Diari Més

Marc Anglès Jové: De Tarragona a Poznan (Polonia)

«Me marché para salir de la zona de confort, eso te ayuda a crecer y a madurar»

Este tarraconense de 22 años, estudiante de Ingeniería Química, llegó a Poznan el pasado 27 de septiembre en el marco del programa Erasmus+

Marc sonríe en una de las céntricas plazas de Poznan.

«Me marché para salir de la zona de confort, eso te ayuda a crecer y a madurar»Cedida

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–¿Qué motivos lo llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

– En la universidad nos ofrecieron hacer las inscripciones al programa Erasmus+, y no me lo pensé dos veces. Me llamaba la atención el hecho de salir de la «zona de confort» donde he sido toda la vida y probar cosas nuevas, como vivir en el extranjero, fuera de casa, sin la familia ni los amigos. Como experiencia personal, pienso que es necesario hacer un cambio de estas características porque te ayuda a crecer y a madurar como persona.

–¿Cuál fue su primera impresión del país?

– Polonia es un país muy diferente del nuestro. Para empezar, sólo llegar en septiembre, me sorprendió el clima que hacía. Acababa de llegar y ya tenía que ir con pantalones largos, jersey y chaqueta. Aparte del clima, también sorprende mucho el hecho de no saber nada de lenguaje que se utiliza en el sitio donde vives. El polaco es un idioma muy diferente del nuestro, con muchas consonantes y fonemas muy diferentes de los del catalán o el castellano.

–¿Fue muy sorprendente el cambio?

– Al contrario, fue más suave de lo que me había imaginado. El hecho de marcharse a un país extranjero con muchas cosas desconocidas (idioma, moneda, clima, costumbres universitarias, etc.) te hace imaginar, cuando subes al avión, que aquello que vas a hacer es una locura. Los primeros días son, quizás, el más parecido al caos que te habías imaginado que sería tu vida, pero ni mucho menos se convierte en un caos. Desde muy pronto contactas con otra gente de Erasmus que está en la misma situación que tú y empiezas a hacer amistades. También hay que mencionar que, desde Tarragona, no vine solo, sino que estoy con otros estudiantes de mi grado que estudian conmigo a la URV. Eso ayuda a no sentirte solo cuando llegas allí. Poco a poco, cada uno hace su camino cuando llega a Poznan, pero sabes que por cualquier cosa los tienes allí y eso te da un plus de tranquilidad.

–¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

– He tenido la suerte de visitar la ciudad durante el periodo universitario de invierno. Eso implica que he vivido la Navidad en esta ciudad, y los mercadets navideños de la Europa central son muy típicos. Hechos con casitas de madera, y junto con los copos de nieve que caen de vez en cuando parece que te adentres en un belén de cuento de Navidad. Aparte de eso, Poznan no es una ciudad muy grande, hecho que hace que la puedas visitar en un solo día toda entera. Para mí, la parte más bonita de la ciudad es la plaza principal, llamada|nombrada Stary Rynek. Es la típica plaza cuadrada que tienen todas las ciudades polacas, formada por casas de diferentes colores y con un complejo de edificios en el centro. Dos de las cosas que tampoco te puedes perder de Poznan son el Park Cytadela y el Lago Malta. Dos zonas llenas de naturaleza en el centro de la ciudad.

–¿Cuáles son las principales diferencias entre Poznan y Tarragona?

–Para empezar, parece un tópico pero es así. Los horarios son muy diferentes de los de nuestra casa. Hay días que puedo acabar una asignatura a las 12 horas y empezar otra a las 13 horas. Eso implica tener que comer más bien del que estamos acostumbrados. Otra cosa que sorprende mucho es que aquí, en torno a las 16 horas, ya se empieza a hacer oscuro. Parece mentira, pero eso afecta mucho, ya que las tardes se te hacen eternas. Son las 19 horas y ya tienes ganas de prepararte la cena. Otras diferencias que he vivido son las de vivir independizado por primera vez a la vida. Los principales hábitos como comprar la comida, cocinarlo cada día o poner lavadoras entre otras cosas son difíciles de añadir a tu vida cotidiana.

–¿Hasta qué punto el clima afecta a la forma de vida?

– Mucho. Durante los meses de invierno, la media debe estar en torno a los cero grados, y eso implica que, cuando se hace oscuro, habitualmente estamos a temperaturas negativas. Pero lo que más sorprende y afecta a la manera de vivir es el sol. Una cosa normal en Tarragona en pleno invierno es sentarse en una terraza al mediodía a tomar algo para beber. Pues aquí, cuando sale el sol, que es una cosa bien extraña, no calienta nada. Es muy complicado verlo, ya que muchos días hace niebla, nieva o llueve.

–-¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?

– La cocina polaca, por ejemplo, tiene cosas muy buenas. Me quedo con la Zurek, que es una sopa tradicional polaca que se sirve dentro de un pan redondo. Aparte de esta curiosidad, es un plato que está muy bueno y lo hacen en muchos restaurantes por el centro de la ciudad.

–¿Qué es el que echa más de menos de casa?

– De mi casa echo de menos muchas cosas. Soy una persona muy arraigada en la cultura en general y sobre todo a la tarraconense. Por suerte, pude alargar mi salida hacia Polonia justo después de Santa Tecla. Sin embargo he echado muy de menos cosas como ir a hacer castillos con la Jove de Tarragona o poder tocar la trompeta con las diferentes agrupaciones musicales de las cuales formo parte.

–-¿Se imagina un futuro en este país?

– La verdad es que no. Cómo he comentado antes, estoy bastante arraigado a la cultura tarraconense y catalana y me costaría mucho alejarme para siempre. La vida en Tarragona está muy bien y, si no es por motivos de fuerza mayor, deseo no tener que marcharme tan lejos a vivir en un futuro.

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