Diari Més

«El enjambre que he sacado a Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»

El apicultor encargado de desmantelarlo explica que llegó a retirar hasta 45 kilos de miel y calcula que llevaba entre 5 y 8 años creciendo en el falso techo

Les abelles accedien directament del carrer al fals sostre, per un forat els maons de l'edifici. El professional assegura que mai s'havia trobat un rusc tan gran.

«El enjambre que he sacado en Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»Diari Més

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«En los más de cuarenta años que llevo trabajando con las abejas y retirando enjambres de la vía pública de Reus y de domicilios privados, nunca en la vida me había encontrado algo cosa igual». Quien habla es José Salmerón, uno de los apicultores más conocidos y respetados del territorio, a quienes Bomberos y ayuntamientos recurren, cuando la situación con las abejas les sobrepasa. Esta última semana fue requerido de urgencia para actuar en la calle Sant Llorenç número 5, junto a la plaza Prim. Los vecinos se quejaban de que, del cuarto piso, entraban y salían continuamente abejas y, por lo tanto, no podían tener las ventanas abiertas de sus hogares.

«Fui a la casa el domingo con mis ayudantes. Ya me imaginaba que podían estar en el falso techo, así que le marqué un punto concreto para picar a uno de los compañeros. El agujero no hacía ni el diámetro de un vaso pero, de repente, salieron de una forma impresionante. Tuvimos que marcharnos deprisa porque en aquel momento no llevábamos todas las protecciones», explica a Diari Més Salmerón, de 67 años. Tal fue la virulencia que los aguijones de las abejas le perforaron incluso los pantalones tejanos. Él recibió cerca de una cincuentena de picaduras –asegura que ya está acostumbrado– y uno de sus ayudantes, también afectado, tuvo que permanecer 48 horas en observación en el CAP Sant Pere.

Las abejas se vuelven especialmente agresivas cuando sufren mucho calor, según comenta el apicultor. Estas estaban en un falso techo sin ventilación, que tocaba directamente al tejado del edificio. La temperatura interior era extrema: «Sólo te tengo que decir que, cuando tocábamos la colmena, los panales se nos deshacían casi en las manos», explica el profesional.

La colmena se extendía exactamente por toda la esquina izquierda –la derecha si se mira desde la calle– de la estancia con balcones que da a Sant Llorenç. Salmerón retiró cerca de 80 kilos de colmena, de los cuales 45 eran miel. Para desmontar toda la estructura de celdas tardaron cinco horas en diferentes jornadas. Cinco son también los viajes que tuvo que hacer con la furgoneta hasta su finca del Aleixar, con las cajas donde llevaba los panales y las abejas. Aunque no hay forma de contabilizarlas, Salmerón calcula que retiró una comunidad conformada por, como mínimo, 90.000 ejemplares. El grueso de la tarea lo tuvo que realizar las madrugadas del domingo y lunes, exactamente a oscuras, con el fin de no enfurecer todavía más al numeroso enjambre.

Lo que todo el mundo se ha preguntado estos días és por donde podían haber entrado, si las ventanas y las puertas de la casa, deshabitada desde hace tiempo, estaban cerradas. Salmerón lo suscita: «A la altura donde se encuentra este último piso del bloque, no hay edificios en los lados, y los laterales de la estructura no tienen revestimiento: quedan a la intemperie directamente los ladrillos y el cemento. Había un pequeño agujero entre ladrillo y ladrillo, que ellas aprovecharon para entrar. En invierno estaban muy bien porque es una zona alta donde toca mucho el sol». De hecho el apicultor calcula que este enjambre llevaba gestándose entre cinco y ocho años, por el color oscuro de las celdas situadas en el lado, las primigenias.

«Una vez lo retiré todo, me encargué de sellar la fisura de entre los ladrillos, a fin de que otro enjambre no se instale, ya que el piso sigue impregnado de olor a miel y eso puede atraer otros grupos. Con su olfato lo pueden detectar a centenares de metros de distancia», expone al apicultor, quien durante una temporada realizará visitas periódicas al piso para descartar una posible repoblación.

Les abelles accedien directament del carrer al fals sostre, per un forat els maons de l'edifici. El professional assegura que mai s'havia trobat un rusc tan gran.

«El enjambre que he sacado en Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»Diari Més

Les abelles accedien directament del carrer al fals sostre, per un forat els maons de l'edifici. El professional assegura que mai s'havia trobat un rusc tan gran.

«El enjambre que he sacado en Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»Diari Més

Les abelles accedien directament del carrer al fals sostre, per un forat els maons de l'edifici. El professional assegura que mai s'havia trobat un rusc tan gran.

«El enjambre que he sacado en Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»Diari Més

Les abelles accedien directament del carrer al fals sostre, per un forat els maons de l'edifici. El professional assegura que mai s'havia trobat un rusc tan gran.

«El enjambre que he sacado en Sant Llorenç de Reus tenía 90.000 abejas y pesaba 80 kilos»Diari Més

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