Diari Més

Tiñena revive a 'La mort sense ningú'

Tarragona es el escenario de la primera novela policial, que el autor prefiere calificar de Mediterráneo.

Jordi Tiñena tira una obra rica en matices, actual, viva y de singulares relaciones personales.

Tiñena revive a ''La mort sense ningú'Cristina Aguilar

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Jordi Tiñena disimula su erudición, pero escarbando un poco su discurso uno se da cuenta de que es propietario de un conocimiento del lenguaje propio de un profesor de Literatura. Incluso da miedo escribirle una entrevista, pero afortunadamente es un hombre comprensivo. Lo era, profesor, antes de jubilarse. Escribe en una luminosa y amplia habitación que da en la Vía Augusta que desde su ordenador uno diría que todavía se puede sentir el paso de los carros que llevaban las piedras para construir el Anfiteatro, a pocos metros de su casa. Tiñena ha dado vida a su undécima novela en un momento delicado de su existencia: la superación de una grave enfermedad que ha hecho que las horas que dedica a escribir se hayan tenido que acortar. La obra se titula La mort sense ningú(Libros del Delito, nº. 18) su primera incursión dentro del mundo de la trama criminal y policíaca (él no quiere calificarla de negra). Pero, a diferencia de otros escritores «negros», él da un papel más importante a las relaciones entre los personajes, encabezados por un profesor de filosofía que decide dejar los libros para entrar en el cuerpo de los Mossosd'Esquadra. La resolución del crimen ocupa un lugar secundario.

Un enamorado de la ciudad... y del Pont del Diable

Jordi es un enamorado de Tarragona y pocos conocen tan bien como él sus rincones escondidos. En uno de ellos, una misteriosa puerta –oquedad, que diríamos en castellano– situada a un margen de piedra, dentro del bosque que se come el Pont del Diable, aparece el cadáver de un hombre al cual nadie ama. Aquí empieza la acción que hace que el inspector Vidal, aquel profesor sin vocación, investigue sin muchas ganas el que, quien|quién y como de aquel asesinato. Cada uno de los personajes lleva un trocito de Jordi Tiñena y, como si tuviera una varita mágica, ha otorgado un don o un conocimiento a cada uno de ellos. Sus conocimientos en gastronomía –al autor le gusta la buena mesa–, también aparecen bajo la identidad de los creados. Veciana es uno de los personajes, impaciente, inseparable de Vidal. Los dos nos llevarán por caminos que llegan, o no, a algún lugar. Aquí está el juego. El autor había escrito de aventuras, había pensado novelas históricas, alguna prosificación... Pero nunca se había atrevido con el mundo criminal. Parece que le ha gustado porque ya escribe otra obra narrativa que protagonizará Vidal i Veciana. Tiñena es un escritor rápido, de los que no planifican minuciosamente la trama ni el escenario previamente, sino que todo va fluyendo a medida que se adentra en la historia que escribe. Eso, dice, tiene la ventaja de poder incorporar hechos de actualidad que dan a la novela un toque fresco. Así que, por ejemplo, los escarnios de la PAH pueden aparecer en un momento determinado. Estos elementos dibujan dentro de la mente del lector una Tarragona de nuestros tiempos, y guiña el ojo sobre temas de compromiso social. Él ha estado siempre al lado de temas delicados socialmente. No en balde, su primera novela ya reflejaba la crudeza de la guerra, en Sarajevo.

Este Barcelonés enamorado de Tarragona califica su última creación como «Mediterránea». Intenta mediante sofisticados toques relativos al mundo marítimo de la navegación, la gastronomía, la música, la geografía o la historia introducir al lector en un mundo culto, de experiencias de hombre de mundo y de conocimientos casi diplomáticos. La enfermedad, que no esconde (no le importa que lo comente), «en Tarragona todos nos conocemos», lo ha llevado a hacer malabares con la vida y la muerte a su novela, como yo he hecho titulando esta entrevista. Tiñena escribe bien. Muy bien. Sabe dar ritmo a su relato de manera que la lectura es ágil, moderna, actual, pero al mismo tiempo con la profundidad que su experiencia profesional y personal transmite a sus escenas.

Disciplinado, dice que tiene una necesidad física de escribir que le aparece de vez en cuando. Cuando eso pasa, una fotografía, un instante vivido, puede poner en marcha el motor que lo hace sentarse delante del ordenador y crear historias. La vida le ha dado otra oportunidad. La blanca página 2 de su novela sólo queda manchada por uno tímido «A Berta» que, intuyo, que para él es la parte más importando del libro.

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