Diari Més

Los vecinos denuncian consumo de droga, alcohol y ruidos en torno al Saavedra

Explican que lo tienen que soportar cada día desde las 11 de la mañana hasta bien entrada la madrugada

Imagen de ayer por la mañana, esta estampa es la que presenta el callejón diariamente.

Los vecinos denuncian consumo de droga, alcohol y ruidos en torno al SaavedraOlívia Molet

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Los vecinos de la calle Josepa Massanes, situada entre el aparcamiento Saavedra y la avenida Catalunya, denuncian una situación que durante este verano se ha agravado: cada día, desde las diez y media de la mañana y hasta bien entrada la madrugada tienen a jóvenes en la puerta de casa bebiendo, consumiendo presuntamente sustancias ilegales y haciendo ruido. Lo más grave de todo es que, aparte de ser un punto de consumo de droga propicio por su estrechez, y la falta de visibilidad desde las calles principales –es una zona que queda tapada por el parque Saavedra y la escuela anexa–, según los vecinos, se habría convertido en un punto de tráfico de sustancias. Tal como aseguran, los jóvenes comprarían y venderían cannabis sin ningún tipo de control por parte de la policía. «Sé que fuman marihuana porque me entra el humo exactamente a casa. Siempre que están, tengo que cerrar la ventana», relataba una vecina en Diari Més. Preocupa especialmente a los ciudadanos de la zona el hecho de que lo hagan muy cerca del patio de la Escuela Saavedra, donde algunos llevan a sus pequeños. También mujer en este callejón un Jardín de Infancia que ahora se reconvertirá en escuela de inglés, «es muy peligroso porque a menudo encontramos muchos cristales rotos de las botellas por el suelo, y los niños más pequeños entran en el hogar por aquí», explicava la chica. «Yo alerto a los vecinos de que conozco cuando les veo que quieren pasar con el perro, para decirles que no lo hagan, hay muchos cristales», añadía.

Los días laborables son pocos los jóvenes que ocupan el lugar, pero los fines de semana la afluencia se ve incrementada de forma sustancial, «algunas veces se llegan a juntar aquí hasta una veintena de personas. No se marchan de aquí, si no está para ir en un local de ocio», decía resignada la vecina.

Ruido, presunto consumo de drogas, pero también olores, ya que muchos de los chicos que frecuentan el callejón, aprovechan para orinar en los rincones de la zona de enladrillado, «si tienen que hacer sus necesidades, al menos que vayan a las plantas!»», exclamaba la mujer. Aunque los vecinos se apresuran a asegurar que «no buscan culpables», sólo «soluciones», sí que apuntan que la Guardia Urbana no hace todo lo que podría, «a veces, cuando veo que la situación ya se ha estropeado, llamo, pero me dicen que están desbordados y que no pueden venir porque tienen otras actuaciones», resumía. En general, el pequeño pasaje se limpia con cierta frecuencia, hecho que no evita que diariamente se acumulen botellas de cerveza y de alcohol, latas y todo tipo de residuos de los jóvenes incívicos.

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