Diari Més

Daniel Jaroid, Director Artístico del Memorimage: «Es posible llevarse en casa el orgullo de territorio o un momento emotivo inesperado»

«La lucha para visibilizar historias dignas» y la «reivindicación local» marcan el programa del XI Festival Internacional de Cine de Reus, el Memorimage

Una imagen de archivo de Daniel Jariod, en la anterior edición de la cita.

Daniel Jaroid, Director Artístico del Memorimage: «Es posible llevarse en casa el orgullo de territorio o un momento emotivo inesperado»Olívia Molet

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—Por qué la voluntad de plantear esta undécima edición del Memorimage como un «territorio de pioneros»?

—Cuando se hace un festival, uno puede diseñar las líneas maestras pero depende del material que recibe, del discurso que permiten construir las películas cuando se unen. Lo que ha pasado es que este año, la gran cantidad que recibíamos sobre el territorio tenían una calidad notable, y pensamos que valía la pena reivindicarlas.

—Muchas de las piezas nacieron en festivales anteriores.

—Los festivales tienen sentido por dos motivos: hacer que la gente de la calle tenga acceso a películas que de otra forma no vería y porque son un lugar de encuentro de profesionales y de historias. Cuando estas historias se han podido cocinar y darse a conocer se produce esta retroalimentación: el festival difunde películas que se han gestado al festival. Y eso es un motivo de orgullo y una muestra de madurez.

—han recibido muchas, este 2016? ¿Cómo ha sido la elección para confeccionar la programación?

—Recibimos una treintena larga, casi una cuarentena, para un número de sesiones que es limitado y que presenta unas características particulares: tienen que hablar sobre el territorio, no tienen que haber sido difundidas... Hay que caen solas porque no encajan, algunas que nos habría gustado tener pero no hemos podido y las que todo ha ido rodado y han acabado formando parte de la programación tal como queríamos.

—Algunas, como ahora Las 7 vidas de Eduard Toda, han levantado expectación en los últimos meses.

—En este caso concreto, habría sido muy extraño no proyectarla. Por la relevancia y por la calidad, sería un contrasentido que no se pudiera ver en el Memorimage. Se han unido el entorno del filme y el éxito que ha tenido y el hecho de que la película encaja como un guante en la voluntad del festival. En este punto, la película y nosotros nos hemos encontrado.

—De entre la programación, qué recomendación especial podría destacar al director artístico?

—Una de las cosas que me hace más ilusión en esta edición es la ceremonia de clausura. No es exactamente una película sino un espectáculo multimedia, y representa el espíritu del festival: recuperar la memoria de la ciudad y compartirla con la gente. Algunos se reconocerán, otros verán a algún conocido y otros sabrán cómo estaba allí donde viven. Y todo lo ha hecho un grupo de jóvenes de la Casa de Oficios Mas Carandell, que todavía es un motivo más de ilusión.

—Y qué pieza cree que podría sorprender más al público?

—La inauguración. Cuando se cede a un documental sobre vinos, como lo es Priorat, quizás eso lleva a pensar si vale o no vale la pena. La respuesta es categóricamente que sí. Realmente el vino es una excusa para hablar de los pioneros del territorio que se pusieron a hacer una cosa que parecía del todo imposible, figuradamente sacar vino de las piedras.

—Por qué es una oportunidad para la ciudad verse reflejada en la pantalla?

—se tiene que luchar contra la invisibilidad, reivindicar historias que son perfectamente dignas y capaces. La idea de repescar estas películas y de devolverlas es de reivindicar las películas y el público: que la gente que venga, se reconozca y se sienta orgullosa de su tierra. De este trabajo, nunca se hace bastante. Son actos de reivindicación local.

—Qué diría a los que todavía no se han acercado nunca al certamen? ¿De qué forma este puede enganchar un público no iniciado?

—Cuando se plantea un festival basado en documentales, hay gente que todavía los asocia a un discurso caracterizado para ser extremadamente didáctico y poco atractivo. Que se quiten eso de la cabeza. A mí no me gustan las películas aburridas y no he programado ninguno que considere así.

—Qué se puede llevar, al espectador, de las proyecciones?

—En el Memorimage hablamos de historias apasionantes, conmovedoras, que permitirán al público ver las cosas de otra perspectiva. Yo diría: Venga Usted, porque le garantizamos un rato entretenido y es posible que también se lleve en casa alguna cosa más: este orgullo de territorio o un momento emotivo inesperado».

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