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«La principal diferencia con los alemanes es el silencio, no gritan ni en los bares ni en ningún sitio»

La reusense hace dos meses que vive en Berlín y está cursando el quinto curso de Medicina, gracias al programa Erasmus

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Las ganas de conocer mundo y de romper con la rutina empujaron a la reusense Berta Correig a viajar hasta Alemania. Hace casi dos meses que vive en Berlín gracias al programa Erasmus. Está cursando el quinto curso de Medicina.

—Su primera impresión?

—De una ciudad gris, fría y fea. Ahora bien, con mucho más espacio para las bicicletas, en comparación con Barcelona. Pensé que era una ciudad sin ningún tipo de control, falta de un centro urbano con su típica iglesia y, sobre todo, una ciudad marcada por el transcurso de la historia, donde sólo paseando por la calle puedes ver los peores rastros de una guerra no tan lejana. El arte urbano está por todas partes, te encuentras barrios tan diferentes que parecen ciudades situadas en sitios opuestos del mundo y hay restaurantes kebabspara todos los gustos.

—fue muy sorprendente el cambio?

—Una de las cosas que me hacía más pereza, antes de venir, era el clima. Siempre había oído que hacía muy frío. Asíque cargué la maleta de los jerséis más gruesos que encontré en el armario. Pero ahora que miro atrás me he dado cuenta de que no he pasado tan frío como me esperaba. Te tienes que poner en la cabeza que eso es Alemania y que es normal que el cielo sea de color gris cada día y durante cinco meses al año. Es una de las ciudades más multiculturales que he visto. Se respira tolerancia y la gente tiene la mente abierta. Es el sitio donde he visto los peinados y los vestidosmás estrafalarios y nadie hace ningún comentario impertinente. ¡Eso de combinar colores siempre me ha costado, así que es fantástico!

—Cuáles son las principales diferencias?

—El silencio. Los alemanes sencillamente no gritan en los lugarespúblicos. En el tren, en el metro, en los centros comerciales o, incluso, en algunos cafés reina casi siempre un silencio impresionante. Con respecto a los horarios de las comidas creo que son mucho mejores que los de Cataluña: comer a las doce, cenar a las siete y no ir a dormir tarde con la barriga|panza bien llena. Sin embargo, tengo que puntualizar que Berlín no es Alemania, quiero decir que es la excepción y aquí cada uno come y va a dormir cuando quiere.

—Cuáles son los lugares más característicos?

—Berlín es una ciudad especial, única, diferente y abierta a todo el mundo. Para empezar, recomiendo la visita a la East Side Gallery, el trozo de muro de Berlín más largo que existe en la actualidad y que hoy día está rellenado, poruna fachada, de obras de arte de varios artistas de todo el mundo y, porel otro, de grafitis de todo tipo. También el Memorial del Muro donde se puede ver una reconstrucción de la franja de la muerte del muro, así como fotografías de algunas de las personas que perdieron la vida. No es una visita agradable, pero desde mi punto de vista, imprescindible por|para entender mejor la ciudad y la gente que convivió con el muro durante 28 años. También son paradasobligadas el Reichstag, el Monumento del Holocausto, el Check Point Charlie o el barrio judío. Ahora bien, Berlin también es famosa por su fiesta, sus restaurantes, bares, clubs y pubs.

—Algún hecho curioso?

—Tengo la suerte de vivir en uno de los barrios más alternativos de Berlín y muy apreciado entre la gente joven. Fui a dar un vuelco y entré en una tienda rellenada de libros antiguos. El propietario de la tienda debió tener tantos años como los libros y le pregunté si me podía recomendar un libro de Goethe que pudiera más o menos entender. Con una mirada desconcertada y dialecto berlinés me dijo: «Jut, jut... aber sie sind schwierig eh»?. Me vendió uno prometiéndome que era el menos difícil de comprender. Decidí seguir una de las tradiciones más preciadas: con una cerveza en la mano y estirón en el parque del lado de casa, abrí el libro. ¡Pero no entendí nada!

—Qué costumbre se llevaría?

—El respeto hacia las personas, sobre todo hacia las personas mayores. Nunca se puede generalizar, pero, en Alemania, creo que hay una tendencia más generalizada que en nuestra casa a respetar a las personas. Se puede ver cada día en las calles y en cualquier establecimiento.

—Qué es lo que más echa de menos?

—Las croquetas. Bien y la familia y los amigos, evidentemente.

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