Los cruceristas escogen la Tàrraco romana pero dejan poco dinero en las tiendas

El crucero de lujo Crystal Symphony llegó este pasado jueves en Tarragona con cerca de un millar de pasajeros a bordo. Los que así lo desearon, pudieron bajar a tierra firme con el fin de poder descubrir Tarragona. Varios buses los esperaban con el fin de trasladarlos hasta el paseo de las Palmeres de la zona alta de la ciudad. Una vez allí, muchos de estos turistas, mayoritariamente norteamericanos, aprovecharon para visitar el casco antiguo de la ciudad. Visitar especialmente, más que comprar, ya que en general, los establecimientos de la Part Alta no notaron en la jornada del jueves un repentino aumento en el número de ventas.

«Por la calle ha habido mucha animación, pero ésta ha sido la tónica todo el verano. Cuándo vienen cruceros se nota, pero no tanto como se piensa la gente, no es ninguna cosa del otro mundo», apuntaba una comerciante de una tienda de ropa. Económicamente, en el penúltimo y el último que vinieron no se vendió nada a cruceristas, lo sé porque habitualmente pregunto a los clientes que vienen de dónde son. En éste sí que he notado a más clientela, les he vendido tres prendas de ropa por la mañana», añadía la vendedora.

Los cruceristas llegados este jueves buscaban especialmente hacer turismo más que gastar en las tiendas. En la Oficina de Turisme de la calle Major hubo un numeroso grupo que había optado por contratar a un guía turístico ya desde la salida del muelle del Port. «Han preguntado muchas cosas, pero se han interesado especialmente por los principales atractivos de los monumentos romanos, tenían tiempo para visitarlos, sobre todo por la mañana,» explicaba una trabajadora de la oficina a este diario. «También nos han pedido muchos mapas», concretaba la profesional.

Y los que compraban, adquirían productos de recuerdo, más que artículos de alta gama. Una reconocida joyería de la calle Major explicaba que, en la jornada del jueves, no notaron ninguna diferencia con respecto a días anteriores, «ha habido mucha más gente todo el verano, aunque a nivel de ventas no lo hemos notado. Cosas caras no compran, sobre todo cogen cosas de plata, aunque algún día sí que hemos hecho en un momento dado, una venta de 1.000 euros. Sin embargo, en general la venta de productos a cruceristas, no ha sido relevante, de hecho ni me he parado a calcularlo, no supone ninguna cifra importante paranosotros», concluía la joyera. Alrededor de las seis de la tarde los autobuses volvían a recoger a los turistas norteamericanos. A las siete, ya volvían a estar en el crucero, para poner rumbo a una nueva destinación de la costa mediterránea.