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Los vecinos de Sant Ramon alertan del peligro que supone el esqueleto de un edificio

La estructura de hormigón, situada en la calle Mas dels Cups, pertenece a un bloque de cinco pisos que no se acabó de construir el año 2000

Els comerciants de la zona asseguren que la mala imatge que causa l'estructura de l'edifici perjudica els seus negocis.

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Los vecinos del barrio de Sant Ramon piden al Ayuntamiento de Tarragona que se cierre la estructura de hormigón de un edificio que no se acabó de construir y que está situado en la calle Mas dels Cups. Según los vecinos el esqueleto del bloque de pisos supone un peligro para los más jóvenes, que suben hasta la quinta planta de la estructura y se dedican a jugar a la pelota o a hacerse selfies. Y es que el esqueleto está formado por placas de hormigón y por unas escaleras que permiten subir hasta encima de todo, pero no hay paredes.

El edificio se encuentra situado en la calle Mas dels Cups, en medio del barrio de Sant Ramon, y rodeado de un solar lleno de hierbas secas y «olvidadas», según explican algunos de los vecinos que viven por la zona. Es por|para eso que piden que, en primer lugar, se cierre la estructura del edificio y, en segundo lugar, que se limpie el solar que lo rodea, ya que en alguna ocasión se han producido pequeños incendios. «Hay suciedad, la gente tira la basura como si se tratara de un vertedero. Por eso hay ratas e insectos», asegura Pili Andreu, a una vecina que vive justamente delante del bloque en cuestión. «Estoy cansada de llamar al 112. Los jóvenes del barrio suben arriba del edificio a través de las escaleras y un día se harán daño», explica Andreu, quién añade que «la Guardia Urbana pasa la pelota en el Ayuntamiento y el Ayuntamiento a los propietarios. Sólo actuarán cuando haya una desgracia y, entonces, ya será tarde». Andreu asegura que el problema es que los jóvenes del barrio no tienen un espacio donde jugar a pelota o pasar el rato, «por eso se tienen que buscar la vida para divertirse».

Además, los vecinos desconocen el estado actual en que se encuentra la estructura de hormigón, ya que «hace quince años que se construyó y vive a la intemperie». Según algunos testigos, a veces, «el bloque se convierte en punto de encuentro para hacer botellones y para fumar, siempre con la música alta», dice Pili Andreu.

Por su parte, la presidenta de la Asociación de Comerciantes de Sant Ramon i Sant Salvador, Alícia Ricote, lamenta la mala imagen que supone tener una estructura de hormigón como esta en medio del barrio. «Todos los alrededores del bloque están edificados. Cuándo te acercas al esqueleto del edificio parece que el mundo acabe allí. La imagen es deplorable», dice Ricote, a quién asegura que «esta imagen perjudica gravemente a la actividad comercial de la zona».

La fuerza política

Hace aproximadamente un año, la formación municipal de CDC, actuó de altavoz de las inquietudes de los vecinos y pidieron en plenario que se cerrara la estructura para evitar peligros entre los más jóvenes. «Primero pedimos que, de manera subsidiaria, el Ayuntamiento derribara el edificio, pero nos dijeron que costaría mucho dinero. Además, el edificio es de propiedad privada. Por eso, finalmente pedimos que se coloquen vallas para evitar desgracias», asegura Cristina Guzmán, concejala de CDC en el consistorio tarraconense. Según Guzmán, el concejal de Urbanismo, Josep Maria Milà, prometió a los vecinos que se pondría una valla, «de hecho, me dijo que había estado mirando presupuestos y que la actuación costaba unos 6.000 euros aproximadamente», dice la concejala. El mes pasado, fue Ciutadans quien recordó en plenario la situación de esta zona de Sant Ramon, pero todavía no se ha cerrado el edificio.

Un bloque de pisos a medio hacer y familias endeudadas

La estructura de hormigón, de aspecto abandonado y situado en la calle Mas dels Cups, es el esqueleto del edificio de cinco plantas que puso en venta la cooperativa Itaca el año 2000, después de comprarle el suelo a Incasòl. La promotora vendió los pisos sobre plano y más de cuarenta familias pusieron dinero, transformándose así en cooperativistas. «Veíamos que la cosa no tiraba, que las obras iban muy lentas y que los vecinos habíamos puesto una gran cantidad de dinero», explica Antonio Jiménez, uno de los afectados. Después de pedir explicaciones a los responsables y de no recibir respuesta, el presidente de la cooperativa desapareció del mapa, según explican los afectados, que a estas alturas todavía esperan que alguna promotora apueste por construir y acabar el edificio. «Hemos perdido la esperanza. Hubo familias que vendieron sus casas para comprarse este piso y lo han perdido todo», explica Sonia Estropiñan, una de las afectadas que compró un piso. Aparte de este bloque de la calle Mas dels Cups, la cooperativa-promotora también dejó a medias 24 casas adosadas situadas justamente delante del bloque de pisos. Los afectados decidieron formar otra cooperativa paralela y acabar de construir las casas.

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