Diari Més

«En Siena, cada día se come pasta y se cena pizza»

Cuando la protagonista llegó a Siena sólo tenía 16 años, era la primera vez que salía de casa. El principio fue duro, asegura

La joven tarraconense en la Piazza del Campo, donde se hace el Palio.

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Laia Llagostera tiene 19 años, es de Tarragona y, actualmente, viveen Siena (Italia). Estudia danza en el Ateneo della Danza y está trabajando en la compañía de danza Balletto di Siena.

—¿Cómo ha sido su trayectoria profesional hasta ahora?

—Empecé danza a los 5 años en la escuela Artemis Dansa. Desde entonces y gracias a todos los profesores que me han hecho verla como alguna cosa más que una afición, decidí que valía la pena luchar por esta pasión y convertirla en mi profesión, así que aproveché las diferentes oportunidades que la vida me ha dado hasta llegar donde estoy ahora, en un nuevo país donde sigo creciendo como bailarina, pero también como persona día a día.

—¿Qué motivos la llevaron a marcharse de casa para ir a vivir al extranjero?

—Cuando me presenté a la convocatoria nacional de danza ciudad de Castellón, recibí una beca para estudiar un año completo en el Ateneo della Danza, una grandísima ocasión para encaminarme un poco más en el difícil mundo de la danza y para hacerme valer por mí misma.

—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar allí?

—Estaba tan perdida y asustada que ni me paré a pensar que estaba en Italia. Cuándo llegué tenía todavía 16 años, era la primera vez que salía de casa, me encontraba completamente sola, sin conocer a nadie en un lugar desconocido y sin entender el italiano, supongo que todo eso hizo que no disfrutara para nada la ilusión de estar en otro país como había soñado los meses anteriores

—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal como se lo había imaginado?

—Todo el mundo me había dicho que por la lengua no me preocupase, que era muy similar al catalán y que lo dominaría en dos días y no ha sido nada de eso. Es cierto que es muy parecido al catalán y al castellano y que, si te hablan lento y gesticulando, puedes entender el discurso, pero es justamente esta la dificultad. Se parece tanto que no sabes en qué idioma estás hablando. Hay palabras iguales que significan cosas totalmente opuestas, así que a la hora de hablar no sabía ni por dónde empezar. Parece mentira que tardara unos 5 meses en mantener un diálogo entero sin inventarme la mitad de las palabras y que, en cambio, ahora cuando digo que no soy italiana, la gente se sorprende. También me di cuenta de que sabía cocinar, limpiar, poner lavadoras y a organizarme sola, que era mucho más fuerte de lo que creía y que podía superar cualquier obstáculo sin la ayuda de nadie.

—¿Cuáles son las principales diferencias entre Siena y su casa?

— El cambio que más he notado es el horario de las comidas. Aunque intento mantener las costumbres de casa, muchas veces me encuentro con tener que comer a las 12.30 y cenar a las 20.00, especialmente si voy a algún restaurante, ya que, si voy más tarde, me encuentro con las cocinas cerradas. Aparte de los horarios, también son diferentes los hábitos alimenticios, a pesar de tener en común la dieta mediterránea aquí las familias acostumbran a comer cada día a la hora de comer pasta con diferentes salsas y para cenar muy a menudo pizza, cuando en nuestra casa eso se hace aproximadamente una vez a la semana.

—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?

— Lo primero que se tiene que saber de Siena es que está dividida en regiones, pequeñas zonas que compiten en la famosa carrera de caballos que se celebra cada verano, denominada Palio. Este torneo tiene lugar en Piazza del Campo, una de las plazas consideradas más bonitas de toda Italia y el corazón de la ciudad, donde encontramos la torre del Mangia que permite tener una visión completa de toda Siena. Otro lugar que se tiene que visitar obligatoriamente es el Duomo.

—¿Qué es lo que más echa de menos de casa?

—La gente, el mar y la tortilla de patatas.

—¿Qué costumbre del país actual se llevaría hacia Cataluña?

— Estaría bien introducir un nuevo proyecto que Italia ha empezado este año para promover la cultura. El año en que los estudiantes hacen 18 años tienen a su disposición 500 euros para gastar hasta los 19 en libros, teatro, museos, cine, conciertos, etc. de manera que tienen la posibilidad en interesarse para la cultura.

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