Diari Més

«Es emotivo ver la cara de los niños a través de la mirilla»

Enric Barrullas es el Cap de Colla de los Geganters i Grallers de Vila-seca

Pronto hará treinta años que Enric se apuntó al grupo de Geganters i Grallers con un grupo de amigos.

«Es emotivo ver la cara de los niños a través de la mirilla»Olívia Molet

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La cara de Enric Barrullas es conocida por mucha gente del pueblo. Y aquellos que no lo conocen, seguro que más de una vez han visto a alguno de su ‘álter ego’: el gegant Galceran de Pinós, Ton, la Donzella del Rescat...

Enric es el Cap de Colla de los Geganters i Grallers de Vila-seca, y pronto hará treinta años que, con un grupo de amigos, pensó que sería bueno apuntarse al grupo de gigantes del pueblo. «Éramos diez o doce y en aquella época, que sólo había Ton y Pineda, disfrutamos mucho. Pero con el tiempo la gente se fue cansando, se casaron, tuvieron hijos... y de todos los amigos, el único que todavía aguanta soy yo», explica Enric.

Desde entonces hasta ahora el grupo ha vivido algún momento complicado, pasando de un ‘boom’ con casi cincuenta personas a momentos en que estaban «bajo mínimos». Los gralleros tampoco se salvaron de la crisis, hasta el punto que hubo festividades en que los portadores de gigantes tenían que pedir gralleros a los pueblos del lado porque si no, no podían hacer bailar a los gegants. Para Enric el punto de inflexión lo marcó la llegada de su suegro, Ezequiel Molina, que después de jubilarse hizo un cursillo de gralla y consiguió formar un buen grupo de músicos. Junto con su nombre, el cap de colla de los Gegants de Vila-seca quiere recordar a Quim Vives y Àngel Holgado, «que siempre han tirado del carro conmigo», así como Carles Badia, la muerte del cual, afirma, fue una fuerte golpe para todos ellos.

A día de hoy la sección de Gralles cuenta con más de diez músicos, pero los geganters todavía son pocos. «Nos hace falta gente, y más ahora que la familia se ha hecho mayor, con Galceran y la Donzella. Este domingo mismo, que salimos en el seguici, tendremos que pedir a compañeros de pueblos del lado que nos vengan a ayudar», se lamenta Enric.

Según el cap de colla, para formar parte no hace falta mucha cosa más que las ganas: «Todo el mundo puede hacer bailar a un gegant. Reconozco que cuando te dicen que Galceran hace 4,20m y pesa 80 kilos, hace respeto. Pero si lo puedo hacer bailar yo, lo puede hacer bailar todo el mundo». Después, apunta Enric, también tiene que haber un componente emocional: «A la gente le gustan los gegants, pero no los aman, el amor a los gegants lo tienes que vivir. La sensación que se tiene cuando haces bailar a un gegantno se puede explicar con palabras. Es emotivo, es ver a través de la mirilla la cara deniños boquiabiertos, el encanto de ver cómo un niño primero se asusta y después le cambia la expresión, porque le gusta cuándo nos ve bailar». Además, apunta el geganter, ser de una colla te permite conocer muchos lugares diferentes, el país, y tratar con personas de todo tipo, hasta el punto que se llegan a hacer amistades que pueden durar toda la vida.

El gegantó Tonet

La familia de gegants de Vila-seca tiene dos parejas y un gegantó, Tonet, que fue una donación al pueblo de la familia Barrullas. Concretamente, de Oriol Barrullas, el hijo mayor de Enric, que con sólo cinco años ya pidió a los Reyes un gegantó: «Ahora hace un año, Oriol dijo que, como ya no lo podía hacer bailar, quería que se quedara a la colla. Le dije que para que eso fuera así lo tendríamos que dar al Ayuntamiento, y él accedió, con una sola condición: que en los papeles constara que el gegantó era suyo y que era él quien hacía la cesión. Así lo hicieron, y ahora Tonet ya es del pueblo. Su hermano Biel, en cambio, sigue los pasos de su abuelo Ezequiel, y es un enamorado de la música».

La familia paralela de Enric, la de los gegants de Vila-seca, de momento no crecerá más. «Si no hay gente detrás, no tendría sentido hacer otra figura y que se quedara muerta de asco», explica. Es precisamente esta mezcla de ‘familias’, la de casa, la de la colla y la de los gegants, la que, para Enric, da sentido al trabajo que hacen: «Los gegants me gustan porque son un símbolo muy importante de la cultura tradicional y popular, y es una manera de hacer país y también de hacer familia, porque es realmente bonito ver a toda la familia geganteracada vez que hacemos un encuentro».

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