Diari Més

Júlia Martí i Gonzàlez: De Tarragona a Tervola (Finlándia)

«Desde el mes de octubre no ha parado de nevar con temperaturas bajo cero»

Esta tarraconense de 23 años se marchó a Tervola el 23 de octubre, donde trabaja como ‘au pair’ con una familia finlandesa con cuatro niños

Júlia pudo visitar a Santa Claus antes de Navidad.

«Desde el mes de octubre no ha parado de nevar con temperaturas bajo cero»Cedida

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–¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

–Soy maestra de educación primaria con la mención de inglés y no conseguí encontrar trabajo de docente en Cataluña, así que decidí aventurarme y salir del país con el fin de mejorar la lengua inglesa y conocer otras culturas. Entonces me surgió la oportunidad de hacer de au pairen Finlandia, país destacado por su buen sistema educativo, así que decidí ir a vivir unos cuantos meses con el fin de profundizar más en su forma de educar a los niños y conocer porque se les considera uno de los países pioneros en la educación, con el fin de poder exportar ideas y formas de hacer.

–¿Cuál fue su primera impresión del país?

–Finlandia es un país completamente diferente al nuestro. Yo estoy viviendo en la zona de la Laponia finlandesa, por lo tanto, ya iba concienciada de que el frío y la nieve eran puntos claves de la vida allí. Llegué a finales de octubre, y sólo al cabo de pocos días ya vimos la primera nevada del invierno. Desde entonces, no hemos parado de tener nieve y las temperaturas han estado siempre bajo cero.

–¿Cuáles son las principales diferencias entre Tervola y Tarragona?

–La vida cotidiana es completamente diferente, ya que se tienen que adaptar a las condiciones en las cuales viven. Para empezar, las jornadas laborales son continuas, así como las jornadas lectivas. Y en caso de que los padres no puedan ir a recoger a los niños a la hora de finalizar la escuela, hay actividades extraescolares hasta media tarde. De esta manera, las familias pueden disfrutar de mucho más tiempos juntos. Las condiciones en invierno no permiten realizar demasiadas actividades en el exterior, por lo tanto, su vida social se centra en reunirse con amigos y familia en las casas. Por otra parte, una de las principales diferencias, y quizás una de las que más me costó acostumbrarme, fueron los hábitos y horarios alimenticios. Las comidas están básicamente formadas por alimentos bastante pesados, pan, mantequilla, salsas... La fruta y la verdura no entran prácticamente en su dieta, algo que es básico en la nuestra. Aparte de eso, todavía me estoy acostumbrando a comer entre las 11 horas y las 12 horas, y a cenar entre las 18 horas y las 19 horas.

–¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal y como se lo había imaginado?

–Aunque ya intentas tener la máxima información del país donde vas, siempre hay algo que no te esperas y que te sorprende. Por mucho que vayas preparado por el frío, no estamos acostumbrados a su clima gélido, a convivir con temperaturas de -15º/-20º durante unos cuantos días seguidos. Además, a medida que iba avanzando el invierno, las horas de sol se iban reduciendo cada vez más, hasta llegar a tener casi sólo cuatro horas de sol diarias. ¡El día que las nubes lo permitían, claro! No nos damos cuenta de lo acostumbrados que estamos a tener un cielo claro y el sol durante prácticamente todo el día.

–¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

-Tervola es un pueblecito muy acogedor situado entre Kemi y Rovaniemi. No tiene sitios turísticos para visitar, pero sí que tiene muy buena conexión de tren y autobuses con dos de las grandes ciudades de la zona, Oulu y Rovaniemi. Si os dejáis perder por esta zona de la Laponia finlandesa, no se puede dejar de visitar Rovaniemi, el genuino pueblo natal de Papá Noel. Se puede visitar el Santa Claus Village, donde puedes conocer en persona a Papá Noel, así comoa sus ayudantes elfos y sus renos.

–¿Hasta qué punto el clima afecta a la manera de vivir?

–Afecta totalmente. Las temperaturas en esta época del año no superan prácticamente nunca los 0ºC, por lo tanto, las actividades en el exterior se reducen mucho (básicamente raquetas de nieve y todo tipo de esquí) y se las tienen que idear para socializarse en los interiores. No obstante, todo eso cambia cuando llega pleno verano. Por muy extraño que pueda parecer, en pleno verano también pueden llegar a los 30ºC. Una de las actividades más populares que se llevan a cabo hacia finales de julio es ir al campo a recoger todo tipo de frutos silvestres que después utilizan para hacer muchos platos tradicionales, salsas y mermeladas.

–-¿Qué costumbre del país actual se llevaría a Cataluña?

–La sociedad finlandesa es completamente diferente a la nuestra. Me llevaría la seguridad y la confianza que los fineses tienen hacia las otras personas, ya sean conocidos o no conocidos. Por ejemplo, aquí es completamente normal y tradicional dejar al bebé en el cochecito echando la siesta al aire libre, sin tener que sufrir por que le pase algo, cosa inimaginable en nuestra sociedad. En esta línea, los fineses no tienen costumbre de cerrar las puertas con llave porque existe esa confianza de una sociedad buena y justa.

–¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

–Echo de menos muchas cosas, pero después de estar viviendo estos meses de invierno aquí en el norte, lo que echo más de menos es el sol. Como he dicho, estamos muy mal acostumbrados, los que vivimos en el mediterráneo.

–-¿Se imagina un futuro en este país?

–Es un país que tiene muchísimas cosas positivas y que me está aportando mucho con el fin de poder crecer como persona y como docente, pero no me quedaría en vivir. Estoy muy arraigada a mi tierra y a la cultura de Tarragona, y me sabría muy mal tener que dejarla para marcharse a vivir tan lejos.

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