Diari Més

Valls empieza el calendario tarraconense de los Tres Tombs con el listón bien alto

Los más de 300 caballos y el centenar de carros y caballerías superaron, ayer por la mañana, el punto más emblemático del recorrido: los 'tombs' del ayuntamiento

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Los Tres Tombs más matinales del Camp de Tarragona se celebraron, ayer por la mañana, en Valls, sumando ya 39 ediciones desde su recuperación. Contra todo pronóstico, el buen tiempo se mantuvo y, finalmente, los más de 300 caballos y el centenar de carros y caballerías pudieron realizar los tradicionales 'tres tombs' en torno a la iglesia de Sant Antoni con total normalidad. Sin embargo, un frío gélido se calaba entre los espectadores y, especialmente, entre todos aquellos que, desde media mañana, cogían lugar en la plaza del Blat para poder presenciar, desde primera fila, como los carros superaban los tradicionales 'tombs' del ayuntamiento. Este es el punto más emblemático del recorrido, en el cual, los arrieros tienen que mostrar sus habilidades para guiar correctamente a caballos y mulas para que no haya ningún traspié durante los 'tombs', que están cerrados, muy seguidos y que se tienen que hacer sin paros.

Cuando ya pasaban unos minutos de la una y media del mediodía, los tamborileros de la Germandat del Sant Crist de Lepant anunciaban la llegada de la comitiva y, a continuación, los primeros jinetes llegaban a la plaza, seguidos de poneys y carruajes. Finalmente, llegaban los carros pesados, y el público se ponía en tensión. El primero que hizo sufrir a los espectadores fue el que iba cargado con lecheras. Desde la calle de la Cort, el carro empezó a bajar la plaza del Blat con rapidez, y entre los «uis!» que exclamaba la gente, los arrieros hacían esfuerzos para que los caballos fueran bien encarados. La última vuelta fue de bien poco, casi uno de los caballos sube a la acera, pero los arrieros consiguieron reconducir la situación y, entre aplausos y ovaciones, el carro consiguió superar la prueba. «¡No se tiene que correr tanto!», exclamaba gente del público.

A continuación, llegaba el momento más interesante, con el paso de la colección de carros de bocoyes. El que presentó más problemas fue el de cuatro bocoyes, ya que las ruedas rozaron la acera. «¡Este no ha hecho nada!», se quejaba un arriero, señalando a uno de los caballos. «El trabajo lo estaba haciendo el de delante», añadía. A pesar del pequeño susto, que alertó a algunos espectadores, el carro superó las vueltas.

Como es tradicional, la fiesta la cerró el carro grande, entre fuertes aplauso. Mucha gente del público se desplazó hasta la calle de Sant Antoni para ver cómo el carro encaraba el tramo final del recorrido, mientras que otros se dirigían a las pastelerías para recoger el típico roscón de Sant Antoni.

Según explica el vicepresidente de la Sociedad de Sant Antoni, Marc Buqué, los Tres Tombs de Valls «son diferentes al resto de los del territorio porque pasamos por el casco antiguo de Valls y hay una serie de tramos en los cuales se tiene que demostrar la destreza y pericia de caballos y arrieros». Buqué se refiere a tres puntos con especial interés: la Font de la Manxa, donde un speaker va relatando la historia de cada carruaje; la iglesia de Sant Antoni, donde se hace la bendición, al sonido del redoble de campanas; y la emblemática bajada de la plaza del Blat.

«El de los 'tombs' del Ayuntamiento es un tramo con mucho espectáculo, donde hay que valorar cuándo un carro ya ha pasado y no hay peligro para que pase el siguiente, es un culo de botella y tenemos que ir con pies de plomo», explica, a la vez que destaca que este tramo es «la joya de la corona». «El día que no lo podamos hacer, pasaremos a ser unos Tres Tombs más de la demarcación», asegura, visiblemente emocionado, al vicepresidente de la Sociedad de Sant Antoni, que dispone de una de las mejores colecciones de carros de trabajo de todo el país.

Lazos amarillos

La edición de este año ha estado marcada por la situación política catalana. En este sentido, mucho de los carros participantes iban decorados con lazos amarillos y, algunos, con pancartas, donde se podían leer algunas reivindicaciones como: «Somos República».

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