Open Arms?

—Nos marchamos hacia nuestro destino con la embarcación Golfo Azzurro. Nos mateníamos en aguas internacionales delante de las costas de Libia. Nuestra tarea era rescatar personas vivas del agua. El equipo estaba formado por unos catorce miembros, pero cada quince días, la tripulación cambia. A mí me bautizaron como el polivalente, porque hacía de todo, como sacar personas del agua o cuidarlas.

—¿En qué situación llegaban los refugiados?

—Las mafias los envían a morir. Si avisaban de que salía una embarcación y no la encontrabas, es que los pasajeros ya habían muerto. Las personas que se embarcan son africanos, procedentes del oeste de África y de la Costa de Marfil. Pagan un dinero a unas mafias para poder salir del país. Quieren huir y las mafias les prometen que los llevarán hasta Europa, pero es imposible que aquellas embarcaciones tan precarias soporten el largo viaje.

—¿Por qué?

—Las condiciones son inhumanas. La gasolina no es suficiente para llegar al destino y las embarcaciones son de plástico, muy sencillas, como por ejemplo las que utiliza la Cruz Roja de aquí. Van hasta 150 personas. Una barbaridad. O los encuentras en el mar o han muerto.

—¿Cómo fue la primera experiencia?

—Uno de los días que me tocó hacer guardia, nos dijeron que habían salido cuatro embarcaciones. Cuando hacía buen tiempo, es cuando más lanchas iniciaban el viaje. Sabíamos que, si no los encontrábamos, era porque el agua se les había engullido. Eso me preocupaba mucho.

—¿Qué fue lo más impactante?

—Ver menores de edad y niños pequeños viajante solos, sin sus padres, porque sólo pueden pagar el billete de sus hijos. Yo soy padre y sacar del agua un niño de ocho años es una cosa que nunca podré olvidar. También me impactó una mujer sentada al suelo de la embarcación, llena de heridas y que, la mezcla del agua del mar y de la gasolina, le producían dolor a las heridas.

—¿Cuál es el mecanismo para rescatarlos?

—Algún barco o avión los detectaba y nos avisaba. De todos modos, estábamos 24 horas de guardia.

—¿Cómo le ha afectado emocionalmente esta experiencia?

—Me pensaba que, después de trabajar como Mosso d'Esquadra y como sanitario, nada me sorprendería, pero no fue así. Cuando encuentras niños indefensos a punto de morir, la visión cambia. Volví fastidiado y plenamente consciente de las injusticias de la vida. Cuando vuelves aquí, a tu vida cotidiana, sientes la necesidad de seguir haciendo cosas de este estilo. Además, tengo la sensación que vivimos acostumbrados a ver personas morir por la televisión, pero cuando lo vives en primera persona, todo cambia.

—¿Cómo se puede ayudar desde aquí?

—Se puede enviar un currículum a Proactiva Open Arms para ir a ayudar. También se puede colaborar a través de donaciones. Nosotros viajamos de manera voluntaria, pero hay gastos, como por ejemplo el material que se utiliza. De hecho, tenemos dos lanchas más pequeñas que son dos donaciones. Una es del exjugador del Barça, Xavi Hernández. Tenía un barco de recreo, lo subastó y con el dinero que ganó, compró esta lancha.

—¿Qué consejos daría a las personas que quieren ir de voluntarios?

—Que vayan sin pensárselo. Es una experiencia inolvidable porque se crean unos vínculos efectivos muy fuertes entre los miembros del equipo. Las personas que colaboran, están hechas de otra pasta.

—¿Cómo valora la capacidad de acción ciudadana comparada con la de las administraciones?

—Se demuestra, día tras día, que quien más se implica es la sociedad civil.

tracking